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Cárcel de Copiapó: Detrás de las paredes

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 05.02.2015

Todo niño copiapino más de una vez se preguntó qué ocurría dentro de esas cuatro paredes altas mezcladas con polvo nortino en el corazón de Copiapó. Nuestros padres no sabían muy bien qué decir, sus respuestas eran vagas. Hoy, años más tarde, podemos intentar responder más claramente.

carcel leasurLa cárcel de Copiapó se encuentra emplazada en un lugar céntrico de la ciudad; opera desde mil novecientos cuarenta y nueva. El recinto cuenta con ochocientos cincuenta y dos internos. De ellos setecientos cuarenta y siete son hombres; noventa y ocho son mujeres; y cinco son menores de edad. La capacidad total del penal es para doscientos sesenta reclusos. Su tasa de ocupación supera el trescientos veinticinco por ciento. Por lo general, tanto los imputados como los condenados –ambos conviven en un mismo espacio–, se encuentran en sus habitaciones viendo televisión, escuchando música o durmiendo. Casi no salen el patio. No hay espacio. El recinto apenas cuenta con una sala multiuso, cocina central, escuela, biblioteca, enfermería y capilla católica. No hay lugar para visitas ni talleres.

Los internos hacen malabares para adecuar el recinto a sus necesidades. En un pequeño patio se encuentran organizadas las «carretas» de trabajo, en donde pueden realizar artesanías en madera y talabartería. Al carecer de un lugar para visitas, los reclusos construyen «camaros», estructuras con forma de carpa, a partir de sábanas y ropa, para generar un ambiente de privacidad. De la misma manera se realizan las visitas íntimas.

Las siguientes cifras tampoco deben sorprender. El personal que se preocupa de los internos consta de: doce oficiales, noventa y cinco suboficiales, dos médicos, un paramédico, cuatro psicólogos y tres asistentes sociales. Es desconcertante pensar que tan solo existe un psicólogo y asistente social por cada ciento setenta y ocho personas. Por cada siete internos hay al menos un funcionario de gendarmería. No hay enfermeros, ni terapeutas, ni asistencia religiosa, ni kinesiólogos ni psiquiatras.

«En el centro de la ciudad, entre cuatro altas paredes, se presencia la barbarie a vista de todos. Las normas civiles y morales se infringen día tras día. Los internos son sumergidos en un submundo de oscuridad y silencio.»

La distribución espacial de los internos se hace a partir de los criterios de clasificación establecidos por Gendarmería. La calidad procesal en que se encuentra el sujeto, su grado de compromiso delictual o tasa de reincidencia son algunos de los factores que se toman en consideración. Sin embargo, debido a la precaria infraestructura de la cárcel de Copiapó, prácticamente no existen separaciones. Las frías y oscuras celdas cuentan con varias filas de literas, seis camas hacia arriba rozan prácticamente con el techo. En la habitación más hacinada duermen quince internos en cinco camas.

En cuanto, a las violaciones de los derechos humanos son pan de cada día. En una visita del año 2013, el Instituto Nacional de Derechos Humanos detectó la existencia de sumarios realizados a funcionarios de Gendarmería por casos de torturas y malos tratos a internos, quienes a pesar de los procesos en su contra, continúan con sus funciones. Asimismo, el sistema sancionatorio utilizado por Gendarmería carece de regulación. El informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos señala, en relación a la integridad física de los internos que:

«Un foco de preocupación en relación a este derecho es la elevada utilización de la sanción de internación en celda solitaria, frente a otras sanciones en el caso de la población masculina, junto con la existencia de un elevado hacinamiento. » (Instituto de Derechos Humanos, 2013)

En el centro de la ciudad, entre cuatro altas paredes, se presencia la barbarie a vista de todos. Las normas civiles y morales se infringen día tras día. Los internos son sumergidos en un submundo de oscuridad y silencio. Tras las rejas de la cárcel de Copiapó el arena del desierto oculta poco a poco el desamparo de los condenados.

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María José Donoso es colaboradora de Leasur* y Diego Rochow S. es director geográfico del Centro de Detención Preventiva Santiago Sur, Leasur*

* Litigación estructural para América del sur.

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