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¿Fue el golpe (in)evitable?: Un comentario crítico

Por: Héctor Ríos | Publicado: 16.09.2018
¿Fue el golpe (in)evitable?: Un comentario crítico coes |
El claro sesgo de izquierda en la composición y análisis de los expositores, constituye un mérito del libro en tanto permite reconstruir las narrativas explicativas y los usos contextuales de la historia que los actores de izquierda tienen respecto del golpe. Esto facilita el contraste entre las narraciones explicativas de los caídos, víctimas y vencidos, con los análisis críticos los discursos justificacionistas de los vencedores, responsables y victimarios.

El libro “¿Fue (in)evitable el golpe? Derechos Humanos: Memoria, Museo y Contexto”*, coordinado por Mauro Basaure y Francisco Javier Estévez, compila 9 artículos destinados a reflexionar sobre el sentido y procesos que configuran el golpe de estado de 1973, su relación con la violación de los derechos humanos y el ejercicio contemporáneo de su memoria. Basado en las intervenciones realizadas en el seminario realizado el 2017 bajo el mismo nombre, la compilación expone una colección diversa de reflexiones en torno al golpe y su simbolización, que ofrece al lector la oportunidad de reflexionar en torno a diferentes diagnósticos históricos sobre la génesis del golpe de estado, su condición de hito histórico y sus vínculos con los procesos políticos contemporáneos.

El libro aparece en un momento de suma pertinencia, donde discursos negacionistas y justificacionistas desafían nuevamente el debate público, cuestionando los avances en la justicia y reparación de las víctimas como los procesos de memoria colectiva vividos por el país. Estos discursos, reemergen vinculados a los recientes actos de impunidad, como la liberación condicional de ex agentes de la dictadura, y la reiteración de las críticas al rol político que cumple el Museo de la Memoria como espacio de memoria y transmisión historiográfica. Como bien señaló durante el lanzamiento Francisco Javier Estévez,  director del MMDH, este texto busca contribuir a la defensa del derecho ciudadano a la memoria y el constante intento de banalización del horror que significó el terrorismo de estado en el país.

Consistente con esta premisa, el libro no busca dar una visión neutral de la genealogía factual del golpe y sus conspiradores, sino defender el ejercicio crítico y pedagógico de la memoria desde el punto de vista de los procesos democráticos y sus alteraciones. Para ello, el libro combina una crítica filosófica a las formas actuales de justificacionismo con una retrospectiva reflexiva sobre los procesos históricos que hicieron del golpe una conspiración efectiva. La primera crítica se realiza desde la defensa del rol del museo y su  contenido histórico. La segunda critica se desarrolla mediante las narraciones de cuatro actores vinculados al gobierno de la UP y su oposición que participaron de uno u otro modo en los esfuerzos por evitar u oponerse al golpe y sus horrores posteriores.

La memoria y el Museo de los Derechos Humanos

En su primera crítica el libro ofrece una reflexión epistemológica respecto a la noción de contexto y sus significaciones en el marco de las narrativas explicativas del golpe de estado. Mediante dos capítulos, Mauro Bausaure se da el trabajo de desmantelar críticamente las narrativas justificatorias  del golpe de estado diferenciando una versión radical y otra moderada. La versión radical, ligada a la extrema derecha, ubica al golpe como una situación inevitable, derivada de una crisis extrema y terminal en la sociedad, cuya única salida era la intervención militar, siendo una épica del horror dictatorial. La versión moderada del justificacionismo, ligada a la derecha liberal, si bien enfatiza la evitabilidad del golpe, lo tiende a justificar apelando a la existencia de procesos previos, donde la sociedad en su conjunto hizo posible al quiebre institucional.

Como enfatiza Basaure, ambas narrativas no solo están presas de un error epistemológico simplista, en tanto ubican los antecedentes como causas únicas y razones necesarias del golpe. También ambas narrativas develan una posición ética indolente, que busca borrar el momento de la responsabilidad histórica que los autores del golpe tuvieron en la planificación y ejecución  de este y en la posterior dictadura cívico-militar. Este esfuerzo indolente y falaz de invisibilización de la responsabilidad de los actores, tiende a disolver el horizonte de justicia y reparación que cualquier historiografía de crímenes y crisis políticas requiere, forzando la impunidad de los victimarios e imposibilitando cualquier aprendizaje histórico posterior. Frente a este indolente absurdo, el autor remarca “El golpe es producto de una decisión golpista que resultó ser macabramente exitosa, y no de una crisis política y social, pues quienes acometieron el golpe siempre pudieron optar por no hacerlo” (p. 118).

La izquierda, su crítica y responsabilidad

En su segunda crítica, el libro ofrece los análisis historiográficos de Pascal Allende, Sergio Bitar, Ricardo Nuñez y Mariano Ruiz-Esquide en torno a la (in)evitabilidad del golpe de estado. Las cuatro reflexiones entregan un análisis fresco sobre los procesos políticos nacionales e internacionales que propiciaron el golpe y la caída de la Unidad Popular, con énfasis en el rol que la izquierda tuvo en la caída del gobierno de Salvador Allende.

El dialogo entre los cuatro expositores permite confrontar versiones diferentes sobre las causas y responsabilidades del golpe. Por ejemplo, Andrés Pascal enfatiza el rol negativo que la ausencia de una política activa de intervención democratizadora de las fuerzas armadas, sumada a la ausencia de una política de organización de autodefensa civil tuvieron en la interrupción de las convergencias anti-golpistas. Por su parte, Sergio Bitar enfatiza las falencias tecnocráticas en la conducción económica del país y en la ausencia de mecanismos de gobernanza, que dieran conducción y estabilidad al gobierno de la UP y su marco de alianzas. Ricardo Nuñez, recalca la importancia de la fragmentación política de la izquierda chilena y la ausencia de una visión realista sobre las relaciones internacionales en la guerra fría y su impacto en las dinámicas de polarización nacional.

El claro sesgo de izquierda en la composición y análisis de los expositores, constituye un mérito del libro en tanto permite reconstruir las narrativas explicativas y los usos contextuales de la historia que los actores de izquierda tienen respecto del golpe. Esto facilita el contraste entre las narraciones explicativas de los caídos, víctimas y vencidos, con los análisis críticos los discursos justificacionistas de los vencedores, responsables y victimarios.

La resistencia a la victimización pasiva de los autores, rehúsa ubicar a la izquierda como víctima absoluta o agente inerte de un proceso inevitable. Al contrario, los expositores logran esbozar un narrativa sobre la responsabilidad estratégica que la izquierda y el rol que sus actores tuvieron en la derrota política del proceso revolucionario. Esta narrativa, posee una teoría fatalista de la historia, donde la violencia reaccionaria será siempre proporcional al proceso de avance y radicalización de los procesos populares. Por ende, todo proceso revolucionario, debe considerar en su estrategia un momento de auto-defensa, capaz de resistir y desmantelar la violencia reaccionaria y la defensa brutal de los privilegios de la élite.

Sin embargo, este fatalismo histórico no deriva nunca en una visión determinista del golpe y la omisión de responsabilidad. Como bien enfatiza Pascal y Basaure, la noción de inevitabilidad de la violencia en la reflexividad de la izquierda no justifica, ni exime la responsabilidad a los autores específicos que participaron del golpe y el horror. Al contrario, esta narrativa defiende una responsabilidad defensiva, vinculada a la insuficiencia estratégica que el despliegue de la izquierda tuvo en relación a la anticipable coordinación mayoritaria de los opositores del proceso revolucionario y su decantación en golpe de estado. Los tonos de amargura, dolor y culpa que los expositores constantemente expresan en sus intervenciones, develan esta responsabilidad y la incapacidad que tuvo la izquierda de confrontar su propio fatalismo.

Sobre este sentido de responsabilidad es que los autores insisten en la insuficiencia estratégica de la izquierda respecto a su propio fatalismo histórico y la importancia de aprender esta lección. Como enfatiza Ruiz-Esquide, en acuerdo con los otros autores, el golpe, como contra-estrategia efectiva al proceso revolucionario, era una un evento evitable, pero altamente predecible y anticipable.

Pero cabe ser cuidadoso con esta premisa y sus efectos historiográficos. La develación de la responsabilidad defensiva y la recuperación de la agencia de las victimas del golpe, nunca puede considerarse un sustituto causal a los agentes y responsables efectivos del golpe y sus horrores. Esta convicción que el libro trasmite constantemente, constituye la crítica más contundente a las formas contemporáneas de justificacionismo, que buscan equiparar constantemente el rol que los extremismos tuvieron en la gestación del golpe y des-responsabilizar a los actores cívicos y militares que lo ejecutaron y permitieron. Como lo recalca enfáticamente Pascal Allende “Lo increíble es que quienes fueron los responsables directos del golpe militar […] siempre han tenido el descaro de intentar traspasar su responsabilidad histórica a quienes se opusieron y fueron víctimas del golpe […] Es un síndrome conocido: los victimarios, para justificar lo injustificable, culpan a las víctimas” (p.36).

*Basaure, M. & Estévez, F.J. (2018). “¿Fue (in)evitable el golpe? Derechos Humanos: Memoria, Museo y Contexto”. Cuarto Propio: Santiago

Héctor Ríos