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Opinión

¿Constitución para qué?: Crítica desde la Educación Ciudadana

Por: Juan Pablo Miranda Orrego | Publicado: 02.03.2016
No podemos dejar de cuestionar la “etapa de información cívica constitucional” del proceso constituyente, la cual ha estado marcada por el procedimentalismo, la poca claridad en torno a sus objetivos y, en última instancia, la despolitización del debate sobre una posible nueva carta magna.

Durante los últimos años hemos sido testigos del resurgimiento de una ciudadanía crítica y propositiva de la mano de múltiples movimientos sociales. Estas expresiones de una sociedad que se pensaba sumida en la desarticulación, han abierto la posibilidad antes impensada de cuestionar y reformular varios de los cimientos del Chile de la transición, muchos de los cuales se encuentran en la Constitución vigente de 1980. Es por esta razón que no podemos dejar de cuestionar la “etapa de información cívica constitucional” del proceso constituyente, la cual ha estado marcada por el procedimentalismo, la poca claridad en torno a sus objetivos y, en última instancia, la despolitización del debate sobre una posible nueva carta magna.

Ciertamente, la Constitución en cuanto tal no puede regir todo el quehacer del ciudadano ni mucho menos explicar toda la cotidianeidad de la forma en que se organiza políticamente una sociedad. Sin embargo, la Constitución establece normas básicas de convivencia, la forma de organización y distribución del Estado, así como el conjunto de derechos y deberes esenciales de la sociedad, de ahí la importancia de dar un debate democrático y consciente en torno al contenido del texto. Por lo mismo, una etapa de concientización sobre el tema debe por sobre todas las cosas buscar que la ciudadanía sea capaz de comprender las distintas posturas y perspectivas en disputa, como base para su participación en un proceso que, se asume, debe ser lo más democrático posible.

Muy por el contrario, desde el gobierno se ha impulsado una campaña comunicacional cuya base son una serie de videos que de manera un tanto simple e infantil intentan explicar conceptos básicos que se asumen como necesarios en el contexto del debate constitucional, el llamado “Constitucionario”. Dichos conceptos se refieren a ideas como Igualdad, Constitución, República, entre otros, estando fuertemente impregnados por una mirada delegativa del quehacer ciudadano, en desmedro de perspectivas que entienden la democracia y la ciudadanía como una práctica constante y colectiva que va mucho más allá de los procesos eleccionarios e instancias como el Congreso y el gobierno.

Es fundamental, por tanto, volver a poner la centralidad de la discusión en torno a la Constitución misma, en su contenido político y visión de sociedad. La etapa de educación cívica no puede estar enfocada en definiciones básicas sobre un conjunto de conceptos que en la práctica poco servirán para integrar al debate a la ciudadanía. En contraste, debe propender a impulsar debates y diálogos sobre los distintos componentes que deberían conformar una nueva Constitución construida en democracia, ya sea el nivel de descentralización y desconcentración del aparato estatal, las atribuciones de los distintos poderes estatales, así como el carácter subsidiario que asume el Estado y la forma en que resguarda los derechos más básicos. Este último punto quizá sea uno de los más definitorios en el debate constituyente, puesto que la crítica a la subsidiaridad ha estado presente en varios de las movilizaciones más importantes del último tiempo.

El proceso de concientización sobre el debate constituyente no puede quedar en manos únicamente del gobierno, por lo que como organización enfocada en la educación ciudadana estamos dispuestos a colaborar en socializar los elementos necesarios para dar un debate democrático y conciente. No obstante, dicho debate debe estar centrado en el contenido de la Constitución y no solo en los distintos mecanismos o procedimiento para su conformación, como de hecho ha venido ocurriendo hasta ahora. De lo contrario, corremos el riesgo de la trivialización e intrascendencia del debate constituyente y a su consiguiente elitización.

Juan Pablo Miranda Orrego