Raúl Quintana Salazar, el jefe del campo de concentración «Tejas Verdes» que se querelló contra Javier Rebolledo

Ayer el periodista y escritor Javier Rebolledo dio a conocer la fecha en la que se realizará la audiencia por la querella por injurias que presentó el teniente coronel (r) del Ejército condenado por crímenes de lesa humanidad, Raúl Quintana Salazar.

El militar, quien es sindicado por Rebolledo como el jefe del campo de concentración Tejas Verdes, que estaba ubicado en la provincia de San Antonio y llegó a registrar más de 100 detenidos en algunos periodos entre 1973 y 1974, afirma que el periodista dañó su honra al divulgar sus crímenes en el libro «Camaleón».

Quintana, quien fue condenado a 20 años de cárcel y cumple su pena desde 2014 en el penal Punta Peuco, fue procesado por su participación como autor en los delitos de secuestro calificado de Miguel Heredia Vásquez, Rebeca Espinoza Sepúlveda, Felipe Marmaduke Vargas Fernández, José Leonardo Pérez Hermosilla y José Orellana Meza. Junto con esto cuenta con una condena por el delito de aplicación de tormentos a prisioneros de «Tejas Verdes».

La detenida desaparecida uruguaya

Uno de los puntos que especificó en su querella contra el periodista es por un episodio que comenta Rebolledo donde Quintana Salazar habría introducido una zanahoria en la vagina de una detenida, que se trataría de la ciudadana uruguaya Nelsa Gadea Galán, militante tupamara que se encuentra desaparecida hasta hoy.

Gadea fue detenida por militares el 18 de diciembre de 1973 en su lugar de trabajo, la empresa soviética K.P.D, que estaba ubicada en la calle Condell de la comuna de Providencia. Después de su detención nadie ha obtenido información de ella.

Según consigna Memoria Viva, uno de los testimonios de una de las detenidas de «Tejas Verdes», la egresada de pedagogía, Ana María Moreira Fuenzalida, quien estuvo en el campo de concentración entre el 20 de diciembre de 1973 y el 20 de enero de 1974, afirmó que la encerraron en una caseta de madera con cuatro mujeres, entre ellas una uruguaya.

«Nos mantuvieron encerradas en casetas para bañistas, de madera, de 70 por 70 cms. aproximadamente, en donde habíamos cuatro mujeres, una de ellas en muy mal estado, con huellas visibles de tortura, casi inconsciente, las muñecas y tobillos descarnados, al parecer le habían aplicado mucha electricidad, pues estaba muy morada y los ojos negros, la boca hecha tiras, a tal extremo que no podía ingerir agua. Esta persona la vimos un día después del primer interrogatorio y no supimos más de ella. Era uruguaya, pero no logramos entender su nombre cuando trató de hablar», contó.