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La lucha de Simone de Beauvoir por la libertad de los cuerpos que quisieron hacer pasar como apología a la pedofilia

Por: Bruno Delgado | Publicado: 27.12.2018
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Todo radica en un texto firmado en 1977 por De Beauvoir y otros 50 intelectuales como Roland Barthes, Gilles Deleuze, Jean-Paul Sartre y André Glucksmann, por nombrar algunos, en el que cuestionaban a la ley francesa por lo que denominaban una contradicción.

Simone de Beauvoir fue otra de las víctimas, junto a a diputada Camila Vallejo, de las mentiras que difundió Gonzalo de la Carrera, quien viralizó una noticia e información falsa sobre la escritora y filósofa francesa, que aseguraba que era una defensora de la pedofilia. Pero, por supuesto, esto no es cierto.

De la misma manera en que no tuvo problemas para creer una frase inventada en que la parlamentaria PC pedía «recuperar el derecho a la pedofilia», tampoco se complicó para compartir enlaces a sitios web conocidos por difundir falsedades que intentan hacer pasar por noticias que aseguraban que la autora de «El Segundo Sexo» había firmado un tratado para legalizar las relaciones entre niñas y niños con adultos.

Todo radica en un texto firmado en 1977 por De Beauvoir y otros 50 intelectuales como Roland Barthes, Gilles Deleuze, Jean-Paul Sartre y André Glucksmann, por nombrar algunos, en el que cuestionaban a la ley francesa por lo que denominaban una contradicción. Pero primero hablemos del contexto.

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En ese año, tres hombres, Bernard Dejager, Jean-Claude Gallien y Jean Burckardt, fueron llevados a juicio por mantener relaciones con niños de 13 y 14 años. Momento en que la justicia de Francia estipulaba la edad de consentimiento desde los 15 años. En el juicio los menores aseguraron haber sido conscientes y que todo fue consentido. Los acusados fueron condenados.

Es en esta situación que la escritora defensora del aborto y de los derechos de las mujeres desde el feminismo, junto a otros pensadores de la época, se cuestionaron cómo podía ser que la Ley fuera capaz de juzgar por otros delitos a niños y niñas menores de 15 años, pero les negara  el derecho a decidir sobre sus cuerpos. Así lo deja claro este párrafo del documento y que te traducimos a continuación.

«Las leyes francesas se contradicen a sí mismas si reconocen la capacidad de discernimiento en un menor de 13 y 14 años, en tanto son capaces de ir a juicio y ser sentenciados, pero les niega la misma capacidad respecto a su vida emocional y sexual», apuntaban en el texto firmado por la escritora de las novelas «La Mujer Rota» y «La Sangre de los Otros».

La discusión de fondo en el debate de fines de siglo XX que propusieron no era la validación de la pedofilia, sino que las incongruencias en una ley que reconoce ciertas capacidades en ciertos momento y en otras no. Para De Beauvoir, se les debía tratar como adultos en ambas o ningún caso.

Todo, en momentos en que las conversaciones en la Francia de la década del 70 giraban en torno a la libertad del individuo por sobre cualquier cosa y que el Estado no podía entrometerse; y en años en que las concepciones sobre infancia eran diferentes a las que se tienen hoy, en que se sabe que las relaciones entre adultos y niños y niñas están vinculadas al ejercicio de poder y que el consentimiento difícilmente sea tal.

Es por lo anterior que tantas firmas se reunieron alrededor de este texto en que problematizaban un juicio no para correr las barreras de las relaciones permitidas entre mayores y menores de edad, sino cuestionar los principios de las mismas leyes y definir nuevos parámetros de las libertades personales.

Así lo recordó la historiadora María José Cumplido, autora de «Chilenas rebeldes y Chilenas: la historia que construimos nosotras», quien en un aclarador hilo en su cuenta de Twitter repasó esta historia y zanjó con datos la llamada «fake news» de De la Carrera. Cumplido remató con esta frase: «Hoy tenemos otras nociones sobre infancia y sabemos que el consentimiento no siempre es libre, por lo que me parece que hemos avanzado al respecto. Beauvoir jamás defendió la pedofilia, defendía la libertad absoluta sobre los cuerpos. El debate es ese. Lo otro es no saber leer».

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