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La duda que siembra el Caso Penta: ¿Y si las Sociedades Anónimas en el fútbol ganaron un partido arreglado?

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 12.01.2015

pentaLa investigación del “Caso Penta”, a cargo del fiscal Gajardo, ha develado no solo una serie de malas prácticas entre empresarios y miembros de partidos políticos que hoy ostentan cargos en el parlamento. Dicha investigación también da lugar a una duda más que razonable: ¿existe la posibilidad de que empresarios ligados al Grupo Penta (o para el caso, cualquier grupo económico), hayan podido cometer acciones igual de fraudulentas en el ámbito deportivo? ¿Es posible que, en su momento (mediados de la década pasada), empresarios hayan tenido algún vínculo con políticos para, por ejemplo, crear las condiciones necesarias para obtener un negocio más rentable? Yendo más al hueso: ¿es posible que alguien como Carlos Alberto “Choclo” Délano haya movido influencias económicas/políticas para que la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas tuviera su génesis y posterior consolidación?

La verdad es que no hay manera de probar que así sea. No somos fiscales y solo una investigación de considerables proporciones podría aclararnos esta y otras dudas. Pero tampoco es menos cierto que NO hay razón para estar seguros de que esto NO haya sido así. Podemos y debemos al menos dudar de la probidad y el buen actuar de algunos personajes ligados al fútbol y a grupos económicos. ¿Por qué? Porque los últimos hechos, escándalos conocidos por todos, así lo indican. Dicho de otro modo: nos pasaríamos de ingenuos si creyéramos que todo se cocinó con ingredientes limpios.

¿El vínculo Penta-Azul Azul ya es pasado? No del todo. Hoy mismo el Grupo Penta sigue teniendo cierta participación.

Veamos. El mencionado Choclo Délano fue en algún minuto director de Azul Azul. Su participación accionaria en la concesionaria llegó a ser del 14,04%. Una buena porción, sin duda. Y esto no fue hace mucho. En noviembre de 2013 el hombre vendió sus 5.129.209 de acciones a través de su propia Penta Corredores de Bolsa S.A. ¿El vínculo Penta-Azul Azul ya es pasado? No del todo. Hoy mismo el Grupo Penta sigue teniendo cierta participación. Uno puede ir al sitio web de la SVS y darse cuenta de que la empresa figura en el listado de los accionistas con menos del 1% de participación. Números más, números menos: ahí está Penta, propiedad de Délano. Y si uno revisa el estado financiero de Azul Azul entregado el año pasado, figuran transacciones hacia Penta Security, que en el propio documento aparece como “Aseguradora de Edificios e Instalaciones”. Si el CDA u otro inmueble está asegurado por Penta, no lo sabemos, pero los flujos de dineros existen igual. El vínculo está.

Y esto es solo la pequeña porción de datos que podemos ver. Las dudas de lo que pueda haber hecho, por ejemplo, José “Chispita” Yuraszeck -uno de los personajes más oscuros del ámbito económico nacional, con antecedentes que son al menos preocupantes y que jamás debió haber llegado a ser dirigente de Universidad de Chile; sin mencionar que pertenece a la UDI, partido involucrado en el escándalo-, durante la gestación de la ley o durante su paso por el directorio, quedan allí. Y con un historial de fraudes como el de él, uno no puede sino ser pesimista respecto de la probidad de sus intervenciones en política. La ética de estas personas es como mínimo cuestionable. Entonces es razonable tener dudas.

¿Podemos asegurar que estos empresarios hayan hecho pagos o “recomendaciones” (como las de Carlos Eugenio Lavín –el otro capo de Penta– a Ernesto Silva –presidente de la UDI– por la ley de Isapres) a políticos para que se cocinara la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas y así obtener un trozo más grande del pastel de fútbol?

Y lo anterior es el gran punto: el fútbol en Chile se convirtió en un negocio sumamente ventajoso y conveniente. ¿Para quienes? Para determinados empresarios que de pronto se vieron con la posibilidad de comprar acciones, participar en directorios y aumentar sus arcas. ¿Quiénes hicieron esto posibles? Políticos, diputados y senadores que la gente puso en el parlamento. ¿Podemos asegurar que estos empresarios hayan hecho pagos o “recomendaciones” (como las de Carlos Eugenio Lavín –el otro capo de Penta– a Ernesto Silva –presidente de la UDI– por la ley de Isapres) a políticos para que se cocinara la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas y así obtener un trozo más grande del pastel de fútbol? No, no podemos asegurarlo. Pero ¿podemos estar seguros de que no fue así? No, tampoco podemos. Y sabrán disculpar, pero al menos uno siente el derecho de creer que existen los suficientes antecedentes como para, al menos, tener la duda.

Los últimos hechos solo generan preguntas sobre legitimidad de una ley de Sociedades Anónimas Deportivas que ya en sí era bastante ilegítima. Esperemos que en algún momento algún fiscal tenga, como se dice en la jerga futbolera, los huevos como para realizar una investigación en profundidad del vínculo existente entre políticos y empresarios del fútbol, que en todo caso son los mismos empresarios de la banca (Délano), las comunicaciones (Heller, Conca), el retail (Heller, de nuevo), las inmobiliarias (Schapira), farmaceúticas (Weinstein), la salud (Rojas), etcétera. Porque a la luz de los presentes hechos, se hace sumamente necesario».

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