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Gomez Gittermann, la pistola de la vergüenza

Por: El Desconcierto | Publicado: 14.11.2018
Gomez Gittermann, la pistola de la vergüenza luis gomez gittermann |
Las comunidades Mapuches tienen un apego espiritual y cultural, religioso a la tierra y sus lugares sagrados. Precisamente, en una ceremonia de carácter religioso, es que el latifundista irrumpe armado, en contra de mujeres, ancianos, niños y hombres. ¿Qué pasa por la cabeza de una persona para interrumpir una ceremonia espiritual de otra? ¿Cuál es su motivación?

La tarde del domingo 11 de Noviembre, se hizo viral en redes sociales un registro donde un terrateniente identificado como Luis Gómez Gittermann aparece apuntando y percutando al menos cuatro disparos en contra de los integrantes del lof Challupen.

Para algunas personas, poco interiorizadas en el conflicto de los colonos y terratenientes en contra de las comunidades Mapuches, puede ser un hecho aislado. Algunos, guiados por la prensa tradicional, incluso podrían llegar a justificar el accionar delictual de esta persona diciendo que estaba protegiendo “su propiedad”… nada más alejado de la realidad.

Las comunidades Mapuches tienen un apego espiritual y cultural, religioso a la tierra y sus lugares sagrados. Precisamente, en una ceremonia de carácter religioso, es que el latifundista irrumpe armado, en contra de mujeres, ancianos, niños y hombres. ¿Qué pasa por la cabeza de una persona para interrumpir una ceremonia espiritual de otra? ¿Cuál es su motivación? La situación, desde el punto de vista religioso, es asimilable a soldados israelíes interrumpiendo una boda Palestina porque no se pueden casar en terreno ocupado por Israel.

Cuando interrumpes por la fuerza en el culto de otras personas es porque no consideras a esa persona o grupo como individuos legitimados para practicar algún culto, en definitiva, no los consideras humanos.

Lamentablemente, no estamos ajenos a este tipo de pensamiento retrógrado y racista, es cosa de ver el nivel de odio racial en contra de las comunidades mapuches que expresan muchas individuos en redes sociales (amparados por el anonimato), o ver el trato denigrante con el cual ataca el Alcalde de Temuco Miguel Becker a las vendedoras horticultoras y de frutas de las comunidades mapuches. ¿Cómo olvidar el trato denigrante de Carabineros de Chile, ampliamente documentado en contra de las comunidades mapuches?.

Sumando a esto el montaje de la Operación Huracán, a Alex Smith con su fraude de programa antorcha, las paupérrimas garantías jurídicas que tiene un imputado cuando se le aplica la Ley Antiterrorista, los variados casos de autoatentados con sentencia de tribunales por los cuales los dueños de camiones pretenden cobrar millonarios seguros (no importando si por estos hechos encarcelan a mapuches inocentes), solo podemos decir que el Estado de Chile, muchos de sus agentes y grupos paramilitares como el comando “Hernán Trizano” o el latifundista Jorge Temer San Martín (a quien el  2012 se le encontró un verdadero arsenal de guerra en su domicilio) no consideran a las comunidades mapuches como algo más que una linda postal turística cuando son funcionales a sus intereses, no como humanos sujetos de derechos y deberes.

Naciones Unidas ha expresado en reiteradas ocasiones su preocupación por la situación del pueblo mapuche, instando a no aplicar la Ley Anti Terrorista en el proceso de recuperación de tierras del pueblo mapuche, instando a las partes a dialogar respecto a la huelga de hambre de Celestino Córdova para poder ir a su Rewe (petición que curiosamente no era atendida arbitrariamente, siendo también fundamental para la espiritualidad mapuche).

¿Es necesario recordarles a estos grupos que los mapuches son humanos? Al parecer sí. El 2018 se conmemora el 70º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la cual se basa en el máxima que debería inspirar toda sociedad “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Es lamentable que debamos recordarle esto a las fuerzas policiales, fiscales y autoridades de la zona, que debemos respetar los Derechos Humanos y que Chile es Estado parte del convenio 169 de la OIT que, entre otras obligaciones para el Estado, en su artículo 13, numeral 1, indica “1. Al aplicar las disposiciones de esta parte del Convenio, los gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación.”

La Constitución Política de la República, indica en el artículo 19 “Asegura a todas las personas: N°6 La libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público”. El Estado debe de actuar ante esta flagrante violación a la Constitución, ya que este hecho reviste la misma gravedad que la quema de una iglesia o poner una bomba en la Catedral, casos en los que el Estado no se ha demorado en poner querellas y recursos para encontrar a los responsables.

Como izquierda tenemos muchas tareas. La primera es ocupar todos los medios a nuestra disposición para frenar el racismo en contra de los pueblos originarios en general. La segunda es denunciar por todos los medios de comunicación los delitos de odio en contra de las comunidades mapuches, sean cometidos por particulares o por agentes del estado. La tercera, y quizás la más importante, es, con la participación y Protagonismo de las comunidades mapuches, buscar una solución política, perdurable y consensuada con las comunidades, no con el gobierno de turno, al mal denominado “conflicto mapuche”, solución que debe tener, como mínimo, la devolución de tierras y la aplicación efectiva del Convenio 169 de la OIT, el respeto al medio ambiente y el desarrollo local. No se trata de un nuevo trato entre un conquistador y conquistado, si no que iniciar una nueva era de relaciones entre nuestras naciones. Quizás deberíamos partir por ahí, aceptar de una vez que Chile es un país plurinacional, donde todas sus naciones debemos convivir sin pasar una sobre las demás.

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