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¿Cuál es la gravedad de la crisis climática?

Por: Miguel Fuentes | Publicado: 22.05.2016
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Uno de los datos relevantes es el reciente rebasamiento de las 400 partículas por millón (ppm) en los niveles de dióxido de carbono (CO2) atmosférico, pudiendo alcanzarse durante las próximas décadas cifras superiores a los 500 ppm. Para hacernos una idea de lo que significan estos números, basta con mencionar que jamás en la historia de nuestra especie hemos vivido en un planeta con niveles de CO2 semejantes.

Si se estableciera una analogía entre la crisis ecológica actual con algún tipo de enfermedad terminal, podríamos decir que aquella estaría a punto de alcanzar un carácter irreversible. Y esto por varios motivos basados en datos científicos contundentes.

Uno de dichos datos es el reciente rebasamiento de las 400 partículas por millón (ppm) en los niveles de dióxido de carbono (CO2) atmosférico, pudiendo alcanzarse durante las próximas décadas cifras superiores a los 500 ppm. Para hacernos una idea de lo que significan estos números, basta con mencionar que jamás en la historia de nuestra especie hemos vivido en un planeta con niveles de CO2 semejantes. De hecho, de acuerdo a algunos científicos tales como James Hansen (ex director del Goddard Institute de la NASA), el límite de sustentabilidad de la civilización moderna se encontraría en cifras cercanas a los 350 ppm.

Imagen 1. Niveles de CO2 actuales (NASA)

Imagen 1. Niveles de CO2 actuales (NASA)

Lo anterior posee una importancia clave debido, entre otras cosas, a los efectos que tiene el dióxido de carbono en la atmosfera terrestre, constituyendo uno de los principales gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global. Esto queda en evidencia si tomamos en cuenta las estimaciones de la ONU que, basándose en los niveles actuales de CO2 en el planeta y en la proyección de las emisiones industriales durante las próximas décadas, predicen un aumento probable de la temperatura global de hasta cinco grados centígrados para fines de siglo. Es decir, una cifra ampliamente superior a la barrera de los dos grados centígrados, límite establecido a partir del cual el calentamiento global se transformaría en un fenómeno de dimensiones verdaderamente catastróficas.

Han sido justamente algunas de las principales agencias climáticas y potencias imperialistas alrededor del mundo las que vienen reconociendo, progresivamente, esta dramática situación. Un ejemplo de aquello puede encontrarse en las afirmaciones de la ONU y algunos investigadores tales como Peter Cox (Hadley Center) en torno a las consecuencias que podría tener un aumento de tres o cuatro grados centígrados de la temperatura global durante este siglo, pudiendo producir este último la desaparición de una gran parte de los ecosistemas terrestres y marinos: por ejemplo el Amazonas o los arrecifes coralinos. De acuerdo al climatólogo Peter Wadhams de la Universidad de Cambridge, de hecho, un aumento de cuatro grados centígrados se asociaría, inevitablemente, al colapso de la civilización contemporánea, aquello como producto del quiebre de los sistemas agrícolas y la imposibilidad de la mantención de los sistemas urbanos y los niveles actuales de población mundial.

Imagen 2. Zonas inhabitables en un planeta cuatro grados más caliente (New Scientist

Imagen 2. Zonas inhabitables en un planeta cuatro grados más caliente ( New Scientist)

Si tomamos ahora el peor escenario de calentamiento global considerado por la ONU: es decir un aumento de aproximadamente cinco o seis grados centígrados para fines de siglo, estaríamos refiriéndonos en este caso, nada menos, que a la posible extinción de una gran parte de las especies naturales y de la propia humanidad.

Y aquí no existe exageración alguna, esto si tenemos en cuenta que un aumento de cinco o seis grados centígrados en pocas décadas constituiría un fenómeno de tal gravedad que tendría pocos parangones en la historia geológica. Es más, algunos de los cambios ambientales más drásticos que ha presenciado la humanidad en el pasado, entre otros el ocurrido al fin de la época glacial (o Pleistoceno) cuando la temperatura mundial experimentó un incremento de aproximadamente 5 grados centígrados, se produjo en un periodo de varios miles de años y no en décadas, tal como podría suceder hoy. Cabe destacar, asimismo, que ejemplos de un aumento fulminante de cinco o seis grados centígrados de la temperatura global sólo pueden encontrarse en algunos de los eventos climáticos más destructivos del pasado terrestre. Uno de aquellos es el llamado “Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno” (PETM), el cual habría dado paso a un violento fenómeno de extinción masiva que marcó la aparición de los linajes de mamíferos actuales[1].

Ahora bien, los peligros asociados a un calentamiento global superior a los dos grados centígrados no son los únicos a los cuales podríamos enfrentarnos en el futuro cercano. Un peligro todavía más grave es el que representa, tal como plantean los científicos Natalia Shakhova e Igor Semiletov (Universidad de Alaska Fairbanks), el riesgo de liberaciones supermasivas inminentes de metano desde el Ártico. Esto último como producto del derretimiento acelerado del permafrost (o turbas congeladas) de las estepas y lechos marinos siberianos, y la consecuente desestabilización y potencial liberación de las enormes reservas naturales de metano existentes en dicha área[2].

En este caso, nos estaríamos refiriendo a reservas de carbón cuyo impacto superaría ampliamente al de la totalidad de los gases de efecto invernadero liberados por el hombre desde el comienzo de la Revolución Industrial. Esto si tenemos en cuenta, por ejemplo, que solamente el 1% de los depósitos estudiados en Siberia oriental por Shakova y Semiletov (aquello sin considerar el conjunto de las reservas de metano existentes en otras zonas de Siberia, Alaska u otros puntos del Ártico), serviría para doblar la cantidad de metano existente actualmente en la atmosfera.

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Figura 3. Reservas naturales de metano y emisiones industriales desde el siglo XIX (Sam Carana)

La gravedad de lo anterior radica en que dichas liberaciones supermasivas implicarían, entre otras cosas, una aceleración exponencial del calentamiento global, rebasándose con ello la ya mencionada barrera de los dos grados en fechas tan cercanas como la década de 2020. En el peor de los casos, de producirse estas liberaciones (las cuales, de acuerdo a algunos estudios, podrían ya encontrarse en fase inicial), estaríamos hablando de un aumento de la temperatura mundial que podría llegar a los diez grados centígrados (o más) hacia el 2100. Esto último si tenemos en cuenta además, tal como plantea el ya citado climatólogo Peter Cox, el efecto catalizador que tendría la disminución de los aerosoles en la atmosfera terrestre.

Y en este punto ya no existe mucha discusión o conjetura posible. Un calentamiento global que supere los cuatro o cinco grados en pocas décadas y luego se dispare a ocho, nueve o diez grados centígrados durante este siglo, nos pondría ante un escenario de extinción fulminante casi total de la vida terrestre. Tal vez el único parangón posible con un escenario de este tipo seria el desarrollado durante la extinción Pérmica-Triásica que acabó, hace 250 millones de años, con más del 95% de la vida sobre la Tierra.

¡Este es el escenario, apocalíptico, al cual nos ha conducido la barbarie capitalista!

Luego de casi dos siglos de dominio global, la burguesía nos ha puesto cara a cara con nuestra propia desaparición como especie. Nunca antes como hoy toma así tanto sentido la premonitoria frase de Rosa Luxemburgo Socialismo o Barbarie. Nunca antes como hoy se ha hecho tan necesario, con tanta urgencia, borrar al capitalismo de la faz de la Tierra. No tenemos otra opción. Y es que, o bien nos deshacemos del capitalismo y nos preparamos para combatir la catástrofe que se avecina, o bien deberemos asumir la posible aniquilación del género humano. Esta es la disyuntiva a la que nos enfrentaremos. La batalla final será, por lo tanto, de cara al abismo… o quizás cayendo por el mismo.

Notas

[1] Según ciertos especialistas, estableciendo algunas analogías con la situación geológica del presente, dicho fenómeno (PETM) podría habría tenido lugar en un periodo no mayor a 15 o 20 años.

[2] El metano es un gas de efecto invernadero cien veces más poderoso que el dióxido de carbono en el corto plazo.

 

Miguel Fuentes