Avisos Legales
Opinión

El Buen Vivir en Ñuñoa

Por: Jose Luis Sepúlveda | Publicado: 14.03.2016
En la discusión del plan regulador comunal en Ñuñoa, lo que se logra es que se pierda la visión de conjunto y no cambia en un ápice la lógica del mercado respecto al uso del suelo ni sus consecuencias perversas tales como, la segregación por estratos socioeconómicos, la destrucción del patrimonio material e inmaterial de las comunidades, los perjuicios sobre las áreas verdes, por nombrar solo algunos.

Tras la elección entre concejales para determinar el reemplazante para alcalde en Ñuñoa, el edil asumido Zahri ha intentado diferenciarse de su antecesor llenando la comuna de ferias navideñas, actividades infantiles y culturales (todas estas muy vacías de contenido y de propuesta sobre la comuna que se propone construir). Asimismo ha abierto la participación, al menos en la forma, de las vecinas y vecinos en los instrumentos de planificación municipal a su alcance, es decir, en el Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO) y el Plan Regulador Comunal (PRC), todo esto con la evidente intención de reunir el mayor caudal electoral de votos en vista de su posible elección en las próximas elecciones municipales.

Quizás, y hasta el momento, la modificación del Plan Regulador sea la iniciativa de mayor trascendencia para los vecinos. Se han generado reuniones con las distintas juntas vecinales, para modificar dicho Plan. Es aquí donde se han presentado dos mecanismos posibles: la modificación de espacios y sectores acotados versus la modificación de todo el Plan, cada opción tiene sus ventajas y desventajas.

Si bien este proceso es saludable en la medida que significa involucramiento de la ciudadanía en la toma de decisiones (participación ciudadana) y es algo que no se puede menos que considerar positivo. Lo lamentable de este proceso es que ha contrapuesto a algunos dirigentes vecinales que toman partido entre uno y otro mecanismo aun cuando nada asegure que el edil las llegue considerar (participación no vinculante). En esta discusión metodológica, lo que se logra es que se pierda la visión de conjunto y por otro lado, no cambia en un ápice la lógica del mercado respecto al uso del suelo ni sus consecuencias perversas tales como, la segregación por estratos socioeconómicos, la destrucción del patrimonio material e inmaterial de las comunidades, los perjuicios sobre las áreas verdes, por nombrar solo algunos.

Todo esto nos lleva a pensar en el fondo del asunto y que no es otra cosa que nuestra convivencia; como queremos vivir de aquí en adelante y como nos relacionamos con los otros (vecinos o comunas). Claramente la ciudad (y por ende la comuna) tiene que densificarse en los espacios patrimoniales y de vida de barrio, áreas verdes, lugares públicos de encuentro de la comunidad, armonizando los intereses de los distintos habitantes y usuarios, para redundar en un Buen Vivir para todos y todas en Ñuñoa.

Por último, debemos emplazar a los gobernantes a que mediante políticas públicas prohíban la expansión descontrolada de las ciudades y generen densificación con la adecuada conservación de las condiciones ambientales, sociales y culturales de los barrios. La planificación urbana no es una cuestión menor ni baladí, tiene relación directa con la calidad de vida de las personas y no sería nada exagerado decir que debiera ser una Política de Estado que sea sustentada con leyes, financiamiento e institucionalidad a cargo, de tal forma que no quede sujeta a la avidez de los mercaderes inmobiliarios ni tampoco a los vaivenes y apetitos electorales de los gobiernos de turno.

Jose Luis Sepúlveda