Plantaciones forestales (primera parte): ¿La marea verde que amenaza Aysén?

Por: Patricio Segura | Publicado: 23.07.2016
Plantaciones forestales (primera parte): ¿La marea verde que amenaza Aysén? /
El presente artículo aborda preguntas urgentes sobre el modelo forestal chileno y su futuro en la región de Aysén.  ¿Cuántas hectáreas de pino existen hoy?, ¿Aumentarán en el corto o mediano plazo?  ¿Será el cambio climático un aliciente para instalar una planta de celulosa de gran escala? Dudas que rondan en quienes se preocupan por el tipo de desarrollo de una zona que por su abundancia de recursos naturales representa un privilegio para habitarla, pero a la vez una gran responsabilidad.

No es extraño para aquel que llega por vez primera a la región de Aysén (en la Patagonia chilena) sorprenderse ante la vegetación exótica que, por momentos, acompaña la ruta del aeropuerto Balmaceda a la capital regional, Coyhaique.  Cincuenta kilómetros de praderas y bosques nativos se ven, cada cierto tiempo, interrumpidos por verdes y ordenadas plantaciones de pino.  Género no existente en estado natural en la zona austral.  Ni en Chile.  Tampoco en el sur del planeta.  El Pinuses originario del hemisferio norte.

Situación sorpresiva porque el monocultivo de especies foráneas a gran escala se percibe como incoherente con un territorio que se ha ganado a nivel nacional el prestigio de reserva de vida.   Las luchas contra la planta de aluminio Alumysa y las represas de HidroAysén y Energía Austral, además de su naturaleza desbordante, han ayudado a esta visión general.

El tema es que las plantaciones a gran escala no son cuestionadas hoy solo por aspectos visuales sino fundamentalmente por su impacto ecosistémico, en especial por los problemas que generan en la provisión natural de agua.  Por algo se les ha llegado a llamar “desiertos verdes”[1].

En Mañihuales, El Blanco, las reservas nacionales Coyhaique y Cerro Castillo, los faldeos de El Divisadero, en las cercanías de la zona devastada por el volcán Hudson, a orillas del Lago General Carrera es posible toparse con cientos de hectáreas de plantaciones.  Por el desprestigio que carga el pino entre la población y los rumores de que en los próximos años y producto del cambio climático “mejorarían” las temperaturas en Aysén con el consiguiente impacto en los ecosistemas, era lógico hacerse la pregunta: ¿Es posible que se avecine un tsunami verde a la Patagonia, similar al que se produjo con el boom salmonero?

Dimensionando el problema

Un primer dato duro es que en perspectiva, las plantaciones de pino ubicadas en Aysén representan una muy menor superficie comparada con la que ocupan (junto a las de eucaliptos) en la zona centro-sur de Chile.  Las 43 mil hectáreas de este tipo en Aysén (esencialmente pino ponderosa, y en menor medida contorta y oregón) son significativas, pero pequeñas al contrastarlas con las 4,4 millones de bosque nativo presentes en la región y con las 2,5 millones de plantaciones en el país[2](de pino y eucaliptos).  Solo un 1 y 1,7 %, respectivamente.

Y más aún: “Absolutamente nada en comparación con los más de 2 millones de hectáreas quemadas a mediados del siglo pasado” explica Alex Fajardo, doctor en Ciencias Forestales de la Universidad de Montana e integrante del equipo del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), al aludir a la decisión política de la primera mitad del siglo XX de cambiar en la zona, en forma masiva, biodiversidad por ganado transable.

En opinión del director regional de Aysén de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), Leonardo Yáñez, uno de los principales problemas hoy es más de percepción.  “Vas a Villa Cerro Castillo, a Villa Ortega y están todos (los pinos) a la orilla del camino” señala.

Y claro, aunque no sea catastrófico por el número de hectáreas, el pino genera desconfianza, principalmente debido a la forma en que la industria se ha desarrollado.  En el fondo, la especie tiene mala prensa, ya que igual de foráneos son los álamos, aromos, abedules, alcornoques y sauces, tanto en Aysén como en el resto de Chile.   Y qué decir de la rosa mosqueta, que junto al pino contorta es considerada ya una especie exótica invasora según una consultoría impulsada por el Ministerio del Medio Ambiente.

El que sea o no exótico no es el problema, sino que se ha abusado de un modelo de plantaciones que es demasiado agresivo” explica el ex presidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, René Reyes.  El candidato a doctor en Energía y Recursos Forestales en la Universidad de British Columbia (Canadá) aclara que tampoco plantarlos debe ser visto como algo necesariamente negativo.  Menciona como ejemplo el caso de un campesino propietario de 50 hectáreas (20 de bosque nativo, algo de pradera y sectores agrícolas), quien podría plantar media hectárea con eucaliptos para autoabastecerse de leña e incluso para vender excedentes, y eso no tendría por qué ser inadecuado.

El problema es el modelo.

La expansión de la industria forestal en Chile tiene un momento clave: 1974.  Ese año, a los inicios de la dictadura neoliberal de Augusto Pinochet, entró en vigencia el Decreto Ley 701 de fomento forestal[3]. Un subsidio especial de un 75 % a la inversión destinada a los costos de plantación, instrumento legal aprovechado, principalmente, por las grandes empresas: la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC) de los Matte a través de Forestal Mininco y los Angelini mediante Forestal Arauco.  En cuatro décadas el Estado distribuyó U$ 875 millones[4], con un millón 300 mil hectáreas de plantaciones[5], esencialmente de las especies de rápido crecimiento pino radiata/insigne y eucaliptus globulus y nitens.  En 1998 la ley se modificó para facilitar la incorporación del pequeño propietario[6], al que incluso se le llegó a bonificar un 90 % de los costos (en tanto que a los grandes se les rebajó el aporte a la mitad de la inversión) y donde el atractivo, más que la futura cosecha, en muchos casos fue quedar con un margen de utilidad luego de la forestación.  Lo positivo de esto, recuerda el jefe del Departamento de Desarrollo y Fomento Forestal de CONAF José Urrutia, es que los pobladores aprovecharon de recuperar los sectores más erosionados de sus campos.

Fueron 40 años en que una verdadera marea de verde y simétrico monocolor destinada a pulpa de celulosa y aserraderos se apoderó de una parte importante del suelo desde la región de O’Higgins a Aysén, concentrándose en el Maule, Bío Bío y la Araucanía (un 75 % del total plantado)[7]. Como señala el ex director del Instituto Forestal (Infor) y CONAF, José Antonio Prado, “sin desmerecer los esfuerzos del Estado y particulares en establecer plantaciones hasta 1975, es imposible no relacionar el explosivo aumento de la superficie plantada con la dictación del DL 701”[8].

Este “exitoso” modelo productivo (que en 2013, en un país minero, aportó al PIB un 2,7 %), tuvo importantes consecuencias socioambientales.

La primera, destrucción de la naturaleza originaria.  Previo a las modificaciones del DL 701 en 1998, miles de hectáreas de bosque nativo fueron reemplazadas por plantaciones, cubriendo el suelo de pinos y eucaliptos en alta densidad, con fines eminentemente económicos.  Por ejemplo, entre 1978 y 1987 en las regiones forestales del Maule y del Bío Bío fueron eliminadas cerca de 50 mil hectáreas de bosques nativos, mientras que lo mismo había ocurrido a 1998 con una tercera parte de los bosques de la costa del Bío Bío que fueron sustituidos por plantaciones de pino[9], según se reseña en el libro “La tragedia del bosque chileno”.  Y el propio Banco Central y CONAF han reconocido que entre 1985 y 1996 se reemplazaron 160 mil hectáreas[10].

Aunque el efecto sobre la acidez del suelo no es significativo (“los suelos forestales del sur del país tienen –de por sí- un pH bastante ácido”, dice el profesor de la Universidad Austral Luis Otero[11]), está claro que la forma en que se han desarrollado las plantaciones forestales, transformando el suelo al eliminar especies nativas de bosques y arbustos, ha tenido un impacto relevante sobre la disponibilidad de agua en el largo plazo, que se evidencia en un descenso del rendimiento hídrico de las cuencas forestadas del sur de Chile[12], explican Cristian Frene y Mariela Núñez en el artículo “Hacia un nuevo modelo forestal en Chile”.  Incluso desde el propio Estado se ha reconocido que cuando las plantaciones superan el 20 % de una cuenca, se han generado efectos significativos sobre los recursos hídricos[13].

Los motivos son múltiples.  Desde que el pino (pero más el eucalipto) consume más agua que las especies nativas[14], sumado a que el sistema forestal de alta densidad de individuos acrecienta el proceso de evapotranspiración[15] y que los árboles en sus primeros años de crecimiento necesitan más agua[16].

Urrutia concluye enumerando por qué los monocultivos no son recomendables: Alto riesgo sanitario y de incendios forestales por tener masas continuas y homogéneas, desequilibrios en los regímenes hídricos, pérdida de biodiversidad y de paisaje”.

Y qué decir de los impactos sociales identificados, más presentes desde Puerto Montt al norte: conflictos por posesión de tierras, pérdida de diversidad cultural y económica, escasez de agua para consumo humano, uso de herbicidas y pesticidas, deterioro de los caminos rurales e impactos sobre el paisaje.  Incluso Urrutia recuerda que en sus tiempos de universidad se hablaba ya de las ventajas comparativas de esta industria, que en su opinión fueron simplemente “el saqueo a los mapuches de sus tierras, el bajo valor de la tierra y, el principal, mano de obra barata”.

En concreto, y a pesar de los positivos resultados de este modelo forestal en términos macroeconómicos (unos 65 mil empleos en la industria, exportaciones promedio anuales que bordean los U$ 5.500 millones[17]), al cruzar tal productividad con los impactos sociales y ambientales, el balance es negativo.  O por lo menos no es el que se esperaría de un desarrollo sustentable, en el caso de plantaciones a gran escala.  Por un principio básico: la degradación de los ecosistemas nunca lo será. ( Ver artículo segunda parte)

* Artículo seleccionado y publicado en el marco del proyecto Cambio Climático de Patagon Journal, en alianza con Earth Journalism Network.

Referencias

[1] “‘Green desert’ monoculture forests spreading in Africa and South America”. The Guardian, 2011.  Ver en http://www.theguardian.com/environment/2011/sep/26/monoculture-forests-africa-south-america

[2] “El sector forestal chileno 2014”.  Instituto Forestal, 2014.

[3] Decreto Ley 701.  Gobierno de Chile, 1974. Ver en https://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=6294&r=1

[4] “DL 701: En 40 años 70% de aportes fueron a grandes forestales”. La Tercera, 2015. Ver en http://www.latercera.com/noticia/negocios/2015/07/655-639180-9-dl-701-en-40-anos-70-de-aportes-fueron-a-grandes-forestales.shtml

[5] “Comisión de Agricultura aprobó extender hasta el 2018 la aplicación del DL 701 sobre Fomento Forestal”. Portal Cámara de Diputados, 2015. Ver enhttps://www.camara.cl/prensa/noticias_detalle.aspx?prmid=126810 2015.https://www.camara.cl/prensa/noticias_detalle.aspx?prmid=126810

[6] “Fomento Forestal Decreto Ley 701 de 1974 y Ley 19.561”. Claudio Fiabane, 1998.  Ver en http://www.odepa.gob.cl/odepaweb/servicios-informacion/tempo/t11-e2.pdf

[7] “El sector forestal chileno 2014”.  Instituto Forestal, 2014.

[8] “Plantaciones Forestales: Más allá de los árboles”. Colegio de Ingenieros Forestales de Chile, 2015. Ver en http://www.corma.cl/_file/material/libroplantforestales.pdf

[9] “Chile: Un modelo de plantaciones impuesto por el gobierno militar”. Ricardo Carrere en “La tragedia del bosque chileno”, 1998.  Ver enhttp://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/mc0027320.pdf

[10] “¿Qué sabe de las plantaciones forestales chilenas?”.  PortalCorma. Ver en http://www.cttmadera.cl/swf/cd_ctt/index.html,

[11] “Efectos de la sustitución de bosques nativos por plantaciones de especies exóticas en Chile”.  Luis Otero en “La tragedia del bosque chileno”, 1998.  Ver enhttp://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/mc0027320.pdf

[12] “Hacia un nuevo Modelo Forestal en Chile”, por Cristián Frêne y Mariela Núñez. Revista Bosque Nativo, 2010.  Ver en http://revista.bosquenativo.cl/volumenes/47/2_opinion.htm

[13] “Estado de las plantaciones forestales y el agua”. Infor, 2013. Ver en  https://www.researchgate.net/profile/Roberto_Ipinza2/publication/259592566_ESTADO_DEL_ARTE_LAS_PLANTACIONES_FORESTALES_Y_EL_AGUA/links/0deec52cd621758aea000000.pdf?origin=publication_detail.

[14] “Agua y plantaciones: Encausando el análisis”. Lignum, 2015.  Ver en http://www.lignum.cl/reportajes/agua-y-plantaciones-encausando-el-analisis/

[15] “Efecto de la densidad de plantaciones de Eucalyptus nitens sobre el balance hídrico en la zona de Collipulli, IX Región (Chile)”.  Pablo Huber et al, 1998. Ver enhttp://mingaonline.uach.cl/pdf/bosque/v19n1/art07.pdf

[16] “Estado de las plantaciones forestales y el agua”. Infor, 2013. Ver en  https://www.researchgate.net/profile/Roberto_Ipinza2/publication/259592566_ESTADO_DEL_ARTE_LAS_PLANTACIONES_FORESTALES_Y_EL_AGUA/links/0deec52cd621758aea000000.pdf?origin=publication_detail

[17] “El sector forestal chileno 2014”.  Instituto Forestal, 2014.

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