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Douglas Tompkins y los enemigos políticos que tuvo que enfrentar en Chile

Por: El Desconcierto | Publicado: 09.12.2015
Hace poco más de un mes, Tompkins cumplía 25 años en Chile y realizó una entrevista para la Revista Paula, en la que afirmaba: «hemos visto pasar docenas de políticos: ministros, gobiernos, seis presidentes y nosotros seguimos con nuestro rumbo fijo como un buque».

Ayer el empresario y ecologista, Douglas Tompkins, falleció luego de sufrir un accidente en el lago General Carrera, en la Región de Aysén, cuando practicaba Kayak junto a un grupo de seis personas.

En las redes sociales, la muerte del hombre que practicaba la filantropía a través de la instalación de Parques Nacionales en el sur de Chile y Argentina, provocó las condolencias de diversos rostros de la política chilena, pese a que su figura causó grandes controversias desde los año 90′.

 

Lo cierto es que hace poco más de un mes, Tompkins cumplía 25 años en Chile y realizó una entrevista para la Revista Paula, en la que anunció que puso a la venta tres de sus granjas agrícolas y que donaría próximamente el Parque Pumalín al Estado. También que se quedaría solamente con un terreno y una renta para vivir los últimos años y, aseguró que ya estaba por «terminar su misión en la Tierra».

En la publicación, además afirmó que «hemos visto pasar docenas de políticos: ministros, gobiernos, seis presidentes y nosotros seguimos con nuestro rumbo fijo como un buque».

Consultado por los enemigos políticos que había dejado atrás como Longueira, Pérez-Yoma y Orpis, Tompkins explicó que: «Sí y otro que fue ministro, Gabriel Valdés. Cuando llegamos, ellos nos comenzaron a dar con un palo grande y quedamos un poco choqueados y sorprendidos. Comprar grandes extensiones de tierra genera desconfianza. Era algo nuevo y pasa en cualquier país. ¡Pero Eduardo Frei, el presidente de Chile! Él sí que fue nuestro enemigo. Incluso intervino en negocios entre privados. Hizo que la Universidad Católica de Valparaíso rechazara nuestra oferta por el fundo Huinay y se lo vendiera a Endesa».

Sobre esto, si realmente creía que Endesa le cedería Huinay, el estadounidense dijo que «los dueños ya no son españoles. La política de Endesa ha cambiado. Va bien encaminado un acuerdo para que lo traspasen al Estado junto con unas tierras del Ejército, y después se integren a Pumalín. Pero si tengo que ir a Italia o a Suiza a hablar con los nuevos dueños de Endesa, lo voy a hacer. Y si tengo que seguir esperando, también».

Respecto a esa movida que le hizo Frei a su proyecto en 1997 y que no le permitió convertir a Pumalín en su Parque Nacional más grande, aclaró que «Frei no me dañó a mí, sino a su propio país. Al final de su gobierno sus propios ministros Heraldo Muñoz, Ricardo Lagos y políticos como Letelier, Girardi y otros, me organizaron una cena para pedirme disculpas por el trato que nos había dado su gobierno».

Así mismo, negó que a partir de ese momento comenzó su amistad con Lagos y que le haya financiado la campaña: «no. Con Lagos somos amigos desde que era ministro de Obras Públicas de Frei y apoyó por debajo, como se dice, nuestro proyecto. Pero jamás hemos aportado a candidatos. Solo financiamos campañas ecológicas. Sí han venido políticos a pedir. Uno de Chiloé fue el primero. Y le dimos unas camisetas a ver si se las ponía».

Tompkins, mediante la Foundation for Deep Ecology (FDE), publicó una serie de libros sobre temas ambientales, como incendios forestales, la tragedia de la agricultura industrial, ganadería, y la tragedia de la silvicultura industrial. Pero el activismo de FDE fue más allá, ya que tiene una larga historia en la entrega de financiamiento a través de postulaciones, para áreas como la conservación de la biodiversidad. Seguramente la campaña más famosas de Tompkins es Patagonia Sin Represas, un movimiento que se puso en contra de las represas que quería instalar la compañía HidroAysén, la cual apoyó con 8 millones de dólares.

Finalmente, en la entrevista el denominado filántropo también le dejó una dura crítica al empresariado chileno: «no son generosos. Pero no por sí mismos, sino porque la cultura filantrópica no es muy fuerte en Chile. En cambio, es parte de la cultura norteamericana. Cuando yo tenía 10 años, en las cenas sociales mi padre discutía sobre filantropía. Era el premio por haber obtenido una vida acomodada: devolver algo a la sociedad. Es muy gratificante contribuir al bienestar de la sociedad: en el caso mío salvando algo de naturaleza para la humanidad. Yo creo que hay millonarios chilenos que han cambiado. Sebastián Piñera es conservacionista; Nicolás Ibáñez nos compró un fundo con fines conservacionistas, Juan Claro, también. Otros donan ‘para callado’ a iglesias, niños y otras causas. Si nuestro ejemplo ayudó a formar esa noción filantrópica, somos felices».

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