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Juan Román Riquelme: El tiempo y espacio del último 10

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 06.02.2015
Foto: VolveRoman

Foto: VolveRoman

El fútbol actual busca la polifuncionalidad, volantes mixtos llenan el medio campo y proponen el paradigma de la intensidad y velocidad en el juego. Recuerdo una publicidad de la empresa de neumáticos italiana Pirelli con el slogan “La potencia sin control no sirve de nada”, donde aparece el velocista Carl Lewis, “El hijo del viento”, con tacones.

Situación similar se da con el jazz y más específicamente con: John Coltrane, jazzista estadounidense, rompió con las restricciones en los solos de jazz, eliminó cualquier límite temporal a los mismos, y dejó la prolongación de los solos a la disposición del intérprete. Coltrane quebró un paradigma e influyó en nuevas tendencias del jazz como el free jazz y jazz modal. El jazz cuenta con tres características importantes que son extrapolables a un jugador de fútbol:

– Una cualidad rítmica especial conocida como swing. Un jugador diferente manejas ritmos diferentes al resto del equipo.

– El papel de la improvisación. Un jugador de fútbol diferente debe saber inventar jugadas en segundos, crear líneas de pases innovadoras y adivinar dónde estará un compañero sin mirarlo.

– Un sonido y un fraseo que reflejan la personalidad de los músicos ejecutantes. Un jugador de fútbol diferente, refleja en cada pelota que toca su personalidad, técnica y ritmo futbolístico.

En el fútbol, no debe haber un componente que prime sobre los otros, es decir: no debe ser un equipo solo de jugadores altos o jugadores bajos. En una selección de fútbol deben coexistir altos y bajos, picapedreros y creativos, la dinámica y la pausa. Un equipo de fútbol que solo tenga dinámica se vuelve predecible, no causa sorpresa en el rival y se le complican las posibilidades de marcar goles, porque el rival ya conoce su táctica. Una buena selección de fútbol es como una película de suspenso… Nadie debe saber que pasará en la próxima escena. Esa es la tarea del 10, esa fue la carrera de Riquelme, sorprender y llenar los espacios que el positivismo nos ha quitado.

Simplemente: la dinámica del correr hacia adelante, no sirve de nada sin un jugador que vea líneas más cortas o líneas curvas. El fútbol, no puede basarse en jugadores que sólo vean líneas rectas para llegar al gol, necesitamos jugadores como “Topo Gigio” que ven un pase donde otros no lo ven. Román hacía pasar la pelota por agujeros de gusanos. Necesitamos la personalidad melancólica y retraída de Riquelme.

Extrañaré el fútbol sincopado de “El Torero”, su calma para caminar al banderín de córner. ¿Cuántos Riquelme perdemos a diario por el ritmo de la sociedad? El ejercicio de tomarnos un respiro de la autopista que es nuestra realidad es lo que podemos aprender de Coltrane y Riquelme. Tomar la pausa necesaria para mirar, pensar y actuar, con estos simples pasos, quizás podamos marcarle un gol a la vida o ayudar a otro marcar un gol. Por el momento me despido de Román.

 

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