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La moraleja del bingo y las condiciones de calidad para las comunidades educativas

Por: Francisco Jeria | Publicado: 26.07.2018
La moraleja del bingo y las condiciones de calidad para las comunidades educativas vare | Foto: Agencia Uno
Sólo en proyectos de conservación y obras preventivas, como reparar goteras, techos y mejorar servicios sanitarios entre otras, se destinaron más de 160 mil millones sin considerar los 145 mil millones que se han destinado desde el Fondo de Apoyo a la Educación Pública para mejorar la infraestructura escolar pública. Si de bingos se trata, estamos hablando de recaudar al menos 10 Teletones para empezar a enfrentar el problema.

Al margen de las inadecuadas declaraciones del Ministro de Educación, Gerardo Varela, hay un tema de fondo necesario de abordar con mirada de Estado: la necesidad de avanzar en una política nacional de infraestructura escolar que garantice condiciones de calidad y confort en los establecimientos educacionales y por tanto promueva significativamente el proceso educativo de los niños y niñas que asisten a ellos. La calidad – uno de los ejes que este gobierno ha planteado en educación- está relacionada a las condiciones de infraestructura en que nuestros estudiantes aprenden y se desarrollan.

Hoy existen 5.600 establecimientos públicos en el país y de acuerdo al catastro de infraestructura escolar realizado entre el 2012 y 2013 al menos un 10% de dichos establecimientos requiere de intervenciones mayores (reposición o renovación) y al menos un 40% requiere de obras de mejoramiento y mantenimiento integral (pintura, baños, agua caliente, acústica, entre otros)

Considerando esta situación entre los años 2014 y 2017 el Ministerio de Educación impulsó un plan estratégico de infraestructura escolar con el objetivo de mejorar sustantivamente las condiciones de infraestructura y abordar las carencias identificadas en el catastro. Al término del período se pudo dar cuenta de la realización de proyectos en más de 2700 establecimientos urbanos y rurales impactando a casi un millón de estudiantes e implicando una inversión pública de más de 371 mil millones de pesos. Sólo en proyectos de conservación y obras preventivas, como reparar goteras, techos y mejorar servicios sanitarios entre otras, se destinaron más de 160 mil millones sin considerar los 145 mil millones que se han destinado desde el Fondo de Apoyo a la Educación Pública para mejorar la infraestructura escolar pública. Si de bingos se trata, estamos hablando de recaudar al menos 10 Teletones para empezar a enfrentar el problema.

¿Existe una necesidad perentoria al respecto? Sí, es urgente. Cuando una comunidad educativa se dirige a un ministro de Estado pidiéndole atender una solución particular, como una gotera en el techo de un colegio, es porque existe un problema real que no ha sido resuelto y escapa del ámbito de lo posible de dicha comunidad. Cuando se ironiza con esos esfuerzos, permanentes y tan presentes en escuelas y liceos a lo largo del país, se juega con la dignidad de directores, profesores, asistentes de la educación, estudiantes, padres, madres y apoderados.  La caricatura del bingo (y la discusión político ideológica en torno a ella) no dejan ver el problema real que afecta a las comunidades educativas ni avanzar en una política pública integral que aborde realmente el desafío de tener infraestructura de calidad en todos los establecimientos.

La propuesta sería concordar un Plan Nacional de Infraestructura escolar con un horizonte de al menos 10 años y que tenga como objetivo llevar a todos los establecimientos educacionales, en especial los públicos, a estándares que permitan sostener un proceso educativo de calidad acorde con los desafíos del siglo XXI. Este plan requiere de al menos cuatro componentes, i) Establecer una serie de estándares adecuados de infraestructura ii) crear un Fondo Nacional de Infraestructura escolar para obras de reposición y mejoramiento  apalancando recursos públicos y privados iii) definir una política que permita mantener dicha infraestructura en las condiciones y estándares necesarios para el adecuado proceso educativo, y iv) eficientar los procesos administrativos para concretar proyectos de inversión en educación en tiempos razonables.

Siendo conscientes de la necesidad y la urgencia, avanzar en esta propuesta requiere de recursos, tecnología, innovación pedagógica, eficiencia en la gestión y por sobre todo voluntad política. Requiere de un proyecto país que deje de lado el bingo y se proponga garantizar que en ningún establecimiento educacional exista un estudiante vea en riesgo sus posibilidades de aprender porque pasa frío o el techo se llueve. Quizás es momento de pasar de las condiciones mínimas a las condiciones de calidad.

Francisco Jeria