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Opinión

PODEMOS, desde Chile

Por: José Ignacio Ponce | Publicado: 26.12.2015
Sin querer caer en el calco ni copia, sino en la creación heroica, podríamos preguntarnos: ¿las fuerzas emergentes chilenas han coagulado unas potencialidades y herramientas suficientes para dar ese salto ante la actual partidocracia y herirla de muerte, tal como lo hizo PODEMOS en España?

Acaban de celebrarse las elecciones generales españolas. Los resultados mostraron el declive del bipartidismo, donde el 20% obtenido por PODEMOS lo convierte en el “ganador” en un contexto que, producto del sistema parlamentario, aún nadie triunfa. Los resultados vinieron a consolidar que las disputas no solo estuvieron marcadas por la tensión entre izquierda y derecha, sino también por la emergencia de nuevas fuerzas políticas, vislumbrándose un escenario de dispersión nunca antes visto en la historia contemporánea española.

De tal manera, la rápida y disruptiva aparición de PODEMOS hace casi dos años ha marcado la política española. La remontada electoral y el épico minuto en que su líder, el académico y presentador televisivo, Pablo Iglesias, que en vez de pedir el voto a la gente, pidió “no olvidar” la corrupción y las políticas de recortes fiscales, terminó con un esperanzador “sonrían, sonrían, que Sí se puede”, serán momentos que pasarán a la historia hispana. ¿Cómo y por qué PODEMOS ha conseguido esto? Aquí intentaremos dar algunas ideas.

Más que marketing y populismo político

Desde distintos ángulos muchos explican el éxito de PODEMOS al “marketing político” y al “carisma populista” de su líder. Sin embargo, creemos que esta organización es mucho más que eso y responden a un contexto histórico específico, pero también a la sinergia de ello con una forma de comprender y realizar la construcción política que desborda lo realizado hasta ahora por las izquierdas tradicionales posdictatoriales.

Corría Mayo del 2011 y en España se desplegaron las movilizaciones de los “indignados”. No eran las únicas, sino que eran parte de un fenómeno de protestas sociales que se expresó ese año en países tan distintos como Portugal, Grecia, EEUU, Gran Bretaña, Medio Oriente y Chile. Los indignados hispanos ocuparon gran parte de las portadas del mundo durante aquél mes, particularmente por las acampadas en lugares públicos de sus principales ciudades. Sus movilizaciones respondían a un descontento contra los recortes fiscales aplicados en uno de los países más golpeados por el crac económico del 2007-2008, y al hastío ciudadano contra el régimen institucional que aplicaba dichas políticas. Malestar que parecía diluirse a finales del 2011 cuando el conservador Partido Popular triunfaba de manera aplastante sobre el PSOE, del Presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

Pero por debajo se venían dando cambios que no eran electoralmente perceptibles aún. La década previa había estado marcada por el cambio subterráneo de ideas políticas en el pensamiento crítico hispano. En paralelo a las movilizaciones antiglobalización, se difundían lecturas heterodoxas del marxismo y sus diversas críticas, constituyéndose con ello un fermento cultural que avanzaba en distintos espacios, especialmente universitarios en Barcelona, Valencia y Madrid. Así llegarían nuevas camadas de académicos a las universidades, muchos de ellos en condiciones precarias y afectados por los recortes, entre quienes estarían los futuros fundadores de PODEMOS. En un primer momento, esto quedaría en reducidos círculos intelectuales e izquierdistas, dado el peso cultural conservador de la sociedad española y por la crisis proyectual de la izquierda tradicional, que en su variante mayoritaria viró al neoliberalismo. De tal manera, a la crisis del neoliberalismo y del sistema político se sumaba una crisis de las izquierdas, pero que por las fisuras entre estos puntos discurría un nuevo pensamiento crítico para comprender las protestas posnacionales y antineoliberales que se desataban.

Las trayectorias de los fundadores de PODEMOS se pueden agrupar en dos polos, entre quienes provenían de Izquierda Anticapitalistas (IA) y el grupo “La Tuerka”-Fundación CEPS. IA era una organización de raigambre marxista-troskysta, pero que había sido permeada por las ideas altermundistas, la cual puso su eje de acción en la movilización social y en la participación político-electoral (primero en la plataforma Izquierda Unida -IU- y luego en solitario), aunque con magros resultados. El otro grupo, muchos de los cuales habían tenido alguna vinculación con IU, sin desvincularse al movimiento social se enfocaron en la formación académica y en el estudio de las protestas anti-neoliberales. Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Juan Carlos Monedero fueron parte de este grupo, el cual se interiorizó en los procesos de politización latinoamericano y las complejas formas de irrupción de masas en situaciones similares a la triple crisis que ellos percibían a partir principalmente de las lecturas de Boaventura Souza y de Ernesto Laclau. Los avances y deficiencias de los procesos suramericanos les sirvieron para comprender que el neoliberalismo se podía desbordar, para lo cual se debía configurar un nuevo y particular proceso de politización popular en España, que además debía ser construido y comunicado masivamente, de lo que se derivaría la necesidad por disputar los espacios de comunicación de masas, en especial la TV.

Indignación y comunicación

La formación académica y las necesidades políticas llevaron a concluir al grupo encabezado por Iglesias que los espacios tradicionales de difusión del pensamiento investigativo no permeaban la sociedad. Cuando varios llegaron a la Facultad de Ciencias Sociales de la Complutense de Madrid, se asociaron a una productora para realizar un programa de debate político. En canales locales y comunitarios impulsaron distintas iniciativas, que a mediados del 2010 cristalizaría en el programa “La Tuerka”, conducido por Pablo Iglesias. Haber levantado este medio les permitió cubrir y debatir el ciclo de movilizaciones del 2011-2013 a través de la pantalla.

Este formato de participación en las movilizaciones les posibilitó enlazarse con el grupo de IA, con quienes hicieron sinergia también en la librería ecológica la “Marabunta”. A través de ella desarrollaron un activismo cultural y ecológico que permitió debatir y afianzar la necesidad de construir una nueva alternativa política ciudadana. Esto cobró más sentido cuando el triunfo electoral derechista el 2011, pero sobre todo al fracasar las huelgas obreras convocadas por las principales centrales sindicales del país, vinculadas al PSOE y a IU.

En este marco de movilizaciones y desplazamientos políticos contradictorios, tanto la elite política como los grandes medios televisivos estaban perplejos y, probablemente ante el morbo de buscar a alguien radical para ponerlo en TV, llevaron al joven académico de pelo largo y piercing para decirles que pasaba. El manejo comunicacional de Iglesias tras un par de años de debates en “La Tuerka” y su sólida formación, permitieron que su lenguaje punzante pero tranquilo lo hiciera despuntar como figura televisiva en los acalorados estelares de política en España.

De esta manera, la combinación de un pensamiento crítico altermundista, mezclado con ideas marxistas, gramscianas e inspirados en los procesos latinoamericanos, se sumaron a los núcleos organizativos de IA y los vínculos creados gracias a “La Tuerka” con diversos dirigentes sociales e intelectuales, configurándose una potencial articulación contrahegemónica sobre la cual se montaría una novedosa organización política. Así, en enero de 2014 y de cara a las elecciones Euro-parlamentarias, estos dos núcleos deciden formar PODEMOS, una organización de tipo ciudadana que buscaría redefinir la política española.

 Moviendo las fichas del tablero

Su documento inicial, “Mover Ficha”, apuntaba a la democratización del país y al término de los recortes fiscales a través de un movimiento ciudadano que impugnaba a la élite. La apuesta debía ser realista, como exigió el mismo Iglesias, para lo cual puso como condición conseguir 50.000 apoyos antes de las elecciones. No obstante aparecer en muy pocos medios de comunicación su primera conferencia pública, el fermento estaba tan dispuesto que en menos de dos días los apoyos fueron conseguidos. Iglesias no tenía excusas y debía asumir el desafío.

Con poco más de cuatro meses y con exiguos recursos, afrontaron la situación. Su premisa inicial fue que no podían competir con los grandes partidos en cuanto a recursos económicos, organizativos y comunicaciones, recurriendo a lo que tenían a mano: la cara de Pablo Iglesias en la papeleta; la organización de su gente en 400 círculos territoriales; y su contraposición como actores comunes ante la élite o “casta”, como se popularizó rápidamente. Con un discurso amplio pero ambiguo, y una organización flexible, reflejaban la nueva forma de pensar y hacer la política que ha promovido PODEMOS, todo lo que se expresaba en esperanzadoras campañas audiovisuales y un uso creativo de las redes sociales. Con un 7% y 5 eurodiputados fueron la sorpresa de las elecciones, irrumpiendo la cuarta fuerza.

Aunque no ganaron, PODEMOS se posicionó como una organización con proyección y en diciembre de 2014 aparecían en las encuestas como la primera fuerza con intención de cara a las elecciones de 2015. En enero convocaron a “La Marcha del Cambio”, la cual desbordó con cientos de miles la Puerta del Sol, siendo el inicio de su proceso constituyente interno que sería hegemonizado por el grupo de Iglesias por sobre el de IA.

Mientras tanto, la derecha comunicacional empezó a atacar a PODEMOS y a levantar a una por entonces marginal organización de jóvenes derechistas, Ciudadanos, como una alternativa de “cambio sensato”. Ante un escenario de tensiones internas y una sobreexposición comunicacional, PODEMOS enfrentaría las elecciones Municipales de Mayo del 2015, en alianza con IU, con formaciones políticas y activistas locales, en la plataforma “Unidad Popular” con la cual lograrían gobernar las principales ciudades del país: Madrid, Barcelona, Valencia y Cadiz.

Parecía que efectivamente se avecinaba el año del cambio y PODEMOS estaría cerca de tocar el cielo. Pero se endurecieron los obstáculos, más cuando se debía discutir si avanzar solos como espacio ciudadano de cara a las generales o formar un frente de izquierda, incluyendo a IU. El “fuego enemigo” de derecha incentivo el “fuego amigo” de izquierdistas que impugnaban a Iglesias de divisionista. Según PODEMOS, tras un referéndum interno, la “sopa de siglas” o los “frentes de izquierda” habían demostrado su incapacidad de sumar una mayoría ciudadana, ante lo cual definirían promover círculos locales y candidaturas ciudadanas, como expresión de la unidad social por sobre la política que promovían.

En este complejo escenario, cada vez más expuesto a los ataques, PODEMOS sufrió su primera gran derrota electoral en las autonómicas de Cataluña, marcadas por un discurso altamente polarizado por el separatismo, donde la agrupación morada planteaba una salida intermedia que convenció a muy poca gente de plurinacionalidad y proceso constituyente para un posible plebiscito autodeterminista.

Con este poco deseable último round, PODEMOS iniciaba la etapa final de campaña a las elecciones generales. Solo le quedaba apostar todas sus fichas. Para ello articuló una serie de candidaturas ciudadanas en un complejo pacto en zonas donde el separatismo es más fuerte, como Cataluña, Valencia y País Vasco, pero en el resto del país, PODEMOS encabezaría las listas. Las elecciones mostraron que PODEMOS sigue cargado de futuro y esperanza, pasando de una intención de voto del 10% hasta superar el 20% en votos en 130 días.

Esto ha puesto a la organización como bisagra para investir la candidatura del PSOE o tensionar unas posibles nuevas elecciones en 2016. Para la primera posibilidad ya puso como condiciones “blindaje” constitucional de los derechos sociales, una reforma constitucional al sistema electoral y para una posible revocabilidad de mandato, e reconocer el carácter plurinacionalidad del Estado español. No existe una fecha constitucional clara resolver esto, de allí que las negociaciones puedan extenderse por varios días hasta volverse imprevisible la resolución del actual escenario político.

Sin embargo, el 20D no consagró el objetivo que se propuso la organización al nacer: ganar. De todas maneras, PODEMOS en dos años es la tercera fuerza política y ostenta al candidato con mayor proyección para la próxima legislatura española. No es exagerado tampoco agregar que PODEMOS podrá ser recordada como la principal flecha que hirió de muerte al “bipartidismo” hispano.

Su auge puede convertirse en una inspiración para los procesos latinoamericanos, tal como ellos lo hicieron con nuestro continente. Pero hay que tener cuidado, como hemos querido evidenciar, PODEMOS no es mero “markenting político”, un líder carismático o utilitarismo electoral. La colectividad basa su fuerza en un complejo ensamblaje de una nueva óptica para comprender y practicar la política que rompe profundamente con las tradiciones de izquierda, a través de la cual han leído su “correlación de fuerzas/debilidades”, a partir de la que han organizado a amplias franjas sociales y delineado un proyecto posneoliberal para su país.

Comprender que PODEMOS es más que una mera “acumulación por arriba” y “un salto electoral”, puede convertirlo en un inspirador ejemplo para una alternativa social en Chile. Sin querer caer en el calco ni copia, sino en la creación heroica, podríamos preguntarnos: ¿las fuerzas emergentes chilenas han coagulado unas potencialidades y herramientas suficientes para dar ese salto ante la actual partidocracia y herirla de muerte, tal como lo hizo PODEMOS en España? Mapear estas condiciones es un tema fundamental de la discusión de las fuerzas emergentes chilenas.

José Ignacio Ponce