El Antropoceno: la época del hombre que podría terminar en su propia extinción

Por: Greta di Girolamo | Publicado: 14.01.2016
La semana pasada un artículo por la revista Science abre un interesante debate político en el mundo de la geología y ecología sobre si la acción humana merece o no ser reconocida como una nueva unidad en la Escala de tiempo geológico conocida como el Antropoceno: la época del humano.

Plástico, aluminio, hormigón, pesticidas, polvo radiactivo y residuos de combustibles fósiles componen nuevas capas de tierra de nuestro planeta. A esto se suma el cambio climático, el aumento del nivel del mar y el aceleramiento de las tasas de extinción de especies. Todo lo anterior como parte del legado del ser humano en el planeta Tierra.

Parte de esta evidencia fue publicada la semana pasada por la revista Science en un estudio que forma parte de una de las discusiones que está más en boga en el mundo de la geología y la ecología. Se trata de un vigoroso debate de si la acción humana merece o no ser reconocida como una nueva unidad en la Escala de tiempo geológico conocida como el Antropoceno: la época del humano.

Huellas en la tierra

Desde que existe el planeta Tierra, hace 4.500 millones de años, éste ha pasado por distintos períodos que quedan marcados como capas en el suelo. Así, a partir de los componentes de la tierra se ha decretado la existencia de cuatro eras, cada una con sus respectivos periodos, por ejemplo la era Mesozoica y su periodo Jurásico, caracterizado por la existencia de los dinosaurios.  Actualmente el planeta se encuentra en la época del Holoceno, del periodo Cuaternario –en el cual aparece la especie humana hace unos 195 mil años-  de la era Cenozoica.

Todos los periodos han estado marcados por procesos naturales que incluyen cambio de clima, desaparición y aparición de nuevas especies y cambios en la composición de la tierra entre otros factores. Pero desde que existe la especie humana los cambios se han empezado a producir por nosotros mismos y de forma muy acelerada en comparación a épocas pasadas.

“Desaparecieron los grandes dinosaurios, luego los mamíferos dominantes, después quizás haya otra extinción gracias a nosotros y va a haber otra forma de vida dominante. Si seguimos a este ritmo de consumo y desperdicio de los recursos, lo más probable es que no tenga vuelta”, dice Nicolás Poblete, del Grupo de Geología Ambiental.

“Estos niveles de dióxido de carbono, de nitrógeno, de erosión y de mayor temperatura se han alcanzado antes, lo que pasa es que en esta época los hemos alcanzado muy rápidamente: en vez de demorarnos diez mil años en llegar a este punto, nos hemos demorado cien. Los ecosistemas no son capaces de adaptarse tan rápido. Ni nosotros mismos nos hemos llegado a adaptar a los niveles de contaminación; en China andan con mascarillas”, explica Javiera Mulet, integrante del directorio de la Sociedad chilena de geología y del Grupo de Geología Ambiental de esta.

Un artículo publicado en marzo del año pasado, titulado “Definiendo el Antropoceno”, indica que los humanos han cambiado el sistema planetario lo suficiente como para producir señales en los sedimentos y en el hielo que justifican el reconocimiento del Antropoceno.

Habla de cuatro hitos importantes en la historia humana que podrían marcar el comienzo de esta nueva época, que en geología se conocen como Global Boundary Stratotype Section and Point (GSSP).

El primero es el impacto biológico relacionado con el comienzo de la agricultura, que al reemplazar la vegetación natural aumenta las tasas de extinción y cambia algunos ciclos naturales. El segundo cambio relevante llega con la colonización en 1492, cuando las naves europeas desembarcan en el caribe, lo que a futuro implica el intercambio de especies en distintas partes del mundo, alterando la organización natural de la vida en la Tierra y el ciclo del dióxido de carbono específicamente en 1610.

/Agencia Uno

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Un tercer hecho es la revolución industrial, basada en el uso masivo de metales y combustibles fósiles pero con un impacto más bien local. El último cambio es conocido como la Gran Aceleración, que se da desde 1950 y está marcada por un boom en el crecimiento de la población humana a nivel mundial y sus respectivos impactos en los procesos naturales, además de la utilización de armas químicas desde la prueba de la primera arma nuclear en China el año 1964.

Actualmente se están llevando a cabo estudios para tener más información respecto a cuál de estos hitos sería el más adecuado para hablar del comienzo del Antropoceno. Una vez recopilada la información, la propuesta de la nueva época geológica llegará a manos del grupo de trabajo del Antropoceno de la subcomisión de la estratigrafía del cuaternario, seguido de una votación mayoritaria en la comisión internacional de estratigrafía y finalmente la ratificación de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS, en inglés).

El debate de la nueva época

“La validación de eso (Antropoceno) tiene una implicancia política porque en la medida en que se naturaliza esto, se tiende a naturalizar las conductas humanas que marcan esos cambios y eso, sobre todo en un contexto en que se trata de revertir, puede que tenga un impacto. Que se diga ‘contaminamos los mares, cambiamos el clima y eso es algo normal’”, plantea el doctor en microbiología Pablo Lobos.

Javiera Mulet cree que el panorama sería precisamente el opuesto; que ayudaría a tomar conciencia y mejorar las condiciones de explotación de recursos. “Este parece ser un cambio brusco que no es el continuo que venía pasando desde el último período glaciar. Y hay que ponerle un nombre. Si te vas al lado más político, también es para llamar la atención de que hay algo que estamos viendo en el registro geológico, generar bulla en las políticas públicas de gran escala, por ejemplo en la COP21. Primera vez que nos enfrentamos a una parte más social de la geología”, dice.

Es precisamente ese tinte político-social el que genera desconfianza en Francisco Hervé, geólogo y académico de la Universidad de Chile y Andrés Bello que asegura que el concepto obedece a una tendencia mundial que podría influenciar una definición imparcial y netamente científica de una nueva época en la escala geológica. “Esto del Antropoceno no es una cosa de la ciencia pura, tiene que ver con un concepto de las cosas y quizás por eso no es tan apropiado. La tendencia más popular dice que el hombre es modificador de la naturaleza, que ha contaminado todo. En parte es cierto, pero tiene que reflejarse en los métodos de la comunidad geológica para que merezca representar una nueva división del tiempo”, asegura Hervé.

El ex vicepresidente de la IUGS se pregunta: si el ser humano es parte de la naturaleza, ¿no se deberían considerar sus acciones también como parte del ciclo natural del planeta? “Dicen que la actividad humana ha hecho desaparecer muchas especies. Posiblemente para esa especie es algo negativo, pero quizá para el mundo no es negativo; las especies se han generado y desaparecido, es parte también del ciclo natural. Lo mismo ocurre con el calentamiento global; nosotros sabemos que la tierra se ha calentado y se ha enfriado muchas veces”, plantea Hervé.

“Se dice que estamos modificando la Tierra más rápidamente que los procesos naturales, pero ¡los seres humanos también somos naturales! Hay momentos en la historia de la Geología en que otros seres vivos han producido cambios enormes, como las bacterias. La atmósfera de la Tierra no tenía oxígeno y las bacterias les dieron oxígeno y cambiaron todo”, plantea el geólogo.

Smog en Santiago /Agencia Uno

Smog en Santiago /Agencia Uno

La extinción del humano

“Desaparecieron los grandes dinosaurios, luego los mamíferos dominantes, después quizás haya otra extinción gracias a nosotros y va a haber otra forma de vida dominante. Si seguimos a este ritmo de consumo y desperdicio de los recursos, lo más probable es que no tenga vuelta”, dice lapidario Nicolás Poblete, del Grupo de Geología Ambiental. Explica que, según estudios científicos, es muy difícil volver al antiguo equilibrio del sistema planetario: “habría que volver a la pre revolución industrial”.

En el escenario en que la especie humana  se acerque a su fin como producto de sus propios actos, Lucio Cuenca asegura que habrá luchas por el agua y grandes migraciones a lugares del planeta que ofrezcan mejores condiciones. Uno de los problemas es que no habrá igualdad de condiciones para adaptarse a ese nuevo mundo. “Es posible que hayan comunidades humanas que tengan posibilidad de adaptarse. Esto asociado al nivel socioeconómico, tanto en la escala de países como al interior de cada país”, afirma.

Pero el director del Observatorio latinoamericano de conflictos ambientales (OLCA) prefiere seguir positivo y enfocarse en las alternativas que el humano tiene para minimizar su impacto ambiental y, por lo tanto, en la propia especie.

Cuenca plantea que la base del problema está en el modelo extractivista que hoy domina la explotación de recursos naturales a nivel mundial. “Cada día somos más dependientes de este modelo global donde perdemos soberanía de tomar nuestras propias decisiones y se las entregamos al mercado global. Se han planteado alternativas viables a este modelo, el tema es que no tienen interés económico para los poderes hegemónicos en el mundo. Espero que se tome conciencia para que cambie el rumbo de la civilización. Así como estamos generando impactos negativos masivamente, también podemos generar impactos que estabilicen el planeta. Cambiar las tendencias de extractivismo, la actividad mega agrícola y los grandes negocios”, dice.

Como ejemplo de nuevos modelos de vida nombra desurbanizar las grandes ciudades y volver a una forma de vida campesina, lo que ayudaría a retener más dióxido de carbono y enfriar el planeta. También propone la utilización de energías renovables.

Para él es clave educar para contar con nuevos “consumidores conscientes” que estén al tanto de las cadenas de producción que hay detrás de lo que compran. En este sentido llama a evitar el consumo de alimentos envasados, reciclar, priorizar productos locales antes que importados y disminuir el consumo de la carne; la industria ganadera implica deforestación, generación de gas metano y pérdida de agua, entre otros.

Si este es el camino ideal, pareciera ser que Chile no va tan bien encaminado. Por solo dar un ejemplo, según cifras del Ministerio del Medioambiente, cada chileno produce cerca de 1,3 kg. de basura al día, de lo cual se recicla menos del 10%. También existe preocupación por la falta de protección a los glaciares nacionales y la posible prórroga del DL701, que favorece el monocultivo de pinos y eucaliptus que impacta negativamente los ecosistemas.

“Chile en algún momento de su historia toma la decisión de ser un país productor de materias primas, que básicamente significa reventar el medio ambiente para mandarlo para fuera. Y la política ambiental en Chile siempre ha sido guiada por la política macroeconómica, aparecen políticas públicas con retraso”, asegura Luis Pouchucq, director científico de la ONG Corporación para el desarrollo de las ciencias ambientales (CODECIAM).

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