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Rodrigo Arteaga, el artista que vincula ciencia, ecología y astronomía en su aclamada propuesta

Por: Francisca Quiroga | Publicado: 06.08.2016
Rodrigo Arteaga, el artista que vincula ciencia, ecología y astronomía en su aclamada propuesta arteaga1 |
Conversamos con el artista Rodrigo Arteaga, en donde su arte no se limita a las galerías y museos, sino que se encuentra en el mismo moho que crece del suelo, o en los libros abandonados de San Diego.

El sentido de la ecología parte de la pregunta si acaso existe un real límite entre lo natural y la cultura, y cuáles son esos límites que nos llevan a malas prácticas como sociedad, creando una distancia entre nosotros y la naturaleza» ( Rodrigo Arteaga)

Rodrigo Arteaga (1988) ha dedicado su vida al arte desde hace muchos años. Atendiendo a preguntas esenciales como los orígenes y límites de la vida, sus procesos biológicos y la formación de las ideas, Rodrigo brota en el mundo como consecuencia de un fenómeno cosmológico que desarticula la estabilidad del conocimiento científico. Como un entramado multicelular que convive y respira con otros organismos, Rodrigo se mueve ágilmente entre lápices, recortes, libros, instrumentos musicales y plantas. Sus investigaciones transitan libremente por las ciencias biológicas, la astronomía, la cartografía, el coleccionismo y la filosofía natural. Su arte no se limita a las galerías y museos, sino que se encuentra en el mismo moho que crece del suelo, o en los libros abandonados de San Diego. Con esos ánimos, de encontrar a Rodrigo entre todas las cosas, de resaltar su sensibilidad con lo vivo, es que surge esta conversación.  

 Vienes volviendo de Europa, donde acabas de curar una exposición en Sobering Galerie de Paris. Aquí seleccionaste a 12 artistas chilenos quienes conformaron la muestra titulada ‘Against a Conspiracy of Invisibilities’. Entiendo que fue tu primer trabajo como curador en el extranjero.

-Bueno si, la primera experiencia curatorial que tuve fue en Chile con ‘Cortar y Pegar’ el 2012 en Galeria Sofa. La de ahora responde a un encargo de la galería Sobering. Yo le había mostrado algunos trabajos de artistas chilenos a Patricia, la directora de la galería, y le gustaron mucho. Le llamó la atención el nivel de producción en Chile, con artistas interesantes, y con un arte muy refrescante de ver. Así es como me sugirieron elegir algunos artistas locales y armar una exposición.

Cuéntanos cómo fue la experiencia de llevar a cabo esta muestra, tu trabajo como curador, y el criterio para seleccionar a los artistas que integraron el equipo.

-Yo me regia un poco por la pregunta sobre el lenguaje. Por eso cité un poema de Alejandra Pizarnik, que habla sobre el límite del lenguaje escrito a través de la palabra, y esta misma pregunta me la hice en relación a lo visual. Creo que todos los artistas elegidos tienen una capacidad de autocrítica, en el sentido de cuestionarse el lenguaje que ellos mismos usan, una conciencia de sí. Y traté de abarcarlo ampliamente, o sea desde una generación, mi generación, pero también me quedo con la sensación de que 12 artistas es poco, y que nunca se llega a representar del todo a un grupo. Ésta es sólo una pequeña fracción de la complejidad que puede ser una generación. Pero aun así, era interesante tratar de resumirlo en una propuesta. Igual, cualquier selección habla de sí misma, es decir, los artistas que elegí también hablan de mis intereses, aunque el criterio de selección haya sido amplio, con artistas que no necesariamente trabajan las mismas temáticas que yo trabajo. Y fue súper interesante trabajar con artistas que venía siguiendo hace tiempo en Chile, y con mucha admiración. Aymara Zegers, por ejemplo, es mi ídola desde siempre, y fue una bonita oportunidad para conocerla, para trabajar con ella como con varios más. También fue interesante ver cómo se relacionan en otro contexto distinto al chileno; cómo es que los sentidos y las ideas que rondan sus trabajos se enriquecen, o se transforman, en este otro lugar, como por ejemplo, cuando los ve alguien que no sabe nada de Chile.

Aymara Zegers

Aymara Zegers

¿En qué puntos convergen las búsquedas de estos 12 artistas?

-En general yo creo que hay temas grandes en el arte en Chile: políticos, de paisajes, que rodean muchos de los trabajos. Aquí yo quería tratar de agarrar una complejidad que no había visto antes, ideas nuevas, con un grupo muy joven, creo que el mayor de la exposición tendrá 33 años. Yo no había tenido la posibilidad de verlos dialogar de esa manera, y aquí se podían  ver ideas que no caen dentro de una categoría todavía, porque son muy nuevas, pero sí se ven ciertas energías y propuestas que son distintas a las de generaciones anteriores. Entonces, no es que haya un quiebre con estos temas, al contrario, hay otro entendimiento de lo político, de lo geográfico, de lo biológico, de la historia. Aquí traté de elegir artistas que hablaran del país a través de sus trabajos, a rasgos muy generales. Y fue super intuitivo. Fue un experimento para ver qué pasaría cuando se juntaran. Y de verdad que se sintió una energía nueva ahí, con artistas que intuía tenían mucho en común pero que no habían tenido la posibilidad de trabajar juntos. A mi parecer se paraban bien como una generación.

Y volviendo al contrapunto que hace la exposición con el poema de Alejandra Pizarnik ‘en esta noche, en este mundo’ ¿De qué trata esta conspiración de invisibilidades que ustedes intentan desafiar? ¿Cómo es que se enfrenta este desafío?

-Es por lo que les decía del lenguaje. Esa es la interpretación que yo le di al poema. Habla sobre la relación entre el sentido y el no sentido, del límite del lenguaje. Yo entiendo esa conspiración de invisibilidades como todas estas palabras, conceptos e ideas, la racionalidad, como un paradigma que ella se cuestiona, como si fuera transparente. Y eso es lo que yo trataba de preguntarme con las artes visuales. ¿Qué pasa si en vez de la palabra escrita, aparecen otros tipos de sentido, de pensamiento? ¿Qué tanto de eso es universal? ¿Es realmente más efectivo? Si las palabras nos remiten a un idioma particular que va cambiando según las lenguas, ¿Qué es lo que sucede con la imagen? ¿Cómo se acoge ese límite?

¿Cómo crees que fue la recepción de la exposición?

-Hubo muy buena recepción. Quisiera destacar la apertura de Patricia y Jean Claude, que son los galeristas. Cuando yo empecé a trabajar con Sobering, fueron ellos quienes me propusieron llevar la exposición. Yo les hablaba de Chile y, sin saber mucho, ellos me preguntaban sobre su historia, sobre los artistas, entonces les empecé a mostrar páginas de amigos, portafolios, y Patricia vio una unidad ahí. Le gustaban mucho, y ella misma me propuso armar una exposición colectiva de artistas chilenos para aprender más. Había ganas desde el principio y quedaron muy contentos con el resultado, con una muy buena respuesta del público. (…) Tengo la impresión de que en Chile hay una dificultad para ejercer la práctica del arte. Todavía hay desinformación sobre lo que significa ser artista, sobre las artes visuales en general. Hay mucho prejuicio. Y el hecho que cueste ejercer como artista hace que los trabajos sean super ricos e interesantes. En Chile es necesario tener una persistencia muy grande, perseverar y perseverar frente a las adversidades de seguir ejerciendo, que es en definitiva lo que hace que los trabajos sean auténticos. Por ejemplo, todo este tema del mercado del arte, que en otros países sí funciona, y que en Chile es difícil, hace que en el arte se cree una pureza, porque muchos artistas ni siquiera ven la posibilidad de poder rentabilizar su trabajo, vivir de eso. Hay una inocencia en ese sentido que, si no la tuviera, quizá no llegaría igual a la gente.

Exposición ‘Against a Conspiracy of Invisibilities’, Sobering Galerie

Exposición ‘Against a Conspiracy of Invisibilities’, Sobering Galerie

Y varios de los artistas de la exposición fueron a Paris. Estaba Martin La Roche, Raisa Bosich, Pablo Rodríguez, Claudia Müller, y todos por sus propios medios. Había mucho compromiso. Y también fue el teórico Ignacio Szmulewicz, quien me propuso hacer un conversatorio sobre arte chileno desde su contexto más político e histórico, que fue lo que él presento mientras yo hablé de las iniciativas que hay ahora. Hicimos un panorama de la situación actual del arte chileno. Ignacio habló a través de hitos históricos y políticos importantes en Chile, con trabajos durante la dictadura, como los de Gonzalo Díaz, Dittborn, Leppe, y otros ejemplos del cine también. Y yo mostré muy brevemente lo que son las galerías comerciales en Chile, los espacios independientes, la feria Ch.ACO, los museos de arte contemporáneo, etc., para tratar de abarcar un poco la complejidad de lo que pasa acá. Y la gente se interesaba mucho, se acercaban a comentarnos lo sorprendidos que estaban con el nivel de producción en Chile. También el interés aparece porque hay artistas chilenos que ya han tenido un vínculo con Francia, como Norton Maza, Voluspa Jarpa o Enrique Ramírez, entonces igual se sabe un poco más de Chile a través de ellos.

Quisiéramos preguntarte también por la técnica y la materialidad con la que trabajas en tu obra. Tú has indagado en profundidad, y también has intentado desafiar el límite de distintas técnicas del arte, como el dibujo, la escultura, el grabado, la pintura y el collage. Trabajas con materiales reciclados, como libros y objetos antiguos, imágenes rescatadas de atlas, revistas, manuales, enciclopedias, entre otros. Hasta organismos vivos se cuelan en tus trabajos, como cuando estuviste cultivando hongos en el laboratorio o haciendo crecer plantas de objetos inertes como libros y muebles.

¿Podrías clasificar tu trabajo desde alguna técnica en específico?

-En realidad, no. De hecho, me canso de categorizar mi propio trabajo. Creo que lo que disfruto, en cuanto a lo formal, es tratar de expandir esas mismas nociones, porque también son super abiertas. Por ejemplo, algo escultórico puede ser a su vez gráfico. A mí me interesan más los trabajos cuando es difícil su categorización. Lo que hago son instalaciones, que es un formato más amplio, que puede abordarlo todo. Y lo que dices de lo orgánico, yo siento que fue colándose primero temáticamente, porque de eso trataban mis collages y dibujos, pero de a poco fue apareciendo como el material mismo del trabajo. Profundizando en ese interés, de repente dije ¿Por qué no trabajar con la misma botánica? ¿Con la microbiología? ¿Con los acuarios? Ahora, por ejemplo, estoy trabajando con acuarios, caracoles y peces.

Y por eso mismo uno se pregunta: ¿En dónde comienza la gestación de tu obra: por la pregunta o el material?

-Yo creo que por preguntas. Hay una búsqueda de sentido más teórica, y me interesa escribir mucho sobre esos temas, leer, pero también estar atento a lo formal en cuanto al hallazgo, a que la imagen dicte teoría. En muchos casos, sobre todo ahora último, he estado cada vez más dejando decisiones de cómo se despliega e instala una colección para que la forma la dicte el hallazgo, o sea desde algo que encontré, y no que inventé. Y a través de eso me pongo a citar ideas de gente del pasado, de libros abandonados, que ya no sirven su propósito. El collage tiene eso, el chispazo de la poesía que se produce en el encuentro entre dos cosas que no se obvian. Siento que lo formal va cada vez más sobre los sistemas orgánicos, de trabajar con el ciclo natural. Y aceptar ese ciclo natural en el trabajo es algo muy interesante. Eso es lo que hace Herman De Vries, un artista holandés, donde sus trabajos tratan sobre la temporalidad, el paso del tiempo. Estos son trabajos que siempre están sujetos al cambio, y eso me hace mucho sentido, como en mis libros con plantas que siguen creciendo, o las instalaciones que hice en Galería Tajamar, que era el estudio de un naturalista que aún sigue con su ciclo en el patio de mi galerista. Y ahí está, al aire libre, todavía descomponiéndose, con más plantas que nunca. Entonces siempre hay una aceptación de ese ciclo natural que es opuesto a la conservación de las obras de arte.

Exposición ‘De Ideas Una Historia Natural’, Galería Tajamar

Exposición ‘De Ideas Una Historia Natural’, Galería Tajamar

¿Y cuál es tu relación con la ecología? ¿Cómo es que la ecología se vincula a tu obra?

-El sentido de la ecología parte de la pregunta si acaso existe un real límite entre lo natural y la cultura, y cuáles son esos límites que nos llevan a malas prácticas como sociedad, creando una distancia entre nosotros y la naturaleza. La pregunta por la ecología me la he hecho bastante. Trata, en el fondo, sobre problemáticas de la naturaleza, del planeta, el devenir, de esta nueva era geológica que es el antropoceno y el impacto que nuestra especie ha causado en el mundo. Y al mismo tiempo esto lo veo con un cierto sentido del humor, porque lo que hago tampoco es ecológico en sí mismo. A mi último proyecto le puse ‘Öekologie’, que viene del griego ‘oikos’ que significa ‘casa’, y ‘logos’ que es el ‘estudio’, o sea, un estudio de la casa, de nuestra casa. Aquí reproduje mi propio living en una maqueta sumergible, que la hice con mi hermano arquitecto Pablo Arteaga, y la pusimos en un acuario. Es como una ruina de mi propio lugar, una fantasía post apocalíptica, es lo que hubiera quedado de mi casa después del calentamiento global. Entonces, todo esto tiene que ver con la ecología, pero es muy poco ecológico, por esta misma idea del acuario que por un lado encierra una fascinación y contemplación de la naturaleza pero por otro separa un pedazo de naturaleza como nosotros la queremos mirar. Entonces aparece una contradicción que la encuentro interesante, y es la misma contradicción que tenían los viejos naturalistas que amaban y estudiaban las especies, quienes, en el fondo, eran cazadores. Darwin, por ejemplo, comentaba que él preparaba sus propias especies de pato, y decía que lo más rico del mundo era el olor del pato guisado para preparar los huesos. Entonces claro, Darwin cazaba a los patos, se los comía.

A partir de esa relación con la ecología, y tomando como ejemplo la exposición ‘De Ideas Una Historia Natural’ realizada en Galería Tajamar el año 2015, donde cultivaste plantas y musgo en sillones, mesas, libros y concreto. ¿Qué te interesa de la relación entre los objetos (materia inerte) y la botánica? ¿Cómo se vincula a esta lógica de la contradicción que hablabas antes?

-A mí me interesan esas polaridades, que en realidad, tampoco son tan opuestas. Somos nosotros mismos los que separamos y decimos; ‘esto no tiene que ver con esto’, pero en realidad tiene todo que ver. En el caso de Tajamar, que es el estudio de un naturalista del siglo XVII, quería hablar de la fragilidad del conocimiento a través de la botánica. O sea, que ese ciclo natural que le ocurre a todos los cuerpos, nosotros incluidos, también le sucede a las ideas, porque las ideas están siempre sujetas a cambios. Intenté representar una definición antigua del mundo, con sus materiales de estudio y una biblioteca para sembrar semillas dentro de sus libros, los que cambiaban durante la exposición. En realidad, fue un diorama del estudio de la naturaleza.

Exposición ‘De Ideas Una Historia Natural’, Galería Tajamar

Exposición ‘De Ideas Una Historia Natural’, Galería Tajamar

¿Y en qué estas ahora?

-Ahora tengo una exposición individual en la galería Sobering de Paris que se inaugura el 15 de Septiembre. Trata precisamente de esta relación entre cultura y naturaleza, pero sobretodo de los dispositivos en cómo se presenta una colección natural. Hace poco en Europa, me di cuenta con visitas a museos de historia natural, jardines botánicos, colecciones y gabinetes de curiosidades, que en mi trabajo me había concentrado mucho en el objeto de estudio, sea una hoja, una roca, hongos, etc., y poco en el dispositivo de conocimiento. Entonces la intención de esta exposición es centrarse en los dispositivos, en cómo y en donde se construye esta narración del conocimiento, que finalmente se narra en los museos de historia natural. Por ejemplo, ahora estoy preparando mis propias vitrinas para albergar colecciones. Va a haber una colección de rocas que surge a partir de caminatas que hice en el cajón del Maipo, donde saqué cientos de fotos a todos los tipos de rocas que encontré, y elegí distintos tipos para armar mi propia colección. Luego empecé a esculpir, dándole volumen a la fotografía, arrugándola para que pareciera una roca real siendo que en realidad es una impresión. Y esta colección de rocas falsas va ir dentro de una vitrina que estoy diseñando junto con mi hermano, por lo que ahora me preocupo más del contenedor, del gabinete mismo. Ahora construimos un mueble a partir de la colección de corales de Albertus Seba, quien fuera un zoólogo holandés. Recorté todo el libro con su colección de corales e hicimos un mueble de cartón para albergar esta colección. Por otro lado, también estamos armando un proyecto sobre el jardín botánico abandonado de la Quinta Normal, que a todo esto está muy inspirado en la arquitectura francesa. Ahora el jardín está en completo abandono, y eso me interesa, la idea de un contenedor de naturaleza abandonado. Aquí estamos haciendo una maqueta del invernadero, con plantas de verdad, pero más pequeñas, que buscan replicar un poco lo que son sus palmarios y plantas exóticas. Entonces, nuevamente es una celebración de la contradicción, o sea, es un contenedor, una estructura sin vidrios, que está hecho para ser desbordado, porque las plantas se van a salir. Éste también va para la exposición en Paris, todos los trabajos se orientan a los límites de la representación y de estas contradicciones entre naturaleza y cultura.

 

Rodrigo Arteaga

Rodrigo Arteaga

 

 

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