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Crítica de cine: Calvario, perder la fe

Por: admingrs | Publicado: 14.01.2015

calvarioLa película que actualmente está en cartelera en el Normandie, comienza con la difícil premisa (en tiempos modernos) de invitar al espectador a que empatice con un sacerdote (independiente de la religión). Para más remate es un cura católico, en Irlanda.  La historia acontece en un pequeño poblado y nuestro protagonista es el tremendo Blendan Gleeson. Parecerá estúpido, pero tengo la impresión de que actores con carácter como él  y Ray Winstone y James Gandolfini  están en extinción. Puede ser porque películas como ésta escasean cada vez más.

En dupla con el mismo director de El Guardia, cinta en tono de comedia negra en la que un policía se comporta en su cotidiano inadecuadamente, como inhalando cocaína que roba de la escena de un crimen (de entrada) por ejemplo. Pero en Calvario la cosa es seria, aún cuando algo de humor oscuro queda en la atmósfera. “No me quedaba otra alternativa. Todo es demasiado dramático, así es que entre medio introduje escenas con algo de sarcasmo”, comentó su director John Michael McDonagh.

Lo que arrastra el asunto es la amenaza que hace al sacerdote uno de los parroquianos, en su confesión, como venganza por haber sufrido abusos sexuales cometidos por otro sacerdote. No es que el personaje de Gleeson haya abusado de ningún niño, peor, recibe la amenaza porque quien se quiere vengar lo hace conscientemente con otro hombre, bueno a todas luces. A propósito, a modo ejemplificador.

Y este no es un cura cualquiera, se convirtió luego de haber enviudado y hasta tiene una hija (Kelly Reilly).  Esta película explora los abusos sexuales de miembros de la Iglesia Católica, pero también las crisis de fe, de vocación y servicio. No es sensacionalista ni se aprovecha de la temática para desangrar a una institución tan criticada. Es un viaje íntimo, introspectivo, un calvario pero cuya procesión se lleva por dentro y se complementa con las distintas aristas de la cotidianeidad de un cura en Irlanda: como la baja afluencia de feligreses y el despotismo de donantes acaudalados.

“El protagonista de esta película es bueno, pero es al mismo tiempo un dinosaurio. Un sacerdote de esos que ya no existen. La Iglesia católica está casi acabada en Irlanda. La mitad de la población no va a misa y a los jóvenes no les interesa. Si alguien tiene una vocación de ayuda, es probable que estudie una carrera de trabajo social antes que optar por la Iglesia”,  sentenció McDonagh.

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