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En la mira: Gráfica Zapato, cosas que pasan en el Persa

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 12.10.2018
En la mira: Gráfica Zapato, cosas que pasan en el Persa zapato |
Para muchos el persa del Biobío es “el” lugar donde se puede apreciar la identidad chilena actual: una identidad híbrida que emerge entre libros usados, reggaetón, antigüedades, postales olvidadas, fotografías de autor desconocido, muebles de segunda mano y artículos de computación. El barrio es hoy patrimonio y testigo de otra época. A pesar de llevar pocas semanas como locatarios, el par de dibujantes ya lo ha notado. ¿Cómo es un día en el persa?, pregunto.

A locales como La Picá del Grabado y Galería Taller de Mono, atendidas por los propios artistas, se suma una nueva tienda y librería dedicada a las artes gráficas en el Persa Santa Rosa. Gráfica Zapato se ubica en el local 11 del galpón 2, en medio objetos de decoración y muebles antiguos. Y muy cerca de donde ahora funciona la Factoría Santa Rosa, fundada por los descendientes de Elías Musalem, quien en 1945 creó la fábrica textil Musalem y cuyos galpones hoy dan vida a una sección del persa o a uno de los persas, porque son varios aunque erróneamente solemos englobar todo como el persa del Biobío.

A Gráfica Zapato se puede llegar ingresando en el número 2260 de Santa Rosa. Allí el visitante se encontrará con los dibujantes Marcelo Escobar y Marcelo Baeza. “La tienda es una mezcla de venta de artes gráficas + librería chilena. La generación de obras de nuestra autoría y la reproducción en tirajes limitados por medio de diferentes formas de artes gráficas (impresiones Giglée, serigrafías, risografías y originales) es la esencia de la tienda. Cada pieza va firmada y numerada. A esto sumamos un selecto catálogo de libros relacionados con las artes gráficas, el dibujo, la ilustración, el diseño, el patrimonio, los pueblos originarios, la pintura, la fotografía y la poesía chilenas”, relata Marcelo, ilustrador de libros para diferentes editoriales y ganador del Premio Amster/Coré al Diseño y la Ilustración Editorial por su libro Mito del Reyno de Chile, invención ilustrada de un Chile secreto (LOM, 2012).

Para muchos el persa del Biobío es “el” lugar donde se puede apreciar la identidad chilena actual: una identidad híbrida que emerge entre libros usados, reggaetón, antigüedades, postales olvidadas, fotografías de autor desconocido, muebles de segunda mano y artículos de computación. El barrio es hoy patrimonio y testigo de otra época. A pesar de llevar pocas semanas como locatarios, el par de dibujantes ya lo ha notado. ¿Cómo es un día en el persa?, pregunto. Marcelo ya le sacó la foto al espacio:

“La mañana comienza con un café y un panqueque entregados con una sonrisa desde nuestra cafetería favorita, con los saludos de los vecinos, un perpetuo desfile de personajes extravagantes que circula por los pasillos con el correr de las horas –responde–. Leonor Parra, poeta de sensibilidad, hija de don Roberto Parra, se ocupa de un local cercano con sus grandes ojos claros. Nuestro vecino Jota, vestido como un dandi del trópico, atiende un local que parece reunir los colores de Latinoamérica y coloca la música que resume los sonidos del cancionero del continente (el soundtrack del persa). Por otra parte, los finos tejidos del altiplano boliviano se arrumban sobre sillas y mesas recicladas con exquisito gusto. El maestro Zenén Vargas, antiguo letrista de las micros de colores se instala a vender esas joyas de nostalgia en forma de cuadrados de cholguán pintados con látex. En otro galpón, el veterano Mono González se atrinchera con sus potentes xilografías, pájaros y grandes rostros que parecen gritar desde las paredes. A unos metros el talentoso Chako exhibe sus letreros que destilan gráfica popular, una mezcla aprendida en las calles de Lima y mezclada con la estética de barrios populares como la Vega. En esos galpones llenos de historia palpita lo cotidiano, lo elemental, la gracia y el encanto del arte popular, sin adornos, vibrando entre el olor a pescado frito y los letreros esmaltados de los tiempos de la cocoa Raff”.

El artista Mono González, que tiene su local un galpón más allá, en el persa Víctor Manuel, tiene una visión muy clara al respecto: “A mí como pintor me interesa estar aquí, es retroalimentación en muchos sentidos. Es lo mismo que cuando voy a pintar un mural en la calle. Puede ser gratis, pero vuelvo a mi taller cargado con muchas ideas. Esto es nuevo para Chile, pero en los mercados de Europa donde venden pollos también hay arte”, me dijo entusiasta un día de invierno compartiendo un mate. En pocos años él y su hijo Sebastián González han convertido a la Galería Taller en un epicentro de arte y punto de reunión de artistas. Otro maestro del arte, Guillermo Núñez, ha estado ahí mismo junto a Mono, vendiendo obras originales en un intento por hacer del público el auspiciador de su próxima exhibición, en rechazo a las grandes empresas que lavan imagen auspiciando arte. Cosas que pasan en el persa.

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