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Represión y paranoia

Por: Diamela Eltit | Publicado: 11.12.2018
Represión y paranoia |
Cómo decirles a esos estudiantes que ese “asco” que les provoca leer a Lemebel es complejo y puede ser analizado como una mera oscura represión inoculada por el aparato social enclavado en viejos imaginarios. Que esa represión se devuelve en violencia y la violencia se ejerce ahora contra la letra. Se ha desencadenado un problema literario que los escritores tenemos que considerar: hoy es Pedro Lemebel, mañana podría haber un nuevo veto.

Me pregunto por qué los estudiantes secundarios se negaron a leer “La esquina es mi corazón” de Pedro Lemebel. Este hecho elocuente y quizás inédito obliga a pensar más ampliamente en la homofobia como una producción social incubada en tanto terror (y quizás deseo reprimido) en el espacio social adolescente. Una forma homofóbica y machista tan vociferante que alcanza a la literatura y abre un signo de alerta para los escritores.

No vale la pena pensar que estos mismos alumnos en otros tiempos culturales se habrían negado a leer a Augusto DHalmar, a José Donoso y su impactante “Lugar sin límite”, al argentino Manuel Puig, al cubano Reinaldo Arenas y para qué seguir.

Me he preguntado también, en estos días, cómo será el comportamiento de estos alumnos frente a un compañero homosexual, qué terribles signos de rechazo se dejan caer sobre los adolescentes gays que estudian en ese colegio. Jóvenes obligados día tras día, hora tras hora a compartir el mismo espacio con sus (aparentes) iguales. Alumnos que están recorridos por una asombrosa paranoia sexual, de tal magnitud, que con seguridad los obliga a rechazar a sus compañeros gays de manera absorta y pulverizan así la posibilidad de formar una comunidad en el interior del mundo en que habitan. Jóvenes que empujan al abismo a compañeros que transitan una subjetividad diversa y más que integrarlos como uno más, generan en ellos una vida escolar ultra traumática que no podrá ser olvidada.

La agresividad de estos jóvenes es producida por un sistema familiar que los amenaza simbólica o materialmente con el fantasma de la homosexualidad como estigma. Más adelante son ellos mismos los que potencian los mensajes sociales envuelto en un machismo y una homofobia que amplifica una actitud primitiva y voraz. En suma, esas fobias ligadas a una absurda superioridad portan un peligro latente que es legible en diversas escenas sociales aterradoras.

Pedro Lemebel es un autor que abordó el sujeto homosexual desde perspectivas cruzadas por el humor y el desparpajo. Su proyecto puso de manifiesto una subjetividad gay siempre atada a los espacios vulnerables. Se volcó a resguardar la memoria de los crímenes de la dictadura y mantuvo una línea imperturbable contra las políticas neoliberales. Abogó por una sociedad más igualitaria. Lo hizo desde su condición homosexual como un acto emancipador que apuntaba a la liberación y al reclamo por la desigualdad social y su estela de pobreza.

Pedro Lemebel es un autor que se inscribió de manera intensa en los cánones de la literatura Latinoamericana y es un referente que aparece una y otra vez en los estudios académicos. Una vez y otra.

Ante esta revuelta homofóbica y machista habría que retomar una de las peticiones más importantes del movimiento feminista con las que marcaron y demarcaron el año 2018 las universitarias chilenas: La batalla por una educación no sexista. Es precisamente desde la enseñanza donde hay que trazar un espacio otro signado por el reconocimiento de la sociedad como un campo plural y ver la diferencia ya no desde la ecuación superior e inferior sino desde la igualdad.

Cómo decirles a esos estudiantes que ese “asco” que les provoca leer a Lemebel es complejo y puede ser analizado como una mera oscura represión inoculada por el aparato social enclavado en viejos imaginarios. Que esa represión se devuelve en violencia y la violencia se ejerce ahora contra la letra. Se ha desencadenado un problema literario que los escritores tenemos que considerar: hoy es Pedro Lemebel, mañana podría haber un nuevo veto.

Bolsonaro, el actual Presidente de Brasil, dijo que prefería un hijo muerto antes que gay. Esa misma fobia parece habitar en los alumnos chilenos. Estoy segura que Pedro Lemebel habría escrito una crónica incisiva y pertinente, siempre resguardado en el humor, donde habría deconstruido a Bolsonaro. Y, desde luego, otra crónica para burlarse del terror que provoca la lectura de un libro suyo en los estudiantes locales.

La censura ejercida por los estudiantes es alarmante porque semejan a ancianos más que conservadores. Un grupo de ancianos disfrazados de estudiantes parapetados en medio de un antiguo carnaval de fantasmas.

Diamela Eltit