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La cobertura de José Antonio Kast en los medios: ¿Informar o amplificar su discurso?

Por: Meritxell Freixas @MeritxellFr | Publicado: 16.01.2019
La cobertura de José Antonio Kast en los medios: ¿Informar o amplificar su discurso? kast | Foto: Agencia Uno
El Desconcierto abre el debate con académicos y periodistas sobre cómo los medios tratan o deberían tratar los temas sobre movimientos y partidos de ultraderecha. ¿Hay que darle tribuna a José Antonio Kast y su discurso? ¿Cómo tiene que ser la cobertura de notas protagonizadas por el líder de Acción Republicana?

La irrupción con fuerza del ex diputado y ex candidato presidencial José Antonio Kast en la encuesta Criteria, donde se colocó al frente de la lista abierta de candidatos para llegar a La Moneda, con un 12% de los apoyos, instaló su nombre al centro de titulares, columnas de opinión y debates, pese a las críticas que reciben sus propuestas y de haber sido acusado de promover discursos de odio.

Ante la amenaza que su retórica supone para las minorías y el aumento de su popularidad en medios y redes sociales, hace unas semanas, el actor Héctor Morales puso en marcha una campaña en su contra en la que hizo un llamado a no “visibilizarlo”, es decir, no nombrarlo, ni responderle o hacer retuit a sus mensajes. La iniciativa fue replicada por el actor Pablo Schwarz, quien impulsó en su cuenta de Twitter una nueva campaña virtual bajo el hashtag #BloqueaAPinochet #BloqueoAlNazi.

El debate que se abrió en Chile, sobre dar o no tribuna a voces como la de Kast, se inició hace unas semanas en España bajo una lógica muy similar, luego de la entrada  del partido de extrema derecha Vox en el parlamento andalúz con más de 12 escaños y 400.000 votos. A raíz del alza del partido ultra, políticos y ciudadanos apuntaron a los medios de comunicación como responsables, en parte, de su éxito por haber entregado un excesivo protagonismo a un partido que hasta hace poco no tenía representación institucional. Criticaron que replicar su discurso fascista fomentó su avance entre los sectores de la población más desfavorecidos gracias, también, a una diseñada estrategia en redes sociales.

Ante el efecto rebote que la llegada de Jair Bolsonaro en Brasil ha provocado en la extrema derecha chilena, que vocifera aún más cómodamente su discurso, El Desconcierto abre el debate con académicos y periodistas sobre cómo los medios tratan o deberían tratar los temas sobre movimientos y partidos de ultraderecha. ¿Hay que darle tribuna a José Antonio Kast y su discurso? ¿Cómo tiene que ser la cobertura de notas protagonizadas por el líder de Acción Republicana?

Margarita Pastene, presidenta del Colegio de Periodistas

margarita pastene

Debiéramos restringir las tribunas a los grupos de odio que fomentan la homofobia, la misoginia y niegan los crímenes de lesa humanidad, el negacionismo, etc. porque lo único que hace es dañar a la ciudadnía y crear situaciones complejas para la convivencia armónica de la sociedad. No obstante, desde el punto de vista periodístico, necesitamos informar y advertir a la ciudadanía de este tipo de personajes. Ocultar es contra producente y ahí es donde está la deontología del periodista para situar estos discursos en un contexto y dejar claro de que se trata y no ser altoparlante y contribuir a amplificarlos. No podemos negar que están y existen estos personajes, pero hay que agregarle el contexto para no crear una plataforma gratuita de su discurso. Voy a poner un ejemplo concreto sobre esto. Yo trabajé en un medio de comunicación de Alemania, el «Schwäbisches Tagblatt» de Tübingen, al sur de Alemania. Era el único que había en la región. Un grupo de neonazis que estaban al filo de la ley convocaron a una asamblea para reunirse en un restaurant a través de un aviso que tuvo que publicar el diario porque les aplicaban la ley antimonopolio. Como periodista exiliada, yo reclamé al director por la publicación y le dije que me iba del diario. Él me explicó cómo operaba la ley antimonopolio en Alemania y que todo el mundo sabía quiénes eran ellos. Cuando se publicó el aviso, la ciudadanía salió a la calle y bloqueó la entrada del restaurant y no los dejaron entrar. Se llenaron cuadras y cuadras de gente. El director después me dijo: «Al final, la gente supo donde estaban». Invisibilizar a estas organizaciones también es malo porque no nos damos cuenta que existen y actúan soterradamente.

Ernesto Águila, cientista político

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Muchas veces los personajes que pertenecen al populismo o de extrema derecha se mueven bajo la premisa de que no importa que hablen mal de ti con tal de que hablen. Así, se van produciendo opiniones y noticias que tienen como objetivo hacer reaccionar a la gente con la idea de que en política lo importante es que te tengan presente aunque la opinión sea muy negativa porque, si es negativa, se puede cambiar. Creas el problema y después lo resuelves. Es cierto que estos personajes que han aparecido a nivel internacional y latinoamericano tienen un posicionamiento mediático que pasa por poner los focos de atención sobre ellos. Habría que ser menos cómplice de la estrategia que estos personajes persiguen, que es estar en los medios por la vía de tener impacto. Los medios tendrían que tematizar mucho el fenómeno, hablar de él. Una cosa es ser un instrumento para que este personaje hable y la otra cosa es que un medio de comunicación hable del fenómeno, hable críticamente y lo deconstruya, lo analice hasta poner en evidencia sus propios mecanismos. Hay que hablar del fenómeno, pero sin ser ingenuo y dejar que se amplifique a través de uno. Generar un silencio mediático sobre algo que tiene bases sociológicas, culturales y políticas no va a evitar que éste se desarrolle y crezca. Es más importante entender las causas que permiten el desarrollo de este tipo de liderazgos. El entendimiento es la primera fase para definir una estrategia para derrotarlo.

Víctor Herrero, director Interferencia

victor herrero

/ Interferencia

No es un tema fácil este debate y en esto no hay manual. Es un tema de intuición, de instinto y aunque somos periodistas, todos tenemos nuestro punto de vista político. Creo que sí hay que darle cobertura, pero ser selectivo. Lo que pasa con los medios chilenos es que Kast habla cualquier tontera e inmediatamente lo sacan y eso es, a mi juicio, una irresponsabilidad. Pero si me preguntas si llevaría una buena entrevista con José Antonio Kast a Interferencia, la haría de todas maneras. Nuestro deber como periodistas es informar al público, que esté al tanto, y ahí el balance entre darle megáfono o no depende de la visión de cada medio. Si uno saca cuñas de Kast a cada rato, publica las pequeñas polémicas, pero no lo pone en un contexto más amplio, le está haciendo un favor. Si como medio también estás cubriendo el auge de la ultraderecha en Occidente, el auge del populismo, los problemas que tienen con la inmigración Donald Trump, Steve Bannon, Marine Lepen o Vox en Andalucía… Si uno hace esas coberturas e informa a sus lectores de este movimiento, eso es responsable. Ahora, simplemente entregar los megáfonos para cualquiera de sus expresiones no, eso es facilismo, algo que busca los tuits rápidos porque el tipo es polémico. Dicho eso, pienso que es un actor que hay que cubrir: sacó un 8% en la primera vuelta de las presidenciales. Es un factor que está derechizando aún más la derecha y no cubrirlo sería, incluso, irresponsable, cerrar los ojos.

Lucía Dammert, socióloga

lucia dammert

Yo no partiría con [ofrecer] la oportunidad de decir lo que se le dé la gana. Lo que Kast está buscando es la amplificación, pero una cosa es lo que pueda hacer uno individualmente  y otra es lo que uno puede solicitar a los medios de comunicación masiva. Hay que tener cuidado porque se puede buscar el mismo argumento de otra forma, por ejemplo, si hago una denuncia contra abuso de la fuerza policial, se podría usar el mismo argumento y decir ‘no amplifiquen porque esto es una exageración’. En el mundo de las redes, uno mismo debe cuidarse de dar entidad a ciertos discursos o, simplemente, no dársela. Al hacer esta nota, por ejemplo, se amplifica más porque el que va a tener la bandera de la libertad de expresión va a ser Kast. Logra llevar a la gente que no comparte su opinión a entregarle ciertas banderas como la de la libertad expresión, la de la diversidad de opiniones, etc. De un momento a otro, uno es el que tiene que censurar. Se amplifica porque se le convierte en la víctima del intento de censura. Su aparición recurrente en la prensa también tiene que ver estamos en verano y no hay noticias, por eso hablamos de Kast, aunque el país tiene otros temas de que preocuparse. En verano se crean noticias para llenar la agenda y él lo sabe. Aún así, hay que ponerle atención porque su apoyo a Bolsonaro le permitirá tener acceso a ciertos niveles de influencia regional. Sin embargo, hay que tener mirada más alejada y tranquila para decir que lo que está pasando con él es que se está convirtiendo en la voz casi presidencial. Estoy segura que para mitad de este año estaremos hablando de otros candidatos.

Patricio Contreras, académico U. Alberto Hurtado y editor de www.puroperiodismo.cl

patricio contreras

/ UAH

Informar es amplificar: esa condición es inseparable del ejercicio periodístico. Pero en tiempos de Trump, Brexit y Bolsonaro, es fundamental considerar los efectos ambivalentes de la amplificación. Informar sobre José Antonio Kast es amplificar su discurso. Y no nos sorprendamos: ese es el objetivo que él persigue. Pero centrar la discusión en el señor Kast es precisamente parte de su estrategia, por lo que debemos ampliar el debate a cómo cubrir discursos de odio, extremistas, negacionistas, manipuladores. La “declaracionitis”, en ese sentido, no informa y sí amplifica. Sobre la forma de abordar su cobertura, es importante alertar al gremio periodístico: cada vez seremos más asediados por la manipulación, ya sea de figuras públicas extremas o de trolls anónimos que disfrutan ver el mundo arder. Lo vivió —y vive— la prensa estadounidense con Trump. Está pasando en Brasil con Bolsonaro. Y ya está pasando acá en Chile. No somos inmunes a la irrupción de discursos de odio que coquetean con la desinformación y la mentira. Y la mala noticia para nosotros es que no hay una solución clara al problema de la amplificación. El estudio “El oxígeno de la amplificación”, de la académica estadounidense Whitney Phillips, publicado en 2018 es un análisis de cómo la prensa enfrentó a manipuladores, trolls y extremistas durante las elecciones presidenciales de 2016. De ese estudio se desprende que como periodistas debemos evitar poner en el centro de la narrativa a personajes nocivos: las noticias o el producto periodístico debe centrarse en los sistemas que están siendo manipulados (por ejemplo, los medios), las comunidades que sea crean con ese discurso y las estrategias que se emplean para difundirlo. También recomienda conocer las estrategias de comunicación de grupos que desean manipular a los medios […] y evitar instalar la narrativa, el lenguaje y la “agenda lingüística” de los manipuladores. Caso reciente: durante la campaña de las elecciones de medio mandato en EE.UU., Trump hizo gárgaras con la “invasión de la caravana de inmigrantes ilegales”. Después de los comicios, la cobertura de los medios —y la denuncia de Trump— casi desapareció. Lo mismo pasa con el término “fake news” o noticias falsas: paremos de usar un concepto vacío (Trump lo usa a destajo) y prioricemos los conceptos de desinformación y mentira. Finalmente, los titulares periodísticos —la principal puerta de entrada a una noticia— deben complejizarse. Ya no podemos limitarnos a reproducir textualmente las barbaridades que una figura pública diga.

Javiera Olivares, coordinadora programa Libertad de Expresión del Instituto de la Comunicación e Imagen de la U. Chile

Javiera-Olivares

El derecho a la libertad de expresión es un derecho humano que tiene límites que justamente dependen de la protección de otros derechos humanos. Es decir el límite del derecho a la expresión se produce cuando colisiona con otros derechos, allí en cada caso se debe dar una disquisición ética para definir qué derecho se superpone. El discurso de una persona como el actual presidente de Brasil o Donald Trump llamando a discriminar racialmente, evidentemente, atenta contra los derechos de otras personas. Ante estos discursos, un medio de comunicación o cualquier amplificador de opinión tiene que hacerse la pregunta de si eso es publicable sin mediar una explicación que dé cuenta de la violación de derechos que contiene ese discurso. Es decir, hacer la reflexión ética y no amplificar gratuitamente estereotipos. Más allá de si es Kast o es Bolsonaro, la información tiene que tener un enfoque de derechos y no entender la libertad de expresión como un libertinaje en el que cualquiera puede decir lo que se le antoje, festinando con la tortura, la muerte, la desaparición. Los medios de comunicación tienen un rol social muy importante para la democracia y por eso, deben cumplir, por ejemplo, con explicar qué es una violación a los derechos humanos, qué pasó con los desaparecidos y ejecutados en dictadura. Esa explicación, que muchas veces puede ser menos atractiva que un titular rimbombante, hay que darla toda vez que sea necesario, ya sea en voz de los expertos o de las propias víctimas o sus familiares. Y eso no siempre se da. En ese sentido los medios tienen un rol importante. No estoy de acuerdo en publicar por publicar, por morbo o por qué es rentable, pero tampoco me queda claro que la solución sea decir «hagamos un boicot y no publiquemos a estas personas», sino más bien hacerse la pregunta ética de sí es oportuno y es noticia publicarlas y, de ser necesario, hacer ver el terrible mensaje de odio que se envía. Insisto: Hay que pensar la comunicación con enfoque de derechos y eso implica responsabilidades tanto a la postre de publicar (que incluso pueden ser legales para quienes tengan discursos de odio), como en la previa: qué se publica, por qué se publica y qué efectos genera esta publicación en la sociedad. La discusión no es blanco o negro, censura o no censura, como defienden algunos grupos más conservadores. Si no más bien, hacerse cargo de que la publicación tiene que ser respetuosa con los derechos humanos y cualquier discurso que diga lo contrario produce un efecto negativo en las sociedades democráticas de un país.

* El Desconcierto se contactó con varios otros responsables de medios de comunicación digital que rechazaron participar de la discusión. 

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