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Opinión

Una reflexión sobre nuestros pueblos indígenas, identidad y reconocimiento

Por: Paula Huenchumil Jerez | Publicado: 24.12.2015
Fiestas de fin de año, navidad y la nostalgia se apodera de muchos y muchas. Es cuando recordamos lo que hicimos este ciclo del calendario “winka”. Realizamos balances de nuestra vida personal y profesional, y por qué no, reflexionamos también desde lo más adentro en nuestra complejidad como seres humanos qué nos gustaría mejorar.

Fiestas de fin de año, navidad y la nostalgia se apodera de muchos y muchas. Es cuando recordamos lo que hicimos este ciclo del calendario “winka”. Realizamos balances de nuestra vida personal y profesional, y por qué no, reflexionamos también desde lo más adentro en nuestra complejidad como seres humanos qué nos gustaría mejorar.

Entonces recordé que este año, me entrevistaron y una de las preguntas fue ¿qué marcó tu búsqueda identitaria? A lo que respondí: “Cuando chica sufrí hartas burlas por el apellido. En general desde los mismos compañeros. Esto fue en primero, segundo básico, que te deforman el apellido. Además muchos docentes no aportan en esto, porque no saben pronunciar los apellidos mapuche. Siempre tenía miedo, pensaba ‘profe nuevo, ¿lo dirá bien?’ Porque en general les costaba y eso causaba risa. Más grande te das cuenta que es un resultado de esta sociedad que tiene tan invisibilizado este tema. Entonces, son pequeños sufrimientos, pero es una realidad que se ve en todas partes”.

Así me di cuenta que la inquietud la tuve siempre, y nunca sentí vergüenza de mi apellido mapuche. Más tarde, conocí el concepto “identidad” que sin duda, sigue siendo un proceso constante de crecimiento y aprendizaje.

Porque lo indígena es una cosa del día a día. Es una cosmovisión que no solo se practica en diferentes ceremonias, el küme mongen, que se podría explicar estar en armonía con uno mismo y el entorno, o también conocido como el “Buen Vivir”. En lo cotidiano hechos como el de respetar al de al lado, valorar la biodiversidad, observar, asumir tus errores y corregirlos, compartir tu alimento, que parecen cosas tan simples, pero que la humanidad ha perdido, algo que se nos olvida y cuesta llevar a la práctica.

Sabemos que el sistema económico y las políticas públicas en la que estamos insertos, no cuentan con una lógica de un «Buen vivir», sino que prima el método occidental capitalista. Por lo que aprendizaje diario se convierte aún más enredado, vamos creciendo con las diferentes dificultades y situaciones que nos pone el camino.

Por eso mi breve escrito en estos días navideños, se dirige a quienes están llenos de prejuicios acerca de nuestro pueblo, a quienes nos llaman “terroristas”, “violentos”, “flojos y borrachos”, a quienes sólo han visto “la verdad” de lo que dicen los mediocres noticieros nacionales, o simplemente, a quienes no han tenido el interés, tiempo u oportunidad de conocer a los pueblos indígenas que habitan hoy en el territorio llamado chileno. Por ello, la invitación este nuevo año es a conocer las maravillosas y profundas cosmovisiones que tenemos a pocos pasos, ya que no dimensionamos todo lo que nos pueden entregar. Nuestros pueblos indígenas están más vivos que nunca. ¿Un ejemplo de lo que podríamos aprender? Respetar, cultivar nuestra sabiduría, para ser más completos en lo intelectual, en lo físico y en lo espiritual, pero para compartir, no para competir, algo muy olvidado.

¡Este 2016 a conocernos para poder reconocernos!

Paula Huenchumil Jerez