Los efectos de la política migratoria de Trump: Tras cinco meses separados bebé hondureño no reconoce a sus padres

Tiene sólo quinces meses de edad y de éstos, cinco los ha pasado separado de sus papás. Johan es un bebé hondureño que el pasado viernes se reunió de nuevo con sus padres en Honduras luego de ser uno de los pequeños afectados por la nueva política migratoria de Estados Unidos, impulsada por el presidente Donald Trump.

Sin embargo, pese a la alegría de reencontrarse con su guagua, su madre, Adalicia Montecinos, no pudo contener las lágrimas porque se dio cuenta que el pequeño no les reconocía.

Según informó The Guardian, Montecinos dijo que su hijo había «sufrido todo lo que ellos habían estado sufriendo» después de pasar cinco meses en un refugio en Arizona, en la frontera de Texas, separado de su padre, que fue deportado. «Yo decía, Johan, Johan y él empezó a llorar», contó su madre sobre el momento en que volvió a ver a su hijo.

La mujer explicó que durante cinco meses tuvo que ver a su hijo crecer a través de una cámara de vídeo. «Nunca veré a mi hijo caminar por primera vez o celebrar su primer cumpleaños. Eso es lo que perdí, esos recuerdos que toda mamá aprecia y que les cuenta a sus hijos años después «, dijo.

Por su parte, el padre del bebé, Rolando Antonio Bueso Castillo, de 37 años, confesó que nunca creyó que «podrían ser tan crueles». Bueso se marchó a EEUU en busca de una vida mejor, para que sus hijos no sufrieran la misma pobreza que él.

En cumplimiento de una orden judicial, la administración Trump ha devuelto a sus padres migrantes poco más de la mitad de los 103 niños menores de 5 años y alegó que el resto tiene que seguir bajo su custodia por razones de seguridad de los pequeños. El próximo 26 de julio acaba el plazo judicial per entregar a sus familias 2.551 niños mayores de 5 años, pero el gobierno sólo ha devuelto 364.

Más de 2.800 menores –algunos separados de sus padres, otros clasificados en la frontera com a “menores no acompañados”– permanecen en centros de detención de menores regidos por estrictas normas y horarios, donde los menores no pueden llorar, compartir la comida o tocar a sus pares internados.