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De Feminismos, avances y esperanzas

Por: Claudia Dides Castillo | Publicado: 31.12.2018
De Feminismos, avances y esperanzas A_UNO_marcha aborto libre gratuito y seguro | / AgenciaUno.
La violencia contra las mujeres sigue teniendo muchas formas de expresión. El largo recorrido por visibilizar la violencia de género desde la década los 90 y con un fuerte movimiento feminista que ha acompañado a las mujeres, sigue siendo parte de nuestra agenda. En el 2018 se han registrado 56 femicidios, pese a que existe una ley desde el 2010, pero ésta sólo considera los asesinatos de mujeres perpetrados por sus parejas o exparejas, reduciéndolo a las relaciones familiares tradicionales, con o que se desconocen los asesinatos a mujeres por misoginia, sometimientos, control de la sexualidad y reproducción de las mujeres, perpetrados por conocidos, amigos, desconocidos, clientes y los crímenes de odio contra las lesbianas. Se fue el año sin tener una ley integral de violencia de género, y el machismo sigue matando..

Empezamos el año 2018 con una “Mujer Fantástica”, Daniela Vega llegó para agitar lo más profundo del conservadurismo chileno, la agenda pública fue remecida por esos días con uno de los temas vedados en la historia de Chile: la identidad de género. Ganamos un premio Oscar, y nos estremecimos mirando la TV con nuestra querida Daniela, que pasaba a la historia como la primera transgénero que ganaba un premio de esta naturaleza en un país lejano, una especie de nueva Gabriela Mistral que tuvo que ser reconocida afuera, antes que en su propio país. Por esos días temblaban los poderes fácticos, en particular la iglesia católica -que ya estaba bien a maltraer con la denuncia de valientes hombres y mujeres sobre los abusos sexuales a los que fueron sometidos por sacerdotes- en el marco la visita del santo padre, a quien la jerarquía eclesiástica le negaba la existencia de tales abusos. Pero, por más que los medios de comunicación tradicionales le hicieron propaganda con especiales maratónicos, matinales y especialistas en la curia romana, no lograron que la gente, más sabia, llenara los espacios públicos adornados para recibir a su Santidad. Su Santidad se iba del país no escuchando la voz de los abusados y blanqueando a los abusadores.

Mientras tanto en Chile se debatía malamente sobre el reconocimiento de la diversidad sexual, en pasillos políticos con olor a naftalina. Los argumentos más siniestros aparecieron desde los rincones ocultos del alma de Chile para no reconocer la otredad, frase para el bronce de políticos que llamaban a tener un debate con “altura de mira”, frase recurrente cuando se quedan sin argumentos. Hoy tenemos ley de identidad de género, un gran avance sin duda, gracias al trabajo de muchas personas y organizaciones sociales, sin embargo, y como todo lleva letra chica en nuestro país, sólo se reconoce tal derecho hasta cierta edad y los niños y las niñas menores de 14 años quedan fuera, sin ser sujetos de derecho, mientras, por otro lado, la derecha recalcitrante busca poder criminalizarlos ante el incremento de la delincuencia.

Pero no sólo este hecho hace parte de un año glorioso para las luchas feministas y de la diversidad sexual. El “mayo Feminista” removió nuestras vidas, haciéndonos recordar el mayo del 68 con su frase “la imaginación al poder”, cuando los y las jóvenes del mundo cuestionaron el sistema transformándose en un movimiento universal rebelde, idealista, libertario.

Sin duda el estallido feminista a lo largo de todo el país ocurrido entonces hará que este 2018 será recordado como una de las noticias más importantes que acontecieron en el país. Este no es un movimiento nuevo, pues el feminismo tiene larga historia en el mundo y en Chile; en la primera ola, las sufragistas lucharon por la ciudadanía de las mujeres, conquistando el derecho a voto recién en el año 1949; también lucharon por el derecho a la educación, entre otros. Una segunda ola sin duda es el movimiento de mujeres y feministas que luchamos contra la dictadura cívico militar, poniendo relieve a la acuñada frase “Democracia en el país y en la casa” y luchando por la vida.

En la tercera ola del feminismo, el estallido de este 2018 trae a la vanguardia a las jóvenes, a nuevas actoras sociales. Las feministas universitarias y secundarias levantan la voz para dar cuenta de los abusos y acosos sexuales perpetrados por profesores universitarios. Paralizaron las casas de estudios, se tomaron las calles y a pecho descubierto marcharon libremente por cada una de las ciudades de Chile durante largos meses, para conquistar derechos al interior de sus casas de estudio y en la sociedad. Por supuesto que este estallido tiene asimismo una historia reciente, que se dio en torno a la fuerte pugna política ideológica sobre el derecho a decidir, expresado en el debate sobre la ley de aborto tres causales.

La lucha contra la violencia ejercida contra las mujeres también tuvo una expresión a nivel latinoamericano con el lema #NiUnaMenos, #TeCreoHermana, que vinieron a remover los cimientos de una sociedad patriarcal. Las bisabuelas, las abuelas, las madres, las hijas, las nietas eran parte de esta historia de más de un siglo donde cada una de ellas levantó la voz en determinados momentos históricos dando a conocer el abuso y esclavitud a las que vienen siendo sometidas las mujeres en Chile.

La lucha de las jóvenes duró varios meses, y la opinión pública comienza a transformarse, a reconocer la violencia y la opresión contra las mujeres, salieron a la luz pública agresores sexuales reconocidos en los medios de comunicación, y entonces el “#MeToo” tenía también una expresión en nuestro largo y angosto país. También nacieron muchos colectivos feministas a través de todo el territorio nacional con nombres que expresaban los secretos guardados, las furias contra la opresión, se establecían conversaciones entre las más viejas y las más jóvenes. Las voces de mujeres reconocían en sus propias experiencias el abuso de poder y el abuso sexual perpetrados en espacios públicos y privados. Pero el movimiento feminista actual no se reduce al acoso y violencia sexual, sino que ha devenido en un movimiento identitario, en que las mujeres cuestionan en todas las esferas todos y cada uno de los fundamentos de una sociedad patriarcal que viene conculcando por siglos los derechos de las mujeres. Los cánticos como “Alerta, alerta, alerta machista, que todo el territorio se vuelva feminista”Arriba el feminismo que va vencer, que va a vencer, Abajo el patriarcado que va a caer, que va a caer” hacen parte de las marchas y convocatorias.

En julio los pañuelos verdes traspasaban la frontera, las argentinas se habían levantado, exigiendo aborto legal y seguro, América Latina se llenó de verde. La marcha más numerosa se hacía en distintos lugares del país, en Santiago se llenaba la Alameda con consignas de aborto libre, legal, seguro y gratuito, yendo más allá de las tres causales recientemente aprobadas. Mujeres de todas las edades marchamos reivindicando el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, haciendo un llamado a contar nuestras historias reproductivas silenciadas por el patriarcado. Tres compañeras fueron acuchilladas, tres mujeres fueron violentadas nuevamente por el patriarcado, las primeras manifestaciones de los neofascistas, que no lograron borrar el pañuelo verde presente en cada mochila, cuello, pulsera, expresando un grito de libertad: “sobre mi cuerpo decido yo”. Un nuevo atropello a nuestros derechos se expresó en la resolución del atrabiliario Tribunal Constitucional -institución que se dedica a cuidar la Constitución creada entre cuatro paredes en el marco de la dictadura cívico militar- sobre la ley de aborto por tres causales, reconociendo el absurdo derecho a la objeción de conciencia institucional, un nuevo artilugio de la oligarquía dirigente para obstaculizar el derecho a decidir, otorgándole “conciencia” a las instituciones -la misma que no esgrimieron cuando se ha enjuiciado a uniformados por crímenes de lesa humanidad, evitando con ello enjuiciar a quienes jerárquicamente dieron las órdenes de matar y torturar, para evitar llegar a Pinochet- y dejando a miles de mujeres sin el derecho a una atención plena en salud en clínicas y hospitales clínicos del país.

La violencia contra las mujeres sigue teniendo muchas formas de expresión. El largo recorrido por visibilizar la violencia de género desde la década los 90 y con un fuerte movimiento feminista que ha acompañado a las mujeres, sigue siendo parte de nuestra agenda. En el 2018 se han registrado 56 femicidios, pese a que existe una ley desde el 2010, pero ésta sólo considera los asesinatos de mujeres perpetrados por sus parejas o exparejas, reduciéndolo a las relaciones familiares tradicionales, con o que se desconocen los asesinatos a mujeres por misoginia, sometimientos, control de la sexualidad y reproducción de las mujeres, perpetrados por conocidos, amigos, desconocidos, clientes y los crímenes de odio contra las lesbianas. Se fue el año sin tener una ley integral de violencia de género, y el machismo sigue matando.

Para finalizar el año 2018 se cerró con el grandioso “Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan”, dos días repletos de energía con más de 1.500 mujeres de todo el país conversando, debatiendo sobre la agenda feminista de nuestro país. Todos los colores se expresaron en ese gran círculo de energía, mujeres diversas alzaban la voz para revindicar el derecho a existir sin ningún tipo de opresión, más de once temáticas hacen parte de la nueva agenda feminista. La alerta feminista comienza a recorrer todo el territorio chileno.

Ante esta oleada feminista, los hombres reaccionan sorprendidos, a la defensiva y, algunos, hasta de manera violenta y descalificadora, desorientados por un mundo que cambia aceleradamente y que los obliga a pensarse de nueva manera, a tomar conciencia de su propio patriarcalismo que jamás antes se habían cuestionado, alterando profundamente su visión de lo “normal”. “Desestructuración cognitiva” le llaman los especialistas, para significar remoción hasta sus cimientos de viejas creencias y verdades, que obliga a replantearse toda la arquitectura de conocimientos y valores sobre los cuales se ha organizado nuestra vida, visión y conductas.

Pero, como otros procesos lo señalan, llegarán nuevas mesetas, con una nueva realidad de igualdad de género ya asentada y con nuevas reglas del juego, en que hombres y mujeres vivamos en paz, con iguales derechos y deberes en un sistema no patriarcal.

Claudia Dides Castillo