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Periodista detenida ilegalmente en manifestación por Camilo Catrillanca en Temuco fue obligada a desnudarse dos veces

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 22.11.2018
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Tras el asesinato de Camilo Catrillanca, Carabineros ha liderado una serie de detenciones arbitrarias en contra de quienes se han manifestado en las calles exigiendo el fin de la represión para el pueblo mapuche. Javiera, quien registraba el actuar policial en medio de una marcha, asegura que la policía busca «dañar psicológicamente a las personas que estamos movilizadas».

El pasado jueves en la noche, Javiera* participaba de una manifestación en Temuco por el asesinato de Camilo Catrillanca cuando un grupo de Carabineros irrumpió en la plaza y comenzó a realizar detenciones. En su rol como periodista y trabajadora de una plataforma de comunicación independiente, así como de encargada de Derechos Humanos de la U. de La Frontera, la joven decidió quedarse a registrarse el actuar de la fuerza policial.

Mientras tomaba distancia para grabar, Javiera vio cómo un uniformado golpeaba a una mujer mayor con su escudo, quien estaba preguntando por su hijo y andaba acompañada de un niño pequeño. La joven le pidió que se detuviera, le dijo que no podía hacer eso y la respuesta del carabinero fue: «Ya, arriba».

Entre cinco funcionarios procedieron a detenerla: le golpearon la espalda y uno la tomó por el cuello y la asfixió con su brazo alrededor del cuello. Javiera les dijo que era periodista, que estaba trabajando en registrar las detenciones, pero no le hicieron caso. En la micro policial, los funcionarios la amenazaron con romperle el teléfono si seguía intentando filmar.

Primero la llevaron a ella y a otras 6 mujeres a la 2da Comisaría de Temuco, esposadas. Las subieron a la micro policial y luego las trasladaron a constatar lesiones. Ahí, Javiera comentó que estaba menstruando y necesitaba cambiarse y pidió algo para el dolor. Le pasaron un ibuprofeno y luego las llevaron a la 8va Comisaría.

«Ahí nos hacen el proceso de desnudamiento. Eran carabineras de apellido Romero, Muñoz y Amigo. La carabinera que me llevo a constatar lesiones y que me trató de manera violenta era de apellido Romero. Ella me apretó el brazo, tengo un moretón todavía, me dijo ‘camina más despacio, tal por cual'», relató la joven.

Ante su insistencia, los funcionarios replicaban que debían seguir con el procedimiento, pero que no se encontraban en calidad de detenidas, por lo cual le negaron la lectura de sus derechos. Entonces, una de las carabineras la revisa y le pide demostrar que está menstruando.

«Me saco la parte de arriba, me tapo, luego me bajo los pantalones. Después me pasan a una celda junto a las 6 chicas con las que estaba. En ese proceso una de ellas comenta que la obligaron a hacer cuchillas desnuda. Ahí nos hacen firmar una serie de papeles y repetían que no estábamos detenidas porque el fiscal a la 1 dio la orden de liberar a todos», explica.

Luego apareció otro carabinero para decirles que aún no estaban en libertad y que las trasladarían de regreso a la 2da Comisaría para darles «el visto bueno». Las mujeres fueron trasladadas nuevamente en una micro de Carabineros donde iban hacinadas, con dificultades para respirar. Según cuenta la periodista, los conductores frenaban a propósito para provocar que se golpearan adentro.

«Carabineros busca dañar psicológicamente a las personas que estamos movilizadas y activas»

«Cuando llego a la 2da comisaría me dicen que tengo que firmar y hacer el proceso de desnudamiento otra vez. Nunca dieron razones pero insistían que debían seguir, que lo que pasó en la 8va no tenía nada que ver y que por lo tanto yo debía cooperar con lo que se estaba realizando», describe Javiera.

Al oponerse a desnudarse por segunda vez, las uniformadas le advirtieron que si no colaboraba no la dejarían salir. Resignada, Javiera tuvo que acceder. Pese a haber pedido el baño para cambiarse a las 11 de la noche, recién a las 4 am, después de mucho insistir, pudo ocuparlo y tomar un ibuprofeno para el dolor menstrual.

«Era un baño sucio, indigno, al lado de las celdas de los hombres y con una puerta minúscula», describe. Les dieron la libertad recién a las 7.30 de la mañana: «Nuevamente me hicieron firmar papeles que tenían un domicilio que no corresponde a ninguno de los domicilios que tengo», añade.

A juicio de Javiera, lo que busca Carabineros con este tipo de detenciones «es dañar psicológicamente a las personas que estamos movilizadas y activas. La gente ya no denuncian estos casos por miedo, porque los procesos son largos y de exposición mediática. Hay que denunciar estas cosas porque Carabineros hace y deshace, han visto que tienen esa facultad para hacer lo que quieran».

Fueron, en total, cerca de 10 horas detenidas. La periodista, estudiante de magíster, no entiende por qué las trasladaron entre dos comisarías para realizar el mismo procedimiento, tampoco sabe por qué pasó tanto tiempo para que las liberaran.

«Acá en la región es demasiada la violencia y represión. Yo trabajo en la Universidad de La Frontera y es impresionante cómo hay helicópteros todo el día dando vueltas», recalca.

*Javiera pidió resguardar su verdadera identidad en este artículo.

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