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Autores de El golpe al libro: «Las bibliotecas fueron otro objetivo más del terrorismo de Estado en Chile»

Por: Mauricio Amar Díaz | Publicado: 14.10.2015
Entrevista a José Fernández y María Angélica Rojas, bibliotecarios documentalistas de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM, quienes por más de ocho años han llevado adelante una investigación sobre la censura al libro y a las bibliotecas durante la dictadura de Pinochet.

José Fernández y María Angélica Rojas son bibliotecarios documentalistas de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM, y por más de ocho años llevaron adelante una investigación sobre la censura al libro y a las bibliotecas durante la dictadura de Pinochet.

Ambos son autores del libro El Golpe al Libro y a las Bibliotecas de la Universidad de Chile: Limpieza y Censura en el Corazón de la Universidad, de la Editorial UTEM, cuyo lanzamiento será realizado el próximo 24 de octubre en la Feria Internacional del Libro de Santiago.

En entrevista exclusiva con eldesconcierto.cl los autores de la obra, detallaron cómo fue que empezaron con una búsqueda que se remonta a sus años de estudios, la inquietud que les produjo que no se hablara sobre lo ocurrido con las bibliotecas y lo que sucedió con los bibliotecarios que sufrieron torturas y detenciones durante ese periodo.

¿Cómo llegaron a la investigación? ¿Qué factores los motivaron a hacerla?

José Fernández, JF: La investigación empezó en el año 2007 cuando hicimos nuestra Memoria de Título. Por aquella época estábamos motivados por la revolución pingüina, contra el legado de la dictadura en la educación. Desde nuestra disciplina nos cuestionamos cuál había sido el efecto de la dictadura sobre el mundo de las bibliotecas y ahí nos introducimos en el tema de lo que fue la censura durante esos años. Cuando empezamos nuestro estudio, nos dimos cuenta que no había casi material previo que abordara el tema.

María Angélica Rojas, MR: Es un trabajo que nos ha llevado aproximadamente ocho años. A nosotros nos inquietó el que en nuestra carrera no nos hablaran acerca de lo que pasó en esa época con las bibliotecas y los bibliotecarios. Es como que se pegaron un salto de 1973 hasta el 1993 cuando empezó la UTEM, pero nosotros no sabíamos nada más allá de cómo fue el paso de la Universidad de Chile hacia lo que se transformó la Escuela de Bibliotecología.

¿Cuál fue su primer hallazgo con la investigación?

JF: Que los bibliotecarios también fueron víctimas de la represión. Ese era un elemento que nosotros desconocíamos. Hay que entender este fenómeno como algo general que se dio en el país. Ahora completamos el rompecabezas y nosotros evidenciamos una especie de Operación Limpieza a nivel cultural. Hay un libro que se llama El Golpe Estético que habla de esto y nosotros hemos visto que es algo que se extendió a nivel país. Hubo un ataque a lo que fue el libro y las bibliotecas a lo largo de todo Chile, pero llegó a la Universidad de Chile como a uno de sus escenarios principales. La censura se dio de múltiples formas, a través de la quema, los libros ocultos en estanterías y también afectó al personal.

MR: Nosotros entendemos a la biblioteca como un organismo vivo. No solamente el lugar donde se encuentran los libros, los tesoros o el corazón de la universidad, como era llamada en esa época. Los bibliotecarios también hacen la biblioteca, pues la biblioteca depende también de ellos y la exoneración, la tortura que hubo en ese entonces, de eso nadie nos habló. Eso es algo que fuimos encontrando y cosas que fuimos sabiendo. No sabíamos que uno de los primeros doctores en ciencias bibliotecarias en Latinoamérica, chileno, el señor Alberto Villalón, había sido exiliado. Siempre hablaban de los éxitos, de su gran trayectoria, pero nunca nos hablaron de la parte tortuosa que nadie está reconociendo que vivieron los bibliotecarios.

¿Qué tipos de textos fueron los que sufrieron censura?

JF: Lo primero que detectamos fue que el golpe fue muy duro con las ciencias sociales pero en la Chile fue con extensión y profundidad: desde la medicina hasta la sociología. Desparecieron revista que venían del campo socialista, que venían de Cuba o la República Democrática Alemana; en teatro también; libros de Agronomía.

MR: La Universidad de Chile tenía 108 bibliotecas departamentales y cada una era muy específica. Lo que se hizo en cada una, fue también muy específico y eso es lo que fuimos encontrando. Hay bibliotecas completas que desaparecieron como fue la biblioteca de Geografía.

JF: Hay muchos mitos que dicen que la quema de libros fue muy irracional, que en el episodio ocurrido en la Torre San Borja quemaban libros referentes a marxismo, como un paraguas amparado en la doctrina de la seguridad nacional. Pero aquí nos dimos cuenta que se sacaban libros de la estanterías de la biblioteca de la universidad, pero sacándolos de lugares específicos, o sea, los militares sabían perfectamente dónde tenían que llegar para sacar los libros. Claramente había un diseño previo, un diseño bélico, sobre todo lo que se identificara como literatura marxista o proveniente de países socialistas y ahí podía caer cualquier disciplina. Esto fue algo racionalizado y que contó con el apoyo de profesionales.

Las bibliotecas fueron otro objetivo más del terrorismo de Estado en Chile. La censura o la represión que se aplicó tanto a los libros como a la biblioteca o a las personas que trabajaban allí también fue una forma de terrorismo de Estado, una forma de generar un shock, teniendo en cuenta cierta literatura como algo peligroso.

¿Pinochet estuvo al tanto de la quema de libros? ¿Tuvo algún rol?

JF: Pinochet cuenta en sus memorias que cuando estuvo como capitán en el Campo de Prisioneros de Pisagua en 1947 durante la época de la Ley Maldita, él encontró una especie de biblioteca que habían formado los prisioneros de literatura “marxista”, usando ese apelativo.

MR: Él sabía el valor del libro. Sabía lo que significaba el libro. Me parece poco irreal que esto no fuera tomado en serio, no fuera hecho de la manera que se hizo. El daño a la cultura fue muy específico e intencionado.

 

¿Cuál fue el rol de Roque Esteban Scarpa durante este periodo?
JF: Nuestra trabajo parte de las memorias de los bibliotecarios y personas que estuvieron en ese época y nos contaron los hechos que sucedieron. También trabajamos documentos de archivo y ahí dimos con el rol que habían tenido gente que debería haber protegido el patrimonio bibliográfico del país y la cultura, en ese sentido Roque Esteban Scarpa como director de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, DIBAM. Él también colaboró con la dictadura para sacar la “literatura marxista” de las bibliotecas públicas.

Más allá de la quema de libros ¿Hubo usurpación de obras?

MR: Sí. Existió sobretodo cuando se dividió la Universidad de Chile el año 1981. En 1972 había un proyecto muy grande que era unificar todas las bibliotecas que tenía la Universidad de Chile en el Campus Juan Gómez Millas. Iba a ser la biblioteca más grande de Latinoamérica, nos iba a poner en la vanguardia en cuanto a las bibliotecas y el conocimiento. Sería una biblioteca de cinco pisos, una biblioteca que después se llamó Eugenio Pereira Salas. Esa biblioteca albergaba todas las colecciones patrimoniales de Chile y con la Ley General de Universidades que divide al Pedagógico y que saca carreras que según ellos la Universidad de Chile no necesitaba, se llevaron también parte de sus colecciones. Desintegran esa biblioteca y según los testigos, sacaron camiones y carretillas de libros que nunca llegaron a destino. Ese fue uno de los más grandes saqueos patrimoniales de nuestra historia.

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