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Internacional

Entrevista a Álvaro García Linera: Socialismo, comunidad e integración. Parte III

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 21.01.2015

NOTA: Viene de las Partes I y II

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DESAFÍOS DEL MOMENTO ACTUAL

En su artículo “El nuevo campo político en Bolivia” usted expone que el triunfo presidencial del MAS reorganiza toda la disputa política. En marzo próximo se realizarán elecciones de departamento y alcaldías. Si han arribado a ese nivel hegemónico ¿cuáles son los nuevos desafíos que enfrenta el proceso de cambios? ¿Cómo se expresa ello en mejores condiciones de avance de lo comunitario?

La primera pelea, la más importante de un proyecto revolucionario, se juega en el campo de las ideas. Se juega en el campo de los principios de adhesión lógica y moral de la sociedad a un específico proyecto, que luego deviene Estado. En política lo primero es la idea. Ahora, claro, las ideas no nacen así de la nada, sin basamento. Con la victoria de octubre, esto se ha consolidado. No cabe duda que se ha consolidado el ideario fundamental del Estado plurinacional: igualdad de pueblos indígenas, gobierno de movimientos sociales, liderazgo indígena, economía estatal predominante, internacionalismo, latinoamericanismo. La batalla principal se ha logrado, por un periodo, porque esto nunca está definido, la batalla de las ideas no se define ni tiene tiempo de duración ni de consolidación obligatoria, puede derrumbarse a cada día. Pero se ha logrado la consolidación de un imaginario y de un sentido común de largo aliento. ¿De cuán largo aliento será? Va depender de la emergencia de las contra tendencias, de los nuevos imaginarios, más conservadores o más radicales, y de nuestra propia capacidad de reinventarnos.

Estas elecciones han mostrado una capacidad de reinvención del proceso de cambio. Comenzamos con gobierno indígena y nacionalización, la primera elección. La segunda, Estado plurinacional. La tercera, industrialización, ampliación de la democratización. En cada una partes de un punto y marcas un horizonte. Y a medida que vas llegando a ese horizonte, lo reafirmas y trazas un nuevo horizonte. Entonces es una dinámica muy viva, si no lo haces te fosilizas, y ese es el momento en que emergen las contrapropuestas, que pueden ser más radicales pero por lo general son más conservadoras.

Pero este es solamente el terreno fértil para el verdadero trabajo fundamental: el poder económico de la sociedad. Ahí nos jugamos la continuidad. En esta victoria ideológica-cultural tiene que haber una victoria económica que le dé base material y permita proyectar más duraderamente esa victoria ideológica y cultural. Y eso es lo comunitario, el poder de la sociedad. ¿Cómo convertimos el poder económico del Estado en poder social, o en poder económico de la sociedad, de las organizaciones sociales, de los sindicatos obreros? Ahí nos lo vamos a jugar.

 

¿En ese eje económico radican entonces los desafíos fundamentales ahora?

Sí. No es solamente cómo hacemos para pasar de 12 mil millones de dólares que hemos exportado, a 24 mil millones, sino cómo hacemos que esas exportaciones sean una parte del Estado y otra parte de las comunidades asociadas, de las minas nacionalizadas. Cómo hacemos para que el pequeño productor, la pequeña comunidad, la micro empresa, las empresas asociativas se potencien y se amplíen, sean poder económico y no simplemente una experiencia minúscula.

El empresariado va a seguir creciendo, tiene que seguir creciendo. El Estado está ahí para regular ese crecimiento. Pero el Estado se juega su proyecto no en que la empresa privada crezca mucho, ni en que el Estado crezca mucho, se juega su proyecto en que las comunidades, las minas nacionalizadas, las empresas estatizadas, la pequeña producción controlada por trabajadores se expanda, se potencie. Y si el privado, digamos, representa el 15% del PIB, que las empresas asociativas sean el 20% o el 25% del PIB. Si se quedan en el 5% estamos mal, estamos muy mal. Entonces se trata de hacer que, a futuro, la economía social se potencie. Si esto se hace de aquí a 5 o 10 años, tendrás una base material para seguir relanzando tu proyecto.

Si te fijas, es una combinación de dos cosas. En lo económico: satisfacer necesidades, eso dijimos en el foro en Sao Paulo, los proyectos revolucionarios se juegan su destino en la capacidad de consolidar una economía satisfactoria. Si no lo hacen, vamos a entrar en problemas. Y en eso a la vez hay dos planos, puedes potenciar la economía si a la vez refuerzas al Estado y refuerzas al privado. La clave está en reforzar al Estado y reforzar al privado que forma parte todavía de tu escenario de fuerzas económicas, pero nunca al privado más que al Estado. Si el privado va más allá que el Estado, perdiste el control. Son tres partes, es el Estado, el privado y la economía social, y ésta con más expansión. Si ello sucede, tenemos un proyecto que está creando una base material de muy largo aliento.

En esta triangulación tanto la economía social, como la economía privada y la economía estatal satisfacen necesidades básicas. Si no eres capaz de entregar satisfacciones básicas, el privado de se va presentar como alternativa, y estás perdido. Pero no satisfaces necesidades básicas solamente así por así, satisfaces necesidades básicas ecualizando el Estado, el privado y la economía social. Siempre ecualizando, siempre con los tonos que corresponde y con los ritmos que tú deseas. Pero necesitas la economía privada. Si no, si crees poder sostener tu economía con la estatal y la social, no lo vas a poder hacer, eso es falso, es mentira, no estamos todavía en condiciones para eso.

 

EL MAR

No puedo terminar la entrevista sin atender el problema del mar. Dado el tenor de la entrevista, le pido que se refiera a él pensando principalmente en los jóvenes chilenos, en aquellos que engrosan los movimientos sociales, ¿cuál es ese horizonte de sentido que tiene para el pueblo y para el gobierno boliviano la salida soberana al mar?

En primer lugar es un tema de justicia. Un país que tenía mar, de un día para otro le quitan su mar. Es como un joven que vive en una casa, con su mamá y con su papá, una pequeña casa, sencilla, con dos dormitorios, su living, su comedor y de un día para otro viene alguien y le pega un puñete a su mamá, a su papá, patea al niño y lo bota a un cuarto y le dice, a partir de ahora la cocina y el comedor me pertenecen y usted va a vivir en estos dos cuartos, acomódese como pueda y si no tiene baño es su problema, constrúyase su propio baño. ¿Cómo se sentiría alguien? Fue así. No fue un hecho natural.

No es por una deuda, no es porque lo vendió, sino porque vino alguien y le dice “o aceptas que te he quitado tu living y tu comedor o te voy a quitar también tu cuarto”. ¿Qué haces? Lo toleras, porque no tienes fuerza. El otro tiene 10 matones, tiene palos. Y tú ves a mamá que trabaja 24 horas, muy flaquita y dos niños que no saben lo que está pasando.

Eso nunca está cerrado. Lo grafico con el espacio de una pequeña casa de familia tradicional, popular o media, para mostrar cómo nos sentimos los bolivianos. No, no aceptamos que así debe ser la vida, vivimos esto como una injusticia y la recordamos como una injusticia, la recordamos como un abuso y buscamos que en algún momento la persona que abusó reconsidere su abuso. No para irse, porque ya se quedó ahí, si no para compartir algo, no sé, la sala de estar. Porque la familia ha crecido y seguimos en dos cuartos. La otra familia también creció y ha usado el living, y ya usó la cocina, en fin. Entonces, compartamos la entrada de la puerta hacia la calle como algo común, una salidita compartida de la puerta hacia la calle, porque hora tenemos que salir por la ventana, ¿por qué no por la puerta?

Eso va a ser así, es un hecho de justicia ante una injusticia histórica. No es regresar a 1870, no, es reparar una injusticia.

Pero puesto también en perspectiva histórica, es el entendimiento de que esa salida por la puerta para Bolivia, también va beneficiar a la otra familia. También va a beneficiar a Chile. Porque estamos en un escenario, a diferencia de lo que sucedía en 1800, en que si no nos juntamos, si no comunitarizamos las potencias, las riquezas y las capacidades de nuestras naciones y nuestros Estados, no tenemos ninguna oportunidad en el mundo. Ningún país latinoamericano, ni aún Brasil, que es una mega potencia, cuenta en el mundo por sí solo.

En los siglos XIX y XX éramos una comunidad de Estados nacionales, en torno al cual se organizó la economía. En el siglo XXI ya no hay una comunidad de Estados nacionales en torno a los cuales se rige la economía, el siglo XXI es un sistema dual de estructuras planetarias al modo del imperio del que habla Negri, que no tienen territorialidad fija, solo se trata de institucionalidades, de normas, de procedimientos y de poderes de carácter planetario, mercados financieros, justicia internacional, economía transnacionalizada; y por otro lado un sistema de estructuras continentales, ya no nacionales, que definen e influyen en el curso del resto de los continentes y en el curso de estas instituciones-nube que se mueven por encima de los Estados. En este escenario, Chile solo no cuenta, por supuesto Bolivia menos, no somos nada.

El Estado chileno y el pueblo chileno tienen que asumir que solos son irrelevantes en el mundo. Si se paralizara la economía de Bolivia o Chile el mundo no se detiene, es más, algunos países aplaudirían porque aprovecharían los mercados que hemos dejado abiertos, en el caso del cobre ustedes, en el caso del gas nosotros. Que nos pasara algo a nosotros como sociedad, sería irrelevante para el mundo. Entender nuestra insignificancia es muy importante. Ya no es el siglo XIX, donde cada Estado-nación importaba, era un sujeto de derecho y era un sujeto de acción en el contexto del resto de los Estados nacionales. Hoy no lo es. Hoy quienes importan en el mundo son los continentes, o los Estados continentales. Estados Unidos es un Estado continental, China es un Estado continental, Europa es un Estado continental. Son los que cuentan, son los que de alguna manera logran asumir el timón de esta vorágine desatada por esa nube de poderes que se mueve sin territorio fijo en el mundo entero. Son los Estados continentales los que logran tener cierto comando de las decisiones. Cada país por sí mismo, nada.

Entonces debemos sacar de nuestra cabeza el chip de la lógica del siglo XIX, con los Estados nacionales, las acciones individuales, cada país mirando al mundo de espaldas al resto de sus compañeros de al lado. Chile mirando al mundo de espaldas al continente no tiene futuro. Chile es insignificante en el mundo, como lo es Bolivia, como lo es Perú, como lo es Ecuador. Somos insignificantes. Chile vende al mundo cobre y verduras, si dejara de vender eso, hay otros países en el mundo, como Perú, que pueden vender cobre, Bolivia puede vender cobre también, o Singapur. ¡Ah!, pero si sumo el cobre de Chile, con el trigo de Argentina, con el gas de Bolivia, con el petróleo de Venezuela, con el petróleo de Ecuador, con la agricultura de Brasil, con su industria automotriz, ¡ahí ya tenemos una economía que curva la geometría espacio-temporal del planeta! El continente sí ejerce una fuerza de gravitación en la estructura planetaria.

Este mirarnos como continente y no como país, esta mirada al mundo no a partir de mi país, sino a partir del resto de los que me rodean, es lo que falta. Nos falta a todos, en particular al Estado chileno y en parte al pueblo chileno. Ya es el siglo XXI, pero están mirando el siglo XXI con la cartografía del siglo XIX, y eso no tiene futuro. Si nos miramos como continente eso lleva a una conclusión fácil. Chile necesita a Bolivia. Bolivia necesita a Chile. Chile necesita al Perú. Perú necesita a Bolivia, Bolivia necesita a Brasil, Brasil necesita a Chile y al Perú. Y ambos necesitamos a la Argentina.

Tenemos que comenzar respetando las culturas locales, los Estados nacionales locales, y pensar en instituciones de carácter continental, en decisiones de carácter continental, en iniciativas de carácter continental, para influir en el curso del mundo y en el curso de nuestros propios países. Y eso obligatoriamente pasa, pues, por la resolución del tema marítimo.

Tantas cosas podríamos hacer entre Chile y Bolivia, tantas complementariedades podríamos hacer entre Chile y Bolivia resolviendo este tema. Tantos sacrificios innecesarios para Bolivia, tantos sacrificios innecesarios para Chile por temas que, sin afectar la estructura territorial chilena, brindando un pequeño espacio soberano a Bolivia, se resolverían abriendo un conjunto de vínculos intensos, mutuamente satisfactorios con Chile.

Hay varios prejuicios en la mirada todavía de Chile, del Estado y de sus gentes. Esta mirada del siglo XIX en un contexto del siglo XXI, donde cada país ya no tiene significancia alguna, es uno de sus prejuicios. Hay otros prejuicios, que los que vivimos aquí en el altiplano, en Bolivia, en las alturas, estamos al margen de la modernidad y de las fuerzas del progreso contemporáneo. Es la mirada que se tiene de Bolivia. Un país ahí en las alturas, confuso, conflictivo, de indios, atrasado. Ese es un segundo prejuicio.

Pero este país de indios, este país complicado, está asumiendo de una manera acelerada su propio modo de mirar y su propia manera de construir su progreso, y que en el contexto de la América Latina del siglo XXI no va a ser nada despreciable en términos de influencia y de capacidad de económica. Nos sentimos orgullosos de nuestra indianidad, lo que estamos demostrando es que a partir de nuestra indianidad somos capaces de construir un tipo de desarrollo satisfactorio. No nos hemos estancado ni nos vamos a estancar.

A nivel de la economía, en ocho años hemos reducido la distancia con Chile de 1 a 14 a 1 a 8. Y en los siguientes 10 años esa diferencia se va reducir de 1 a 2. Es nuestra propia modernidad, con nuestra propia complejidad. El siglo XXI va a estar marcado por un despertar de estos pueblos, anteriormente calificados de conflictivos, atrasados, premodernos. Y estamos dando una sorpresa. Y somos los hermanos y vecinos de Chile, ¡estamos al lado! ¿Cómo no nos va a tomar en cuenta Chile como hermanos? Nosotros necesitamos a Chile. Pero acuérdate, Chile cada vez va necesitar más a Bolivia, aunque no lo crean ahorita. Entonces, ¿cómo no convertir esa mutua necesidad en una fuerza creadora de bienestar común, en vez de una fuerza de confrontación y de resentimiento permanente? Las nuevas generaciones en Chile tienen que ver de una manera menos prejuiciosa el futuro.

Eso reivindicaría frente a los compañeros de Chile, una mirada de justicia, pero también una mirada de necesidad. La Bolivia que se está construyendo es otra, pónganle más atención. No es la Bolivia de postal, de la llamita con el indiecito con su poncho. A esa Bolivia la miraban con cierta conmiseración y distancia. Esta Bolivia sigue teniendo el mismo rostro, el mismo color cobrizo. ¡Ah!, pero tiene su llamita, tiene su satélite, tiene su gas, tiene su economía, tiene su vínculo con el mundo, tiene su crecimiento, tiene sus ingresos, tiene su propia modernidad. Y es una modernidad que quiere crecer al lado, vinculada, hermanada con la modernidad de los chilenos, en complementaridad con esa modernidad. No distanciada.

Chile no puede seguir imaginando su desarrollo de espaldas al continente. Mirando a Europa o Asia y dando la espalda al continente, porque no es nada para Asia, no es nada para Europa, ¡pero para América Latina sí! Bolivia peor, es menos que nada. Pero Bolivia y Chile y Perú y Argentina y Brasil y Ecuador y Venezuela, sí, ya tenemos con qué influenciar.

Y también es necesario un recuentro de Chile con lo que es. Allí también hay rostros cobrizos, pero no se los ve en la tele, no se ve en los parlamentos, no se ve en las telenovelas. Es un Chile real, es un Chile mayoritario. Y más pronto que tarde ese Chile más cobrizo, tan parecido al nuestro de acá, va a despertar. Sí, Chile no es tan rubio ni tan blanco. Tiene eso, pero también tiene su parte cobriza, silenciosa, esforzada, sencilla y humilde, que en algún rato hablará.

 

Está empezando a hablar.

Eso confío, eso espero, eso es lo que va a construir otro Chile, más cercanos a nosotros y nosotros más cercanos a ellos.

 

Muchas gracias por la entrevista.

Muy bien hermano.

 

Lea las Partes I y II

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