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Del Moire al Overol: Ezzati y Berríos

Por: admingrs | Publicado: 14.10.2014

ezzati berríosCreo en primer lugar que debemos ser objetivos, leer, entre líneas y no comprar el «paquete completo» a ninguna de las partes. Tampoco es conveniente mezclar estas situaciones con el manejo en los casos de abuso: no tienen ninguna relación con este caso. Cada situación sigue sus propios protocolos establecidos por las instancias correspondientes de la Iglesia.

También es necesario decir que las siempre desafortunadas expresiones del vocero de la Conferencia Episcopal de Chile, no se deben mal interpretar. Este caso no concierne de forma alguna a la Conferencia Episcopal ni tampoco Ezzati es «primado» de la iglesia chilena. Este caso ocurre en el territorio del arzobispado de Santiago, con un presbítero del clero propio de la arquidiócesis, y con dos Religiosos-Presbíteros que residen en la misma, por lo tanto solo compete al ordinario del lugar y al ordinario propio de los religiosos.

Ni Ezzati es Nerón, ni Berrios, Aldunate y Puga santos mártires de la causa del progresismo chileno, entregados a las fauces de los leones romanos de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

Claramente no es parte del actuar de la jerarquía de la Iglesia hacer públicas estas situaciones, ni ningún otro tipo de investigación. Solo cuando tiene certeza de algún delito y de que la persona investigada merece alguna censura ésta se hace pública, por lo que cabria suponer que la filtración de esta situación proviene o del ámbito jesuítico o de Mariano Puga.

Sin tenerle mayor simpatía a Monseñor Ezzati, creo que es demasiado buen político (por algo ha llegado donde está) como para de buenas a primeras enviar informes a Roma. Consecuentemente con el Evangelio (Mateo 18, 15 sq.), seguramente se dirigió primero al provincial de la Compañía de Jesús para presentar sus críticas, discrepancias o su preocupación por los dichos de los dos jesuitas hoy cuestionados, y seguramente hizo lo mismo por medio de alguno de sus vicarios respecto a Mariano Puga, que en principio y oficialmente pertenece al clero de Santiago y es por lo tanto súbdito de Ezzati. Seguramente, solo en una segunda o tercera instancia ha acudido a Roma.

Creo que a Mariano Puga y Pepe Aldunate, en razón de su edad, de la coherencia de vida que han tenido durante tantos años, y de la experiencia eclesial que les ha tocado vivir, y con todo el respeto que nos merecen estos próceres de la Iglesia combativa que nos llenó de esperanza en durante los tiempos de la dictadura, se les pueden pasar por alto sus declaraciones muchas veces disonantes y que hoy por hoyen poco y nada contribuyen a que la iglesia sea signo y lugar de común-unión.

Berrios por su parte, creo que no dice nada que no sea de sentido común y que ya otros han dicho, y que cualquiera podría pensar y decir, pero al parecer para gran parte del pseudo-progresismo chileno (eclesial-político-social) sí son grandes novedades; su publicitada estadía en África y su no menos mediático regreso a Chile parecen haberle convertido a los ojos de muchos en una autoridad incuestionable en múltiples ámbitos.

Pienso en tantos hermanos religiosos y religiosas, sacerdotes, laicos, que entregan su vida al servicio de la humanidad, no solo en África, sino también a lo largo del mundo, con muchos menos recursos y contactos que los del jesuita Berrios, y al regresar a nuestras tierras, con la humildad de aquel que sabe “siervos inútiles somos y solo hemos hecho lo que nos corresponde” (Lucas 17, 10), pasan desapercibidos y buscan ocultarse, consientes de que lo que debe brillar es el Amor de Cristo y no sus propias personas.

Pienso en tantos hermanos religiosos y religiosas, sacerdotes, laicos, que entregan su vida al servicio de la humanidad, no solo en África, sino también a lo largo del mundo, con muchos menos recursos y contactos que los del jesuita Berrios, y al regresar a nuestras tierras, con la humildad de aquel que sabe “siervos inútiles somos y solo hemos hecho lo que nos corresponde” (Lucas 17, 10), pasan desapercibidos y buscan ocultarse, consientes de que lo que debe brillar es el Amor de Cristo y no sus propias personas.

Creo que es correcto como hijos adultos de la iglesia, plantear nuestras discrepancias con los pastores, de hecho el Código de Derecho Canónico dice que, incluso para los laicos,  hacerlo es una obligación, pero sin duda las formas también dicen mucho del Amor que cada quien profesa por su Iglesia.

Sin duda Ezzati, o «Errati» como le dice un buen amigo, no actúa de la forma más atinada, como tampoco lo hacía el anterior arzobispo de Santiago, pero claramente Berrios, Aldunate y Puga tampoco son ejemplos de prudencia y tino a la hora de plantear sus cuestionamientos. Laicos y Clérigos tenemos los conductos necesarios para hacer ver nuestras discrepancias con los pastores, sin ser motivo de escándalo para los demás, aplicando siempre la ley suprema de la caridad.

El ejemplo de Puga no entrando a la Catedral para el funeral de Pierre Dubois es claramente un motivo de escándalo, un signo de su falta de comunión con la iglesia representada por el Arzobispo; tiene razón puga al decir que Jesús es más que la Iglesia, que es cuerpo místico de Cristo, está presente en el pueblo fiel que no alcanza a ingresar a la catedral, pero también es una falsedad que non esté en quienes están dentro del templo. La Iglesia es el grupo de los convocados por Dios, todos clérigos y laicos, hombres y mujeres, progresistas y conservadores, si falta alguno la Iglesia no está completa. “Que todos sean uno” ha dicho Cristo en su oración sacerdotal (Juan 17, 20 – 26). Hacer acepción de personas y arrogarse el saber con quién o con quien no está Cristo, en nada contribuye a que la Iglesia sea cada vez más “casa de todos”.

Sin duda podríamos buscar y encontrar ejemplos de situaciones similares, en que todos y cada uno de los protagonistas de esta lamentable situación, tanto Ezzati como los “acusados”, no han sido instrumentos de paz, de unidad y comunión, y más bien han contribuido a que la iglesia sea causa y símbolo de escándalo.

Ojalá que cada quien pueda reflexionar y leer entre líneas, ¿cuáles son los motivos que llevaron a algunos a hacer pública esta situación?, ¿Qué bien le hace a la iglesia, y es mas a la sociedad chilena, este tipo de desavenencias?

De la seda Moire, de la que solían estar hechas las sotanas de los cardenales, al Overol de Berrios o a la “chaleca” chilota de puga, hay gran distancia, muchos tejidos, pero son solo parte de un gran espectro donde todos tenemos cabida. Pero tanto la sotana de Moire de Ezzati, como el overol o la lana chilota, se han convertido en estos días en  trajes que al parecer permiten pontificar en nombre de Cristo, olvidándonos que su voz es clara en los evangelios, en la tradición de la iglesia, en la voz de los pastores y en el sentir del pueblo de Dios, todxs debemos y tenemos que tener cabida en la iglesia que es casa de todos.

 

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