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El debate de las senadoras sobre aborto y machismo en el Congreso

Por: Greta di Girolamo | Publicado: 31.03.2016
En entrevista con eldesconcierto.cl, las senadoras mujeres contraponen sus visiones. Unas consideran que el proyecto de tres causales «relativiza cuándo un ser humano es sujeto de derechos» y otras que las antiaborto son «subordinadas a la ideología patriarcal».

Algunos aplaudían y otros lloraban el pasado 17 de marzo, cuando fue aprobado en la Cámara de diputados el proyecto de ley que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo en las causales de peligro de vida para la mujer embarazada, inviabilidad fetal y violación.

Quien tendrá la última palabra será el Senado. Y, considerando que lo que está en juego son los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, en eldesconcierto.cl entrevistamos a las seis senadoras para hablar sobre aborto. Seis senadoras que, de un total de 38 parlamentarios, equivalen sólo al 15,8% del Senado.

«Es necesario legislar. Son tres causales definidas y extremas y lo que uno está haciendo es posibilitar el que en estos casos la mujer pueda tomar la decisión sin ninguna consecuencia legal», dice Isabel Allende (PS), quien votará a favor de las tres causales.

El mismo camino seguirán las senadoras Adriana Muñoz (PPD) y Lily Pérez (Amplitud, ex RN). De esta forma, siguen la línea de lo que ha manifestado el 70% de la población chilena según distintas encuestas. Un apoyo ciudadano que ha sido liderado en medios de comunicación y manifestaciones por organizaciones feministas que exigen un avance en los derechos de las mujeres.

En contraste están los grupos anti aborto que se hacen llamar provida y también han ido radicalizando su modo de operar, pegando afiches en las iglesias y haciendo una concentración frente a la Moneda. En este segundo grupo se ubican las dos senadoras de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe y Ena Von Baer.

«Haría un llamado general a la Nueva Mayoría para que pudieran decirme con certeza que el feto no es un ser humano. Si no son capaces de demostrarlo, entonces con qué criterio relativizan cuándo el ser humano es o no sujeto de derechos. Algunos dicen que es porque no tiene el sistema nervioso completamente desarrollado; una persona con alzheimer tampoco lo tiene absolutamente desarrollado. O porque sus brazos y piernas no están formadas; una persona discapacitada que no tenga piernas y brazos, ¿deja de ser sujeto de derechos? ¿Cuándo el ser humano deja de ser un sujeto de derechos? Esa es una pregunta de fondo que la Nueva Mayoría tiene que responder», argumenta Van Rysselberghe.

Es tal su rechazo, que asegura que el proyecto debe llegar al Tribunal Constitucional independiente de cómo se desarrolle su tramitación: «Esto atenta contra el derecho a la vida, que es protegido por la constitución, entonces evidentemente debería ir al Tribunal Constitucional». Una opción que también baraja su correligionaria Ena Von Baer (UDI), la única parlamentaria que no respondió las preguntas de nuestro medio.

Adriana Muñoz (PPD) afirma que le cuesta comprender la visión de sus pares de la UDI. «Respeto sus visiones, pero no alcanzo a comprender, como mujeres, por qué quieren seguir imponiendo una ley que obliga a las mujeres obliga a acatarla y si no ir a la cárcel, una ley donde no se considera para nada su capacidad de discernimiento y opción de decidir. Eso no lo comprendo. La mujer es un ser humano con un proyecto de vida, nació para algo en la vida, no para prestar el cuerpo y reproducir la especie como algunas señalan», dice la senadora en relación a la célebre frase de Ena Von Baer. «No entiendo que como mujeres sean tan subordinadas a la ideología patriarcal», concluye Muñoz.

Carolina Goic (DC), por su parte, manifiesta que tomará una decisión luego de que se lleve a cabo el debate parlamentario, por eso valora que el Gobierno no haya puesto urgencia al proyecto en el Senado. «Se requiere dar espacio para escuchar distintas miradas, conversar, madurar el tema y hacer una buena legislación. No es un proyecto que puedas sacar como otros con mayor celeridad; requiere espacio», afirma Goic, que dice que «probablemente hay cosas que fortalecer» en el proyecto que salió de la Cámara baja.

Su planteamiento sigue la línea de la Democracia Cristiana, que, a pesar de pertenecer a la Nueva Mayoría, ha puesto en duda su voto para la aprobación del proyecto de ley y ha ingresado algunas indicaciones para adecuarlo. Ejemplos son el programa de acompañamiento para la mujer que sufrió violación y también la obligación al equipo médico de realizar una denuncia luego de llevar a cabo un aborto por la tercera causal.

La denuncia obligatoria ha sido cuestionada porque podría implicar que la mujer violada decida no realizarse un aborto para no darle pie a una investigación judicial, sobre todo en caso de que el abusador sea familiar o cercano a ella -situación que se da en el 89% de los casos de violación en Chile-. Siguiendo este razonamiento, tanto Isabel Allende como Adriana Muñoz están en contra de esta indicación.

Lily Pérez, en cambio, apoya ambas indicaciones de la DC y critica el razonamiento expuesto anteriormente: «Las personas que plantean eso es porque son partidarias del aborto libre y yo no lo soy por lo tanto me parece que tiene que haber denuncia más allá de de quién sea el violador. Si ser feminista es apoyar el aborto libre, entonces a lo mejor no lo soy, o no lo soy tanto como otras mujeres».

La senadora deceé Carolina Goic tampoco apoya el aborto libre, y es evidente que ninguna de las dos parlamentarias de la UDI lo hace. En cuanto al vínculo de esa demanda con el feminismo y ante la pregunta «¿Qué opina del feminismo», Jacqueline Van Rysselberghe contesta: «Yo soy hincha de las mujeres. Soy una mujer. Creo que en muchos casos en nuestra sociedad los derechos de las mujeres se ven vulnerados y espero que la defensa de la mujer permita que esta tenga los mismos derechos que el hombre».

La PPD Adriana Muñoz, por su parte, señala que se considera feminista pero aún así no está a favor del aborto bajo cualquier circunstancia porque «hay que tener una situación definida para poder avanzar en tomar la decisión de llegar a tener un aborto».

Isabel Allende, en tanto, prefirió no explicitar su opinión al respecto: «No es el momento, no voy a contaminar la discusión, menos ahora que estamos en una situación difícil para el senado. En el futuro espero que alguna vez, como cualquier país maduro, por lo menos se ponga en la mesa (el tema del aborto libre) y la gente tenga la opción de opinar. Esto ocurre en muchísimos países y nadie los consideraría  como criminales o degenerados», afirma.

Machismo en el Congreso

En entrevista con eldesconcierto.cl la diputada Camila Vallejo (PC) aseguró que el ambiente del Congreso está marcado de conductas machistas, que ella personalmente ha recibido piropos y la han tratado de «mijita», una situación confirmada por varias de las entrevistadas.

«Empezábamos a hablar nosotras y empezaba el recreo, había ruido o abandonaban la sala. Hoy día es menos porque hemos ejercido nuestro liderazgo y hemos hecho retroceder esas conductas alzando la voz. Es menos que antes, pero siempre existe. La discriminación está en las relaciones cotidianas, en gestos, cuando no te dejan hablar o no te escuchan; la atención que se pone es diferente, nuestros argumentos se sopesan con menos valor. Te nombran con diminutivos, algo que está en el limite del aprecio y la minusvalía. También hay un límite entre halago y coquetería. Es bien sutil», explica Muñoz, que asegura que es una actitud generalizada, casi inconsciente, de parte de los parlamentarios.

La misma idea repite la senadora socialista Isabel Allende. «Existe machismo. En el Senado menos acentuado que en en la Cámara de diputados; por lo menos no tenemos el mal gusto de lo que ocurrió con la diputada Cicardini», dice, haciendo alusión al comentario del ex presidente del la Cámara, Marco Antonio Núñez, que llamó diputada «Ricardini» a Daniella Cicardini en plena discusión del proyecto de ley sobre acoso callejero.

Allende también tiene sus anécdotas: «Cuando asumí la presidencia (del Senado), estaba presidiendo la sesión y a los dos minutos los senadores decían ‘señor presidente’. Yo me llegaba a reír, se les escapaba porque estaba profundamente en su ADN. Es evidente que todavía es un proceso cultural que cuesta asimilar; hay sólo 6 senadoras de 38. Siempre se están fijando y comentando cómo se visten las mujeres, cómo lucen, detalles bastante superficiales que no ocurren con los hombres».

Sobre estas conductas micromachistas,  Lily Pérez afirma que «las he visto y las viví particularmente cuando era diputada». «Muchas veces me tocó que si yo argumentaba en la sala, el diputado que me sucedía en la palabra decía exactamente lo mismo pero no me nombraba, mientras que entre los hombres siempre hay una red invisible, dicen ‘como dijo el diputado tanto’; se elevan entre ellos. Eso es muy típico en la Cámara de diputados y creo que se mantiene bastante», explica la senadora, reforzando la idea de que en la Cámara de diputados se vive más machismo que en el Senado.

De hecho, según Van Rysselberghe hay «mucho respeto» en la Cámara alta, mientras que Goic dice que ha recibido un trato muy respetuoso por parte de sus colegas.

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