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Opinión

Michelle Bachelet al Alto Comisionado de DD.HH. de la ONU: ¿reír o llorar?

Por: Ricardo Candia Cares | Publicado: 11.08.2018
Michelle Bachelet al Alto Comisionado de DD.HH. de la ONU: ¿reír o llorar? bachelet-onu |
La principal deuda relacionada con los Derechos Humanos de los chilenos más expuestos que deja como legado la flamante Alto Comisionado, tiene que ver con su activo y entusiasta rol para profundizar una cultura que azota los hogares del pueblo, condenándolo a la pobreza, a la marginalidad, a una vida de más bajos que altos, con deudas eternas, escuelas de espanto, salud del terror, previsión de miseria y mucha represión y estigma.

”Nos comprometemos firmemente a la no aplicación de la Ley Antiterrorista a miembros de los Pueblos Indígenas por actos de demanda social”, reza con fuerza y convicción el Programa de Michelle Bachelet en su, innecesaria, segunda parte en La Moneda.

La llamada ley antiterrorista que castiga a diario al pueblo mapuche ha sido acusada por los relatores de las Naciones Unidas, como un instrumento que:  “.debilita la posibilidad de un juicio justo y hace menos probable que la verdad de lo sucedido sea esclarecida.” Y ha solicitado al gobierno chileno de abstenerse de aplicar.

Sin embargo Michelle Bachelet la aplicó con puntualidad, saña y sistemáticamente.

Bachelet, sus ministros y los partidos que la apoyaron, se pasaron por el perineo las indicaciones de los órganos de Naciones Unidas y las formulaciones que la OIT expresa en el Acuerdo 169, con relación a los derechos de los pueblos fundacionales.

Más aún. La Corte Interamericana de DD.HH.en un fallo de 2014 obligó a Chile a anular las condenas por la indebida aplicación de la Ley Antiterrorista a Víctor Ancalaf, José Huenchunao, Jaime Marileo, Patricio Marileo, Ciriaco Millacheo, Aniceto Norín, Pascual Pichún y Patricia Troncoso.

Y durante su mandato, la policía ha asesinado en esos “confusos incidentes” a los que ya nos estamos acostumbrando, a no menos de quince mapuche.

Con todo, las violaciones a los derechos del pueblo mapuche no han sido las únicas conductas reprobables de la expresidenta en su lista de renuncias y traiciones.

Se anunció con bombos y platillos del cierre del penal de Punta Peuco. Y no solo no se cumplió, sino que tardíamente, como una burla, fue ingresado al Congreso el proyecto de ley cuando ya terminaba su mandato.

Y con relación a sus promesas de avances y modernizaciones respecto del Estado y los Derechos Humanos, sus anuncios no pasaron de ser chamullos leídos en formato Programa Presidencial, con la cara de la circunstancia precisa.

La gestión de Michelle Bachelet no se ha caracterizado por señalar un avance en los derechos humanos y sociales de los sectores más empobrecidos de nuestro país, los más castigados.

Muy al contrario. En las poblaciones de las márgenes en las cuales han sido abandonados, arracimados, vastos sectores de trabajadores, no hay Derechos Humanos, ni derechos sociales.

En esas poblaciones a merced de la pobreza, de la delincuencia, del tráfico, de las bandas armadas, en las cuales no hay farmacias ni supermercados ni servicios y en donde ni siquiera entra la policía, los Derechos Humanos y sociales definidos por las Naciones Unidos, desde donde ahora va a pontificar la expresidenta, son un mal chiste que no se entiende.

La principal deuda relacionada con los Derechos Humanos de los chilenos más expuestos que deja como legado la flamante Alto Comisionado, tiene que ver con su activo y entusiasta rol para profundizar una cultura que azota los hogares del pueblo, condenándolo a la pobreza, a la marginalidad, a una vida de más bajos que altos, con deudas eternas, escuelas de espanto, salud del terror, previsión de miseria y mucha represión y estigma.

Bachelet perfeccionó un sistema económico que roba a los trabajadores mediante la exacción de las AFP y en consecuencia, los condena a una vejez de espanto.

Michelle Bachelet contribuyó como pocos a envenenar aún más los entornos asesinos que afectan a millones de chilenos pobres que tiene la mala ocurrencia de vivir en las cercanías de las famosas Zonas de Sacrificio: generadoras, minas, cultivos de salmones, plantaciones que secan la tierra, industrias que lo pudren todo, empresas que depredan lo que tocan.

Condecorada con el máximo premio medioambiental de la Organización de Naciones Unidas “Campeones de la Tierra”, la expresidenta, entre ambos mandatos, autorizó la instalación de 44 generadoras a carbón o petróleo. En esos lugares no va a crecer una flor sana y el cáncer se repartirá con el viento.

Será interesante ser testigo de la próxima visita del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que vendrá a enterarse del estado de la cosa en este país.

Quizás traiga la expresión facial utilizada para las cosas que le interesa conocer.

Como para reír. Como para llorar.

Ricardo Candia Cares