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Nelson Ávila: «El compromiso de la Nueva Mayoría con los poderes económicos es infinitamente mayor al que cualquiera pudo imaginar»

Por: admingrs | Publicado: 15.07.2015

nelson avilaPara el ex diputado y senador Nelson Ávila, hoy domiciliado en el Partido Radical, el freno de la agenda de reformas anunciado por el Gobierno se debe a algo mucho más profundo que el panorama económico actual. La «total ausencia de voluntad transformadora de la Nueva Mayoría», dice en entrevista con El Desconcierto, se debe a su «compromiso con los grandes centros del poder económico».

Ávila recordó la pugna por la que fue expulsado del PPD el año 2005, cuando exigió a los hermanos Andrés y Adolfo Zaldívar abstenerse de votar la Ley de Pesca por sus vínculos con la industria pesquera y el Grupo Angelini en particular. Y salió al paso del diputado por su distrito, Marco Antonio Núñez (PPD), de quien asegura que «se comenta mucho que el nexo de él es con las cadenas de farmacias».

La desaceleración económica, según el propio ministro Valdés, viene de 2012, no es muy nueva; lo nuevo es la magnitud de la crisis de legitimidad. ¿Cree que el concepto “realismo sin renuncia”, que La Moneda salió a instalar esta semana, obedece más bien a la debilidad política de la coalición de gobierno que a la cuestión económica?

Para nadie es un misterio -y cualquier observador con un mínimo de sensibilidad así lo constata- que el Gobierno a partir de la crisis ética y valórica que sufrió en sus inicios, no ha podido escoger un rumbo definido ni tampoco sortear con éxito las dificultades que el escenario interno y también el plano internacional le plantea.

Hay quienes consideran que sin agenda de reformas la Nueva Mayoría ya no tiene sentido. ¿Lo tiene?

El único sentido de la Nueva Mayoría era ampliar las bases de sustentación de un eventual gobierno suyo, precisamente para retomar la agenda de transformaciones que en algún minuto le correspondía llevar a cabo a la Concertación y que no lo hizo. Si se desfija esa tarea y se disuelve en la contingencia con una agenda de sobrevivencia, la verdad es que carece por completo de sentido.

Pero, pongamos que se recupera el tema de las reformas en el discurso, ¿es capaz de llevar a cabo reformas de verdad una coalición tan íntimamente atada al poder económico?

Yo soy una de las personas más profundamente decepcionadas con los escándalos que han ido sucediéndose uno tras otro y que tienen que ver con un tema de ética en la política. Todos presumíamos que, de una u otra forma, el gran empresariado estaba interviniendo en el acontecer nacional, pero apoyando fundamentalmente a aquellos que se conocían como sus propios representantes en el Congreso, esto es, la derecha tradicional, que cambia de nombre cada cierto tiempo, pero que siguen siendo los mismos. Jamás el grueso de la gente imaginó que esos mismos tentáculos también se proyectaban con mucha fuerza a quienes, supuestamente, tenían en sus hombros la representación ciudadana propiamente tal, esto es, aquellos que estaban en condiciones precisamente de enfrentar el poder económico para emparejar la cancha en favor de los que menos tienen. Ha quedado fehacientemente demostrado en estos meses que si había una razón para explicarse la ausencia total de voluntad transformadora en la ex Concertación, actual Nueva Mayoría, era precisamente porque el nivel de compromiso con los grandes centros de poder económico era infinitamente mayor de lo que cualquiera pudo imaginar.

El PPD ha sido muy golpeado por estos casos, demostrándose que es un partido con dirigentes, digamos, muy entendidos en el arte de hacer boletas falsas a cambio de dinero empresarial. Usted conoció los vínculos de la política con el empresariado, ¿los vio cuando fue parte de ese partido?

Yo creo que la mayor parte de la gente no lo sabe exactamente. La verdad es que entiendo que así sea, porque nunca se ventiló públicamente cómo en esencia ocurrieron los hechos. Yo fui expulsado del PPD por presiones de aquellos factores de poder, a quienes puse en tela de juicio en el Congreso, y sometí con todo rigor a la incomodidad de verse expuestos con las manos en la masa y con los lazos que tenían en el Parlamento totalmente al desnudo. Eso no me lo perdonaron. Y por lo tanto, presionaron para que, bajo pretextos pueriles, yo definitivamente fuese expulsado; y así ocurrió. A lo que me estoy refiriendo, aconteció justamente después de haber enfrentado a los hermanos Zaldívar por sus vínculos con el grupo Angelini y con la forma muy mediática en que aquella situación fue expuesta.

Pero, a usted lo expulsan del PPD ¿qué le dicen en su partido, no en la DC?

Yo en ese minuto, me enfrenté completamente solo a los hermanos Zaldívar, y fui el único voto que les censuró y no se rindió en el propósito de intentar que no votasen una ley que los iba a beneficiar directamente, como al final efectivamente hicieron. Después de eso, y al ver la nula solidaridad del PPD ante esta situación, decidí congelar la militancia. Y ese fue el motivo que utilizaron para la expulsión.

Marco Antonio Núñez, presidente de la Cámara de Diputados y diputado (PPD) por su distrito, dijo que rebajar las dietas de los parlamentarios era riesgoso porque personas como él podían verse forzados a irse al sistema privado. ¿Qué le parece la opinión de este diputado que, además de ser de su zona, pertenece a una generación que pretendía ser el “recambio”?

Una vergüenza me parecen esas declaraciones. Hablan por sí solas de la solvencia moral y ética de quien las formula. Por otro lado, todos sabemos que ese diputado y muchos otros parlamentarios son los que llevan a cabo campañas multimillonarias. No son gente de fortuna, por lo que sabemos, de ahí que cabe suponer con fundamentos que esos dineros provienen de los diferentes grupos económicos. De hecho, prácticamente todos tienen aportes reservados. Es imposible lograr que, en un ataque de transparencia, revelen los nexos que los ligan a los diferentes grupos económicos. Todo eso se mantiene en absoluto sigilo, la ciudadanía no tiene derecho a saber cuáles son esos vínculos. Sin embargo, quienes proveen esos fondos, lo primero que hacen es dar cuenta de su identidad, precisamente porque después de encargan de pasar las facturas correspondientes.

¿Tiene alguna idea del grupo económico del que provendrían los recursos de la campaña de Núñez?

Se comenta mucho que el nexo de él es con las cadenas de farmacias, por lo tanto, el estetoscopio (que usa en los afiches de campaña por ser médico) no pasa de ser un símbolo más bien risible. Lo que debería exhibirse con mayor propiedad es una fuente de recursos, cosa que podría tener una simbología diferente.

¿Ha pensado en volver a la política?

Yo estoy fuera precisamente porque jamás me rendí a la cruda realidad que se puso en evidencia sobre todo en la última campaña, donde la intervención de los grupos económicos fue tan descarada que cada uno de mis adversarios superó los mil millones en gastos de campaña. Esta cifra no es arbitraria, porque nos encargamos de hacer un estudio al respecto. Yo me quedé con la satisfacción de haber empleado solo los recursos públicos que podían ser mi fuente de financiamiento. Se dio algo para la risa: competían en terreno 60 millones versus mil de cada uno de los demás. Allí quedó absolutamente de manifiesto que, en esas condiciones, es imposible competir. Y si hoy no se toman medidas, pero de verdad, para que ese matrimonio espurio del dinero y la política termine de una vez, no habrá forma posible de recuperar para los ciudadanos las instituciones fundamentales del Estado.

Pero, de haber un cambio en los mecanismos de financiamiento, ¿cree que es posible hacer algo solo, como un Quijote dentro de la Concertación? ¿No son acaso necesarios nuevos actores políticos?

Sin duda, pero, más que nuevos actores, lo que se requiere son nuevos métodos. En definitiva, cortar el cordón umbilical que hoy día el poder económico tiene con la actividad política en sus más diversas expresiones. Las instituciones están cooptadas en este instante y eso se nota en todo; en cómo imponen agenda, en cómo en un momento determinado instalan temas, etcétera. Es decir, si la política continúa con estas características, no hay manera posible de avizorar cambios que valgan la pena.

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