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Juan Cristóbal Guarello: «Se acabó el país construido por la UDI en complicidad con la Concertación»

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 29.04.2015
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«En un país de pusilánimes y genuflexos no es raro que yo tenga fama de periodista agresivo», resume el periodista deportivo. A estas alturas, su nombre y sus ásperas opiniones se han convertido en una marca registrada, en una muestra de lo extraño que aún resulta para Chile la figura de un comunicador con definiciones y falta de eufemismos.

Pocos podrían identificar a Juan Cristóbal Guarello como uno más del periodismo deportivo nacional. A estas alturas, su nombre y sus ásperas opiniones se han convertido en una marca registrada, en una muestra de lo extraño que aún resulta para Chile la figura de un comunicador con definiciones y falta de eufemismos.

Incómodos análisis y una que otra rencilla pública lo han llevado a convertirse en noticia más de alguna vez. El periodista, sin embargo, no se inmuta, y en esta entrevista, nos comprobó una vez más que su camino está muy lejos de las relaciones públicas y la naturaleza a veces hipócrita del gremio.

Guarello, rabioso para algunos y referente para otros, accedió sin condiciones ni  más burocracia a conversar con ElDesconcierto.cl sobre un amplio espectro de asuntos. Aquí se consigna, otra vez, la voz de Juan Cristóbal sin censuras.

La gente mala

Llegó puntual, pero relajado a la entrevista. Hojeando con curiosidad un par de libros recién comprados, nos contó algunos detalles de sus últimos hallazgos literarios e iniciamos la conversación sin alejarnos de las letras. En específico, de su debut en la ficción en la novela «Gente Mala» (2014), basado en el caso de Rodrigo Anfruns, uno de los niños desaparecidos durante la dictadura.

«No sé por qué lo elegí, diría que el caso me eligió a mí. La mayoría de los libros tienen que ver con tu biografía, son cosas que a ti te importan. Es algo que te marca, un episodio, un momento. Salvo casos muy específicos, no existe la ficción absoluta», comenta.

Su novela ganó aplausos y pifias. Éstas últimas provenientes de la crítica literaria, a la que no se ahorra repasar: «Son tipos sin obra, son los más críticos. Lo hacen tan bien que no son capaces de escribir. Ellos tienen una cantidad de relatos complejísimos, brillantes, pero que se resisten a ser traslados al papel por lo buenos que son. Como dice Brodsky en su novela Veneno, son críticos cuyo ideal es el papel en blanco. Nada es digno de ser escrito ni menos publicado. Ellos no sabían que vengo de un mundo con mucho enfrentamiento, con permanentes choques y peleas públicas, así que lo que me pudieran decir un par de críticos literarios me importa una raja. Alguna persona por ahí me trató de drogadicto y ladrón públicamente, así que si dicen no, esta novela es mala, bueno, qué se yo. Inténtalo una próxima vez, sé un poco más duro».

Para la irritación de dichos críticos, Guarello asegura que seguirá escribiendo y define su novela como un libro incómodo, pero tampoco lo sobreestima: «Yo siempre lo vi como una película clase B, no es una gran obra, es una película del cine de trasnoche. Era una novela de bajo presupuesto, con pocos actores, un par de escenas, no es una novela con muchos personajes y complejidades».

«A la gallada no le importa el CDF»

Es necesario hablar de deporte con Juan Cristóbal Guarello. En 2011, el comunicador obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Deportivo, forjado en una extensa trayectoria mediática e investigativa que no ha escatimado en polémicas. La más reciente se produjo hace unos días, cuando escribió una columna criticando el lucro y las deficiencias de la competencia deportiva en la última edición de la Maratón de Santiago.

«Lo que pasa es que a nadie le gusta que le digan que el rey está desnudo. Yo he hecho varias investigaciones y todavía estoy reporteando. Leí un reportaje con mucha información sobre la Maratón de Santiago, en cuanto a cómo funciona el negocio y la plata que están ganando. A la gente se le miente mucho, entonces cuando sale Érika Olivera reivindicando a algunos atletas y dando sus marcas, la gente no entiende que Érika Olivera está bluffeando, porque cuando ella dice que un atleta es bueno porque tiene 2 horas 17, 2 horas 18 de maratón, claro, es bueno para Chile, pero es un tipo que a nivel internacional no es competitivo», enfatiza.

Según Guarello, la gente pensó que había sugerido que los deportistas chilenos no entrenaban. Pero no, aclara, su idea era defender que se pueda correr sin pagar 30 mil pesos por su participación. «¿Qué le da la Maratón de Santiago a la ciudad? La gente sale a correr, pero tiene que pagar. ¿Qué le da? ¿Qué le retribuye? En la Maratón de Londres, toda la plata se va a caridad. Entonces, cierran Londres, la gente paga mucho por correr, pero todos saben que esa plata va a ir hacia un montón de gente, no se la quedan los organizadores».

El periodista, sin embargo, no se queja. De hecho, asegura que no tiene mayor dificultad ejercer la profesión con tal franqueza. La trayectoria, el prestigio, cierto nombre, añade, lo protegen pero no lo hacen intocable.

¿Y qué pasa con los auspiciadores y sus presiones?

«Es que el fútbol es un espejo de la sociedad. Los dueños de los clubes de fútbol son los mismos empresarios que andan tirando boletas en Penta o metidos en el caso Cascadas o el caso Chispas, ¿por qué el mundo tenía que funcionar a trasmano de la realidad? Es lo mismo», dispara.

«Eso no es ningún problema y si me dicen oye, no puedes tocar a algún auspiciador, bueno, habrá que conversarlo. En general no he tenido ese problema. Yo trato que las críticas sean fundamentadas», responde. Pero desde afuera, le insisto, la percepción es que el fútbol y los medios están corrompidos.

«Es que el fútbol es un espejo de la sociedad. Los dueños de los clubes de fútbol son los mismos empresarios que andan tirando boletas en Penta o metidos en el caso Cascadas o el caso Chispas, ¿por qué el mundo tenía que funcionar a trasmano de la realidad? Es lo mismo. Y en los medios, igual, si es el país el enfermo», termina.

En diversas ocasiones, Juan Cristóbal Guarello ha cuestionado la existencia de CDF (Canal del Fútbol) y la forma en que la señal desempeña su rol de monopolio en la transmisión y archivo de partidos futbolísticos. Hace un tiempo, incluso, aseguró que constituía un atentado a la libertad de expresión.

Hoy lo sostiene: «CDF tiene derechos a perpetuidad sobre el fútbol chileno, pero además tiene manejo total sobre la imagen y el archivo. En el CDF sólo puede comentar gente que está absolutamente filtrada, es tal el nivel de censura que hay que los comentaristas se tienen que limitar a lo que pasa en la cancha y no pueden nombrar a los dirigentes y decir nada. El noticiero de CDF lleva varios años y nunca ha dado un golpe noticioso. Se limita al entrenamiento, a preguntarle al tipo cómo ve el partido del domingo, si va a ser transferido o no va a ser transferido, y se acaba».

Además, recuerda, en CDF sólo comentan ex futbolistas. En opinión de Guarello, la filosofía de Jorge Claro -administrador del 20% del canal, en conjunto con la ANFP- es no sumar periodistas a dicha labor.

«Él lo dice, no quiere periodistas comentando. Los futbolistas, les guste o no les guste, tienen menos lectura, menos sentido crítico y más complicidad con los jugadores, entonces hace un trabajo muy poco crítico, muy blando y muy acotado a los temas estrictamente futbolísticos, como si el fútbol se limitara a la cancha, cuando vemos que realmente no es así», argumenta. Y agrega: «Al final a la gallada no le importa el CDF, lo ven con la tele en mute, y ponen el audio de las radios. Además, le entregaron toda la crítica a los otros medios. CDF es vapuleado, está muy desprestigiado y sólo sobrevive porque es un monopolio. No compite con nadie, como tantas empresas en este país».

«Las barras bravas son unos fascistas»

El periodista es conocido detractor de las sociedades anónimas en el fútbol, constantemente cuestionadas por los hinchas de diversos clubes nacionales. Hace un tiempo, aseguró que la analogía del «come y calla» era una de sus lógicas, una comparación que se extiende al pueblo chileno.

«Las sociedades anónimas han tenido unas ventajas que los clubes no han tenido. Primero, un plazo de 20 años para pagar las deudas impositivas. Segundo, les construyeron estadio, algo que a los clubes sociales y deportivos jamás les ocurrió. Los estadios de La Florida, Calama y Antofagasta los hizo el Estado y se los dio a ellos para que hagan lo que quieran. Para ser un club social y deportivo tenías una cantidad de restricciones que te hacían prácticamente imposible seguir, te obligaron a convertirte en empresa y fueron los mismos empresarios que eran dueños del resto del país».

Actualmente, asegura, los hinchas son consumidores. Sin embargo, Guarello no sintoniza del todo con los reclamos de las barras bravas contra las dirigencias y recalca que éstas se han caracterizado por estar integradas por «delincuentes, tipos que utilizan la barra para hacer negocios». De protesta, nada: «Hay una confusión ahí, no son rebeldes, son tipos a los que las sociedades anónimas les viene perfecto. Hay un mito con la barra brava por desconocimiento: la barra brava nunca ha sido revolucionaria. Las barras bravas son unos fascistas. Lo que pasa es que hay que ver cómo ha funcionado en Argentina, siempre de la mano del sindicalismo peronista de derecha. Hay que leer cuál es el origen de la barra brava, cómo es su relación con los dirigentes, pero nunca han sido un grupo rebelde. Eso es una mentira».

-Y más allá de las barras, ¿cómo ves los movimientos que se organizan para recuperar sus clubes? 

Bueno, eso está bien. Va a llegar un momento en que tendremos que llegar por lo menos a una solución mixta o intermedia como en Alemania. No pueden ser que clubes con historia, con significación social, con un espacio cultural importante queden en manos de un empresario de Puerto Montt como Aníbal Mosa, que llega y hace lo que quiere. No, no puede ser. Eso es pagarle el patrimonio cultural a una persona porque tiene plata. Toma, te lo vendo, y además, después de haber puesto al club contra la pared después de un montón de acciones judiciales.

-Las dirigencias deportivas en general han explicitado las relaciones entre fútbol y poder.

Sí, es que el fútbol hoy tiene mucha importancia. Yo la encuentro excesiva, innecesaria, en el mundo pero Chile también. Es un fenómeno social, no es sólo un deporte, pero también ha sido inflado.

-Eso explica de alguna forma el interés de los políticos por entrar ahí. De Piñera, por ejemplo.

Obvio, es que Piñera necesitaba insertarse en el mundo popular y Colo Colo fue su puente. Él se disfrazó de hincha de Colo Colo, la chantería más grande de la historia.

«Se acabó el país de Video Loco o Viva el lunes»

El discurso de Guarello, sin embargo, no se agota en el fútbol o el periodismo deportivo. En entrevistas, el periodista ha explicitado sus visiones políticas sin mayor filtro y la crisis que hoy enfrenta su ejercicio institucional, a raíz de los casos Caval, Penta y SQM, no le resulta indiferente.

«El otro día hablaba sobre esto con Carlos Costa en la radio y le decía: estos hueones, de Aguirre -estoy hablando de la gente de la Concertación-, el Guatón Correa y toda esa gente, puta que tienen que sentir que le hicieron mucho bien a este país para creerse con el derecho a cobrar por cualquier cosa, y para hacerse millonarios a costillas de la democracia. Puta que tienen que tener certeza que, si no fuera por ellos, Pinochet estaría gobernando desde la tumba, cuando sabemos que es una mentira«, explica.

Como un dato de la causa, Juan Cristóbal recuerda que la película No (2012) -del director Pablo Larraín- es la gran mentira de la transición a la democracia. Él estuvo ahí, asegura, marchando como muchos otros por la salida de Pinochet y «hay gente que sostiene que si no fuera por los publicistas todavía estaría el gobierno de Pinochet. Esas son todas mentiras. Si no fuera por Insulza, Lagos… no, si no fuera porque salieron millones de personas a las calles no habríamos logrado nada, así de simple. Igual que si no fuera por las marchas de 2011 todo esto no se habría descubierto».

«No va a faltar el tipo que se va a subir a eso diciendo yo lo hice. Ayer salió Insulza diciendo que a la Nueva Mayoría le falta Concertación, o sea, traer a los viejos de mierda, Bitar lloriqueando, Óscar Guillermo Garretón que es una vergüenza. Garretón pasó de la primera página de El Mercurio como uno de los más buscados a la tercera página como columnista de economía, defendiendo el modelo. Puta que hay que ser buena letra con Agustín Edwards para pasar de ser el más buscado al más amado, ¿o no? Algo tuviste que hacerle muy bien a la derecha. Yo creo que Allende lo echaría a patás en la raja de La Moneda si tuviera la oportunidad«, agrega.

Para Guarello, los últimos casos de corrupción vinculados a las autoridades comprueban que la política está comprada por el empresariado. De otra manera, asegura, no se entendería que el sistema de las afp’s y las isapres no haya sido modificado. En opinión del periodista, un buen ejemplo es «la ley de pesca terrible que hicieron Longueira y Fulvio Rossi, donde se compraron a todos. Sería bueno que Fulvio Rossi explicara cómo es esto de que los peces son de todos, pero los pescados son solamente de 7 empresas».

-¿Crees que va a pasar algo?

«Sí, yo creo que va a cambiar algo. Creo que el fin del binominal va a abrir ciertas compuertas. Lo que pasa es que el mismo sistema o cambia o lo botan, pero así como está no va a funcionar. Están obligados, se acabó el país de los ’90, se acabó el país de Video Loco o Viva el lunes. Ese país ya se acabó, la gente ya no lo aguanta, se acabó el país construido por la UDI en complicidad con la Concertación. El país bonito, el país de Cecilia Bolocco, el país del chiste corto de Alvarito Salas. Eso ya no existe más, el país del cosismo, que intentó hacer Joaquín Lavín. Eso de que a la gente no le importan las grandes ideas, les importan las cositas. Se acabó esa hueá, el país Piñera soñaba cuando dijo: «La juventud chilena es Yingo». El país que creyendo que sacando a los mineros está todo solucionado, el país que recibe 120 lucas de pensión, ese país se acabó para siempre».

Hasta ahora, pocos saben que Guarello fue militante de las Juventudes Comunistas durante su juventud. No obstante, los años y la misma coyuntura han cambiado el panorama y ya no vota por los comunistas: «Encontré que fue un error sumarse a la Nueva Mayoría porque era sumarse a Pérez Yoma, a Insulza, a Ricardo Lagos, amado por los empresarios. Es sumarse a todo eso», explica.

El infantilismo revolucionario

Guarello mira la discusión de las reformas impulsadas por Bachelet con escepticismo. Respecto a la propuesta educacional, por ejemplo, señala que es necesario hablar del fondo y enfatizar el debate en la calidad de la educación y no en su financiamiento.

«En Chile lo único que vale, no es la calidad, sino cuánto cuesta y quién gana plata con eso. Y si hacen una reforma, quién deja de ganar plata. Entonces si tú haces una reforma del transporte público de Santiago, en vez de hacer un buen transporte público, te preocupas de no molestar a los empresarios micreros, entonces pactas con algunos y al final terminas pagando más de mil millones dólares al año en subsidio. Lo mismo ocurre con todo«.

En opinión del periodista, los movimientos sociales aún tienen un rol que jugar, pero deben ser estratégicos. «Encuentro que, cuando veo a la niña de la ACES reclamando contra todo, eso no la va a llevar a ninguna parte. Si te vas por el lado violento, tienes todo para perder porque el otro sector es mucho más fuerte que tú. No vas a ganar por las armas ni por la violencia porque te van a masacrar», añade.

«Lo que pasa es que es el discurso de los capuchas de Juan Gómez Millas que salen por cualquier huevada a la calle y luego los propios alumnos terminan odiándolos. Porque ellos también quieren irse un día para la casa o tomar una micro. Entonces no, que estamos reclamando contra el alza de la micro en Llo Lleo… ¡hueón! No jodai más. Existe el indignadismo profesional, el que nunca se vende a nada, el que reclama porque son todos unos inconsecuentes, pero ellos no se han vendido porque el sistema no se los ha querido comprar, tampoco. Esa es una posición muy fácil».

Guarello recuerda a Lenin: «El infantilismo revolucionario nunca ha funcionado. Si pones una bomba en el metro, a ver, ¿quién te puede aplaudir eso? ¿Quién se tiene que sentir identificado? O lo que pasó la otra vez, que la sobrina de Vergara Toledo va y le dispara a un guardia de un banco que gana 300 lucas, que es tan o más pobre que ella y que trabaja en eso porque no tiene en qué otra cosa trabajar. En el fondo, es uno como tú. Y siempre todo es un montaje, todo es un montaje, al final le terminan hinchando las pelotas a la gente y se ponen a favor de la represión. Se pone reaccionaria la gente con ese tipo de cosas».

-Cuál es el camino, entonces.

Puedes juntar un millón de personas en las calles, pero no necesitas ponerte una capucha y empezar a romperle el kiosco a un vendedor. El camino es la movilización, pero una movilización inteligente, que tenga un objetivo. No movilización porque sí, tienes que ser estratégico, tienes que buscar aliados y tener un programa. Si tú pones siempre un objetivo inalcanzable, vas a estar en permanente pelea y al final vas a terminar cansando a tus aliados, a tus propios simpatizantes y la gente se va a ir pa’ la casa no más.

-En ese escenario, ¿ves quiénes podrían dirigir un movimiento así?

No, no sé. Creo que se tiene que originar un gran movimiento, con estudiantes, trabajadores, profesionales que exijan un cambio, una asamblea constituyente y terminar con la oligarquía de los partidos políticos. Porque, en el fondo, ¿qué es Chile hoy? Es una dictadura por otros medios, como en España la monarquía es Franco por otros medios. Hay que gestar movimientos que desborden el sistema, pero salir a romper un semáforo, bueno…

«Twitter es una guerra de escupos»

El periodista bebe su café y, luego de varias preguntas cuestionadas, asegura que le parece «una tontera» penar el autocultivo de marihuana. El cannabis, como el alcohol, el tabaco o la misma abstinencia, puede ser la puerta de entrada a drogas más duras. El argumento de los sectores más conservadores no lo convence. Tampoco respecto al aborto.

«Me quedo con las palabras de Mujica, nadie quiere un aborto pero de repente hay una situación que te obliga. Tiene que ser libre, pero con un límite de tiempo muy claro, pero con una campaña de educación sexual muy fuerte. Lo ideal es no hacerlo. Tampoco sintonizo con la fiesta del aborto ni apruebo a esas personas que entraron a la catedral a pelear, los encuentro unos sacos de hueás. Yo hubiera estado ahí, los agarro a patás’ en la cabeza. No sé quién disfruta con hacerse un aborto, tienen que reivindicar el derecho», argumenta.

El matrimonio gay, en cambio, le parece una reivindicación legal correcta, pero asegura que es un asunto que preocupa mayoritariamente a la clase alta. «A la gallada más popular no sé si le interesa mucho. El matrimonio gay se ve como una película de Sex and the City, pero la realidad en Chile el 80 por ciento de la gente gana menos de 750 lucas mensuales, entonces no está para eso», apunta.

Al finalizar la entrevista, procuro volver sobre su figura y desempeño periodístico. ¿Qué piensas de aquellos que siguen tus opiniones? La honestidad no suele ser bien recibida en este país, le comento. Inmediatamente responde: «La otra vez estaba leyendo una frase de Carlos Droguet, déjame buscarla porque es muy buena… Droguett dice: «En un país de pusilánimes y genuflexos no es raro que yo tenga fama de escritor agresivo».

-¿Es tu fama?

Bueno, en un país de pusilánimes y genuflexos no es raro que yo tenga fama de periodista agresivo.

Lejos de reconocerse como un referente, Guarello recuerda que ha trabajado en una serie de medios oficiales. «Tampoco es que trabaje para Mono Gamba«, apunta, evidenciando su conocimiento de los medios digitales. «No es que me haya ido a trabajar en la contracultura ni tampoco me interesa. Tampoco me interesa tener un blog ultra revolucionario que no lee nadie. Yo sí tengo filtro, porque lo que digo, trato de que sea fundamentado. No es visceralismo, no es real visceralismo, como decía Bolaño».

Le recuerdo que las redes sociales han explotado tras algunas de sus columnas y despotrica: «Las redes sociales dan lo mismo, las redes sociales son un vertedero. Hay opiniones que no están bien fundamentadas, no tienen conocimientos, pero la red social es igual para todos y empata. Hay una cantidad de mentiras, de repeticiones, y la gente cree. Twitter es una guerra de escupo no más. No tengo Twitter. ¿Qué vas a decir en 140 caracteres? Lo único que puedes decir son pelotudeces como lo dijo Schaulson de la guagua de la Camila Vallejo. Para eso sirven, para que Schaulson quede una vez más como un soberano pelotudo. Nadie queda como inteligente en Twitter, sólo quedas como hueón».

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