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5 motivos por los que no voy a continuar con la tradición del Viejito Pascuero

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 11.12.2013

no-viejopascuero2-01Muchos me tratarán de grave o amargado, que no dejo ser a los niños o que les privo de una ilusión. Antes quiero dejar en claro que no tengo nada en contra de los que siguen esta costumbre, sin embargo, me gustaría simplemente dar mi opinión para fundamentar por qué podemos abrazar otra alternativa diferente a la tradición:

1. No es bueno mentirle a un niño: Me parece contradictorio que condenemos la mentira hacia un adulto pero hacérselo a un niño esté bien. Dejémonos de cosas: Yo sé que el Viejo Pascuero no existe, usted sabe que el Viejo no existe, entonces ¿Por qué decirle al niño algo que no es? Quiero que mi hijo aprenda que la verdad es siempre la verdad, independiente del contexto y sin medias tintas, y que un niño no es un ser humano inferior o más tonto y por eso, a él si está permitido mentirle. Y no me venga con que es un juego o una fantasía: es una mentira, aquí en la quebrada del ají ¿O cree que el niño que juega cree que sus personajes existen realmente, para que su fantasía sea posible?

2. Quiero regalar cuando yo quiero: No creo que los juguetes sean la clave para la felicidad, pero sí creo que puedo hacer feliz a un niño con un juguete. Sí, no soy hiper-espiritualista ni condeno la adquisición moderada de bienes, por lo que tengo pensado regalarle juguetes a mi hijo. Pero cuando lo haga, será cuando yo quiera, no cuando las tiendas me den permiso. Cualquier época es buena para hacerle un cariñito ¿Por qué esperar al aniversario del nacimiento de un tipo de cuya existencia ni estoy seguro?

3. Quiero que sea crítico: No quiero inculcarle la idea de que está bien creer en algo solo porque sí. Quiero que sea escéptico, que se cuestione las cosas, que no se acostumbre a creer de buenas a primeras todo lo que le dicen. Que no basta con que uno crea que algo es verdad para que así sea, porque uno no siempre tiene la razón. Después también asumirá la existencia de otros seres igual de inexistentes y más dañinos que el Viejito.

4. Quiero que aprenda a hacer el bien sin esperar nada a cambio: Me parece inadecuado que un niño se porte bien para recibir juguetes. La vida no es así. Hacer el bien no siempre trae recompensas. De hecho, a veces hacer el bien es doloroso e ingrato. Pero no por eso hay que dejar de hacerlo. El Viejito nos dice lo contrario.

5. No quiero matarle la ilusión, quiero que se cree las suyas propias: El argumento más utilizado para justificar la farsa del Viejito es que el niño se crea una ilusión. Si es así entonces ¿Por qué entonces deja de creer, a la larga? ¿Las ilusiones están destinadas a morir con la adultez, entonces? No creo que el Viejito Pascuero sea necesario para avivar la ilusión en los niños. De hecho, me parece que el hecho de que le indiquemos la ilusión específica que debe tener, contradice totalmente el propósito original de la imaginación o ilusión. Creo que si no les contamos la patraña del Viejito, el niño construirá sus propias ilusiones, mucho más fuertes y que no necesariamente desaparecerán junto con la adquisición de pensamiento racional. La imaginación de un niño es algo muy poderoso, no necesita nuestra dirección, y una ilusión pauteada no me parece atractiva ni válida en absoluto. Así no se vale, es trampa.

Esas son mis razones. Estoy consciente de las consecuencias a corto plazo. Lo más probable es que los otros niños lo vean raro, y que sus padres me culpen a mí cuando él les diga que el Viejito Pascuero no existe. Gente que no quiere que cada niño se cree su propia fantasía en lugar de una charada homogénea y consensuada por adultos. Puede que a mi hijo le parezca extraño que en un día específico muchos de sus amigos reciben regalos y él no. Pero no toda tradición es digna de ser perpetuada. Esos problemas serán solo al principio. Conozco a varios que se han atrevido a prescindir del Viejito Pascuero y sus niños son felices, no han sido traumados y su imaginación no se ha visto cercenada. No quiero imponer nada, solo invitar a cuestionarse las cosas y ensayar otros modos de vida.

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