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Posmodernidad liquida: refugiándonos en el fútbol

Por: Rodrigo Ruiz | Publicado: 16.03.2015

La construcción de la identidad para Bauman es una situación compleja, la identidad está a un clic. Esto quiere decir que la identidad es rápida, dinámica y flexible. La liquidez es la piedra angular de la identidad en nuestros días. Podemos ser lo que queramos en el momento que queramos. Esto más que ser positivo para el sujeto, nos entrega un sujeto en constante desgarro. Perdido el sujeto navega en un mar de posibilidades, todas a su alcance, de identidades. Siendo todas posible, pero ninguna sostenible en un periodo de tiempo determinado.

Zygmunt_Bauman,_PL_Poznan_2010 por Michal Nadolski

Zygmunt Bauman. Foto: Michal Nadolski

Un ejemplo: Antes las personas entraban a un trabajo y con suerte se cambiaban una o dos veces en la vida, hoy, los profesionales se plantean máximo 5 años en un trabajo, por esto, el problema de las empresas es la rotación constante de trabajadores. Al abrigo de está liquidez en el trabajo han nacido disciplinas como las comunicaciones internas empresariales que buscan mantener al trabajador identificado con la empresa y fidelizado con sus objetivos.

La realidad de hoy nos hace flotar en un mar abierto de posibilidades, pero para quienes se han cansado de nadar no hay una isla donde recuperar el aliento. Pero, no todo está perdido. Somos verdaderos vagabundos “El vagabundo no sabe cuánto tiempo permanecerá donde se encuentra hoy, y generalmente no depende de él cuándo terminará su estancia. Nuevamente en movimiento, fija el destino conforme y va leyendo las señalizaciones del camino, mas ni siquiera entonces está seguro si se detendrá, y cuánto tiempo, en la siguiente parada”[1]

Como se habrán dado cuenta mi idea siempre ha sido cruzar fútbol con fenómenos sociales. ¿Qué podemos oponer a la liquidez de la posmodernidad? ¿Cuál es la isla que nos permitirá recuperar el aliento? La tierra prometida donde el tiempo se detuvo, este lugar vive de la fidelidad que los sujetos le tributan día a día. Puedes pertenecer a un solo club de fútbol en tu vida. Generalmente la ligazón con una camiseta se da por una emoción, emoción que con el tiempo se transforma en sentimiento y llega a ser una pasión. El fútbol, te ofrece algo concreto, algo sentimental e imperecedero. Los colores del club pueden ser heredados de tus padres o abuelo, adoptados por decisión propia o producto de un hito deportivo (Copa Libertadores de América y Copa Sudamericana) Todas son válidas, lo que no es válido es cambiarse una vez elegida la camiseta.

La lógica posmoderna, no aplica en el fútbol, la satisfacción inmediata es ajena a la pasión por los colores. Si ser de un equipo se tratará de satisfacción inmediata y a la puerta, que sería de clubes como O’Higgins, club que debió esperar hasta el 2013 para ser campeón del torneo nacional, en su historia bajó a segunda división y bus con hinchas volcó muriendo 16 hinchas. La capacidad de seguir un equipo de fútbol, no tiene nada que ver con el hedonismo fácil que rige la posmodernidad. El fútbol, se sufre, se llora, se ríe, se canta y se calla, por ende el fútbol no tiene concordancia con la satisfacción entregada por los aspectos banales de la vida.

Para refrendar mi opinión, los invito a escuchar los canticos de las barras de los equipos del fútbol chileno. El fútbol en Chile, es una identidad monolítica, solida, concreta e irrenunciable. La pasión por el club, el escudo, la camiseta o los colores derribarán las categorías que se aplican al sujeto en posmodernidad.

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[1] Bauman,Zygmunt. “La sociedad sitiada”. Editorial Fondo de cultura económica. Buenos Aires. Pág.273

 

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