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Cuando la vida de las empresas vale más que la del ser humano

Por: core | Publicado: 29.07.2018
Cuando la vida de las empresas vale más que la del ser humano marine |
Primero que nada no se escaparon 800.000 salmones cargados de antibióticos, esto fue una negligencia de la empresa Marine Harvest. Estos expertos empresarios salmonicultores saben muy bien el clima que enfrentan y qué medidas deben tomar en cada época del año, mes, semana o día, los peces no se escapan de las jaulas, la empresa no toma las medidas necesarias para que no ocurran accidentes de este tipo, las fiscalizaciones no son todo lo exhaustivas que debiesen ser, etc, etc.

Me siento en mi sofá con un té en la mañana del domingo, cuestión que me lleva a pensar en diferentes situaciones personales, unas que tienen arreglo, otras que al parecer no, o al menos es muy difícil en un corto periodo de tiempo. Me quedo pensando en algunas cosas que justamente no tienen arreglo o que lo tienen, pero que por múltiples variables parecen ser muy difíciles de arreglar.  Resulta que como soy de “provincia”, más específicamente de la décima región de un país que funciona desde el centro, pienso que cada cosa relacionada a mi conexión con el lugar de donde provengo entra sin duda en la categoría de “cosas difíciles de solucionar o arreglar en un  corto periodo de tiempo”.

Partiré contándoles que estuve en Chiloé en el mes de julio. Siempre que voy para allá tengo una mezcla de sentimientos contradictorios, primero porque el lazo emocional con mi tierra es fuerte, mi niñez y adolescencia las viví ahí y se encuentra gran parte de mi familia en la isla grande,  además el lazo del chilote con su tierra es algo especial, hay una fuerza que tiene que ver con la geografía, el clima, la mitología, la cosmovisión, una cuestión imaginaria que es la base más fuerte de la realidad, “mi realidad”, esto es así para todo chilote sin duda.

La contradicción viene de la mano con lo que hablaba en el primer párrafo de esta columna de opinión, el centralismo, la importancia que tienen las regiones del centro del país, donde se toman las grandes decisiones, y, por otra parte, el papel que juega en esto mi región. Esto de “ser provinciana” viene de la mano con sentirse extraña en tu propio país, sentirse extranjera, comprendiendo la etimología de la palabra por supuesto. Es justamente este sentimiento  el que me pesa en el pecho desde la última visita a la isla, al ver que hace meses se hundió el buque Seikongen con 200 toneladas de peces frente a la localidad de Pilpilehue, muy cerca de Terao, y que aún sigue ahí hoy día convirtiéndose casi en parte del paisaje, un elemento agresivo debo decir, que agranda este sentimiento de no pertenencia a lo que llamamos “nuestro país”, cuestión que molesta claro está, ¡duele!.

Sigo pensando en esto mismo casi terminando la taza de té que tengo en las manos, deteniéndome en un hecho que llevó mi sentimiento al extremo, a la rabia, un sentimiento que detesto pero que no puedo evitar porque soy humana y sufro ante cuestiones que pasan por todo lo que expuse antes, “somos provincianos”, “somos de una región alejada del centro del país”, más aun, le importamos al centro del país si producimos dinero, recurso que chorrea de manera miserable para los chilotes, ya que la mayor parte se la llevan las empresas y el gobierno central y poco se invierte en la región, a esto le llamo “verdades como puños”, simples de verbalizar, pero profundas.

Las inversiones como diría cualquier chilote, “poco y na se ven por acá”, al menos para los pescadores y personas que viven del mar, seguimos viviendo con las mismas dificultades de siempre y peor aún, ya que ese mismo fin de semana que visité a mi familia ocurre otro accidente de dimensiones descomunales, 800.000 salmones de la empresa Marine Harvest se escapan… ¿Se escapan?, al menos eso dicen las noticias, cuestión que acrecienta mi sentimiento de rabia e impotencia.

Primero que nada no se escaparon 800.000 salmones cargados de antibióticos, esto fue una negligencia de la empresa Marine Harvest. Estos expertos empresarios salmonicultores saben muy bien el clima que enfrentan y qué medidas deben tomar en cada época del año, mes, semana o día, los peces no se escapan de las jaulas, la empresa no toma las medidas necesarias para que no ocurran accidentes de este tipo, las fiscalizaciones no son todo lo exhaustivas que debiesen ser, etc, etc.

Bueno, resumiendo, un nuevo desastre ambiental en mi región, este de magnitudes tan grandes que me duele la cabeza ver que sólo se demandó a la empresa por medio del servicio correspondiente y que no se les expulsó como debería. Reviso casos similares por medio de la prensa y veo que en EEUU se acabó con la salmonicultura por un accidente similar, pero en ese caso sólo fueron 200.000 peces los “fugados”, ¿Por qué no ocurre esto mismo en mi país? Me hundo en mi sillón con la taza vacía sintiendo irremediablemente que la vida de las empresas es más importante que la de los seres humanos, me duele más la cabeza, me duele el cuerpo, me siento excluida, como deben sentirse muchos chilotes y chilotas que esperan una respuesta clara, una sanción ejemplificadora que no ha llegado.

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