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Juan Ignacio Sabatini y el propósito de «La Cacería»: «Nos obliga a mirarnos en el espejo y pensar qué necesitamos cambiar»

Por: Bruno Delgado | Publicado: 26.08.2018
Juan Ignacio Sabatini y el propósito de «La Cacería»: «Nos obliga a mirarnos en el espejo y pensar qué necesitamos cambiar» JUAN_Berlin |
La serie que gira en torno a los asesinatos de las niñas de Alto Hospicio ha abierto preguntas sobre los límites de la ficción a la hora de inspirarse en hecho reales y la relevancia que tiene volver a mirar el pasado reciente de nuestra historia. El director de la producción habló con El Desconcierto sobre estos temas y descarta que se esté estigmatizando a las víctimas reales de los crímenes.

Desde que debutó el 22 de julio, «La Cacería» se ha convertido en una de las exitosas series de la TV abierta de este 2018, promediando 16 puntos de rating en su franja nocturna, contando uno de los episodios más tristes de la historia reciente de Chile. Las muertes de las niñas de Alto Hospicio han vuelto a estar sobre la mesa, reviviendo tanto la negligencia policial y los graves prejuicios que rondaron el caso, como la amargura para las familias que perdieron a sus hijas en medio del abandono de las autoridades.

A dos décadas de que se conocieran los primeros antecedentes de los 14 crímenes por los que fue acusado Julio Pérez, las madres de las niñas han condenado que se vuelva a hablar del caso a través de la ficción protagonizada por Francisco Melo, con guión de Rodrigo Fluxá y Enrique Videla, y dirigida por Juan Ignacio Sabatini, el mismo realizador tras «Los archivos del cardenal» (2011), «Zamudio» (2015) y «12 días que estremecieron Chile» (2017).

El reclamo de las familias al ver representada en la pantalla la historia de los homicidios ha abierto preguntas sobre puntos clave a la hora de recoger hechos reales para llevarlos al terreno de la ficción: ¿Qué rol juegan las personas reales que los vivieron? ¿Cuál es la necesidad de volver los pasos hacia atrás y escudriñar el pasado? ¿Hay límites en los que se puede mover una representación de este tipo? Y de ser así. ¿cuáles son esas fronteras?

«Cuando uno toma un hecho real y lo quiere poner en la ficción hay dos caminos», comenta el director de la serie en conversación con El Desconcierto, quien detalla que un camino es «hacer una recreación fidedigna de los hechos usando parecidos físicos de los actores, nombres reales, yendo al pie de la letra a los eventos», en cambio la otra opción busca «mirar el acontecimiento con cierta distancia, identificar los puntos de interés a tratar y entrar desde la ficción para generar una reflexión».

Para Sabatini, esa es la clave sobre los límites que se deben poner al momento de contar una historia: La diferencia entre una narración audiovisual basada en hechos reales o inspirada, terreno en el que se mueve «La Cacería» según su creador.

– Sobre las diferencias entre lo inspirado y basado en la realidad, ¿crees que quedan claras para el público?

– No creo que haya que ponerse en el papel del espectador en ese sentido, por si es real o ficticio lo que esta viendo. El juego al que se invita al espectador es el de una ficción metida dentro del género policial. Luego está la valoración si es real o no es real. La génesis del proyecto es de una ficción que se nutre de otras cosas para contarte una historia que busca hacer una reflexión a partir del hecho real. Si el espectador se siente o no traicionado, es la decisión que tomará el televidente que tiene el control remoto en la mano para quedarse o no en el programa, elegir si verlo o no.

– ¿Qué es lo que querían contar al volver sobre este caso?

– El clasismo de la sociedad de la época, la negligencia de las autoridades, la misoginia. Básicamente este Chile de finales de los 90 que despreció a un grupo de la sociedad por la condición socioeconómica que tenían. Desde las autoridades a cargo de nuestra seguridad hasta nuestros pares, el resto de la sociedad, porque esta gente fue mirada en menos por vivir donde vivían.

– ¿Cómo tomas los comentarios de las familiares de las niñas asesinadas?

– Los familiares de las víctimas están en su genuino derecho de expresar su dolor y expresar las injusticias del tiempo que duró la no investigación. Están en todo el derecho del mundo de expresar su dolor y nosotros solo tenemos que respetar ese espacio.

Una de las críticas que se repiten cuando se habla de «La Cacería», tanto en las declaraciones de las familias como las  divididas reacciones en redes sociales, es que gran parte de los cinco capítulos estrenados han contado con detalle la arista de la investigación que sigue una red de prostitución en «La Ponderosa», lo que entorpecería la verdadera tesis de la serie. Para Sabatini esto no es así, ya que asegura que ese hilo argumental se aclarará cuando se resuelvan los tres episodios que quedan y que a lo largo de la historia hay varias escenas «editoriales» en las que quedaría claro el punto de vista.

Una de esas escenas es la que se vio en el cuarto capítulo y que destaca el propio director: Guzmán (Alejandro Goic), el dueño del local investigado en la ficción por explotación de menores, se reúne en el desierto con el mayor Mendoza (Erto Pantoja) para comenzar lo que parece una habitual y cruel competencia para matar perros a disparo de escopeta. Con frialdad, e incluso desdén, apuntan y aprietan el gatillo, jugando con el destino del resto desde las alturas. Así es cómo verían estos personajes al resto de Alto Hospicio, todo una representación de la forma en que actuaron las autoridades y las personas en su momento a la hora de encarar la investigación.

– Las familias han señalado que la serie estigmatiza a las niñas, sus hijas.

– Lo que a nosotros nos toca hacer es generar una reflexión a partir de este hecho, que tiene que ver con el trato que recibieron en la época, la estigmatización de la pobreza, la invisibilización de estos eres humanos por una condición socioeconómica determinada. Como lo dice un personaje en el primer capítulo de la serie (Valentina Mühr como Andre, la asistente social que trabaja en el Sename): «Si estas chicas hubieran sido rubias de Iquique las autoridades las hubieran encontrado antes».

– ¿Por qué centrar gran parte de los capítulos justamente en la investigación sobre la prostitución?

– Yendo a la historia, a la ficción con un guiño a la realidad, cuando este tipo (el personaje de Melo) llega a Iquique, nadie había hecho nada, ni si quiera habían ido al colegio a darse una vuelta para ver de qué se trataba el asunto. Evidentemente, lo primero que tiene que hacer este tipo es escudriñar pistas y va a buscar dentro de los lugares donde pudiesen haber señales del paradero. No tiene que ver con atribuirle a las chicas si son o no prostitutas.

– ¿Como producción se contactaron con las familias?

– No

– ¿Esa decisión hasta el día de hoy la mantienen, o te hubiera gustado aproximarse a las familias?

– No, porque al momento de diseñar el proyecto, la decisión fue mirar desde los ojos del policía que viene de Santiago a Iquique a investigar. Eso significa poner el punto de vista desde el extranjero, en los ojos del foráneo, ir abriendo puertas y encontrarse con estas cosas que estamos viendo. Tomamos la decisión de agarrar hitos claves de la investigación y trabajar personajes ficcionados. Hay que pensar que esas cosas son delicadas para mucha gente y no había una necesidad narrativa en contar la historia y meterse ahí en la historia de las chicas reales porque era verdad, me parece un voyeurismo innecesario para una producción que persigue generar reflexiones desde otro punto de vista.

– ¿Cuál es el valor para ti que tiene la serie?

– Es realmente feroz escuchar y revisar el caso y darse cuenta de las formas de actuar de las autoridades de la época. Después las cosas que fueron diciendo en comunicados públicos como el por entonces ministro Burgos, como lo dice Rodrigo Fluxá (en esta entrevista). El valor de hacer estas series es el de revisar nuestra historia y reflexionar sobre la misma. Nos obliga a mirarnos en el espejo y pensar qué necesitamos cambiar.

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