Avisos Legales
Nacional

Embajadores Contreras y Otero (Una arista poco diplomática)

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 21.10.2014

Felipe-ValenzuelaEn medio de las incesantes noticias de la desaceleración económica propagadas por los medios de comunicación, surgió repentinamente, el tema de las declaraciones del embajador Contreras en Uruguay, copando todos los espacios informativos. Reconociendo que los embajadores y representantes de un país no están habilitados para decir lo que quieran, el hecho merece la siguiente perspectiva

En las líneas que siguen, reivindicaré el tipo de actitudes del Embajador Contreras y la recordada renuncia de Otero en el gobierno pasado, tan criticadas por el grupo de profesionales de la política que administran el modelo chileno hace ya un cuarto de siglo, luego de que la dictadura con los ajustes estructurales, incluyendo la constitución política les legara.

La defensa de una política de “estado” que se enarbola profusamente por parte de estos políticos, que durante los días pasados, hicieron fila para aparecer en la televisión criticando fuertemente al embajador, respecto de un hecho catalogado como grave, que atentaba contra la política exterior del país, etc. Hecho similar a la fila que el Sr. Santa Cruz, como presidente de la Confederación de la Producción y Comercio denunciara, cuando lo hacen frente a las empresas en busca de recursos para sus campañas, destinadas a conseguir eternizarse en los mullidos asientos de ambas cámaras, en un espacio estéril para los intereses de la mayoría de los chilenos, se explica por consideraciones como las siguientes:

–       Vivimos desde hace más de dos décadas en medio de nutridos anuncios de “políticas públicas”, que corresponden como ya la ciencia política lo ha demostrado a una estrategia que tiene que ver con transición y no precisamente con transformaciones y por tanto, estas políticas públicas corresponden a una orquestación de cambios inexistentes y en realidad en gran parte de los casos, se formulan para corregir una anterior política pública que no ha resultado. Operando como una secuencia de medidas que no alteren el fondo del modelo de mercado imperante.[1] Generando en la población la idea de transformación cuando solamente es una transición, aparentemente sin fin.

–       La clase política, sabe que sobre sus cabezas pende como Espada de Damocles el Tribunal Constitucional cuando muy eventualmente, se formula alguna iniciativa legal que se atreva a desafiar la protección al capital y que signifique abrir un camino a cierto tipo de derecho colectivo a los trabajadores, propuesta que, por supuesto ya haya traspasado la difícil barrera de la admisibilidad en la propia cámara legislativa. Situación que es válida no solo para las mociones de los mismos parlamentarios, sino que se extiende también para los mensajes desde el ejecutivo como por ejemplo las reformas laborales u otras.

–       El hecho, que frente a medidas de importancia en el devenir del país, los políticos han sido desplazados por la tecnocracia en su forma de “comisiones de expertos”, es decir la tecnocracia soñada por redactores de la Constitución como Jaime Guzmán. Estas comisiones actúan de forma similar al modo en que lo hacen las instituciones autónomas como es el caso del Banco Central, por lo que una vez emitidos sus conclusiones o sugerencias nadie las discute. (democracia institucional)

–       El modo en que se eligen y reeligen los parlamentarios (binominal), que implica en muchas ocasiones que, candidatos con una bajísima votación, sean electos por sobre otros que efectivamente han obtenido un interesante apoyo de ciudadanos en las elecciones. Esta situación ha significado altísimos niveles de abstención que los mismos políticos se han encargado de decirnos que obedecen a tendencias mundiales y cosas como esa. Sin embargo, situaciones como la abstención de un 59% en la última elección,  constituye una forma muy singular de vaciar de contenido cualquier proyecto de gobierno, implicando una forma de no transitar hacia la democracia. En este punto es bueno recordar la paradoja, que resulta del hecho que la dictadura haya llamado a más de un plebiscito y en los veinticinco años posteriores, no haya ocurrido.

–       Evitar por todos los medios posibles la aparición de conflictos, que los mismos políticos se han encargado de cargarlos de negatividad, frente a los consensos que, si son útiles para la gobernabilidad, como se señala. Esta situación se ha transformado en una cuestión cultural, que afecta a los trabajadores y chilenos en general cuando se encuentran en una situación de conflicto y se sienten en muchos casos marginados por no actuar en la búsqueda de los consensos, como se propaga desde hace años, ocultando que desde los conflictos, como la historia nos enseña, se obtienen avances reales de las sociedades.

Examinemos someramente los resultados que cuestiones como las descritas han producido entre los chilenos que vivimos de nuestro trabajo:

–       Las remuneraciones de los chilenos que en la distribución funcional de los ingresos, llagaron a constituir más el 60% del PIB, y que fueron fuertemente bajadas desde la dictadura. El gobierno del Sr. Lagos mediante acciones políticas y administrativas se encargó iniciar la baja de estas remuneraciones de un 42% hasta llevarlas a un escaso 36.10 % en al año 2010.

–       La restitución de los derechos de los trabajadores es una tarea pendiente de nuestra democracia, principalmente cuando la tendencia a la precarización que vive el mundo del trabajo se acentúa. Hoy el 58% de los trabajadores en Chile gana menos de 300.000 pesos al mes.[2]

–       El promedio de las pensiones en Chile es inferior a los $ 200.000.-

–       En agosto ya había 3 millones 128 mil chilenos endeudados con alguna entidad financiera, con cuotas impagas de alguna operación crediticia. Esta cifra representa un incremento de 25% respecto a igual mes de 2013.Más de 100 mil adultos mayores están morosos con deudas de $1,2 millones en promedio.[3]

–       El gasto de bolsillo en salud de los chilenos es más de un 53%, cuando el promedio de los ciudadanos de la OCDE no sobrepasa el 28%

–       El 0,01% de los chilenos más ricos captura el 10,1% de la riqueza del país[4]

Por estas razones, es conveniente reivindicar la aparición del conflicto cuando se declara lo que realmente se piensa, más allá de los resultados de las negociaciones que se producen cada vez que se pone en riesgo el modo antidemocrático que permite conservar las características de la forma de vida de los chilenos que viven de su trabajo.

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Felipe Valenzuela Silva es Sociólogo de la Fundación Emerge

 

NOTAS

[1]Ver:   Ulrich Brand, profesor titular en política internacional Universidad de Viena.

[2] http://www.fundacionemerge.cl/index.php?noticia=46

[3] El Mercurio/Sección: Economía y negocios, 2014 – 09 – 07

[4]Departamento de Economía U de Chile (2013).

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