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Los contrastes de Huapi, la isla del lago Ranco que el 2017 tendrá electricidad y agua potable por primera vez

Por: Antonia Orellana | Publicado: 13.09.2016
Los contrastes de Huapi, la isla del lago Ranco que el 2017 tendrá electricidad y agua potable por primera vez maxresdefault |
Entre las aguas del segundo lago más grande de Chile, el Ranco, una comunidad mapuche huilliche se esfuerza por tener servicios básicos desde hace décadas. El acuerdo firmado la semana pasada con las autoridades centrales podría cumplir sus anhelos en una zona marcada por las desigualdades entre las condiciones de lujo de los turistas y la precariedad de sus habitantes.

«Aterrizó con un montón de guardias como si fuéramos delincuentes, terroristas como nos dicen ellos», cuenta el lonco Hector Ñancumil Treuquil. En febrero del 2014, un helicóptero se posó en la isla Huapi del lago Ranco trayendo al Presidente de la República Sebastián Piñera. Con un fuerte contingente de guardias, el ahora ex mandatario inauguró las obras de paneles fotovoltaicos en la isla. El lonco fue a saludarlo como se acostumbraba recibir a las visitas ilustres: montado en su caballo. Pero los escoltas presidenciales no lo permitieron y el lonco Héctor debió bajarse y dejarlo con ellos. «Él tiene su casa en Bahía Coique, pero no lo conocemos. Para nosotros fue como un pájaro de agua, se posó con su bandada de escoltas y se fue. Nos quedamos todos mirando: ¡chuta, pasó el presidente de la República y nadie habló con él!», cuenta. Con quienes sí hablaron fue con los escoltas, que preguntaron a los habitantes por el anillo de matrimonio que el mandatario perdió en la isla. Fue uno más de los desaires que acusan en la zona: «siempre hemos sido el patio trasero del país», reflexiona el lonco.

Muchas décadas antes, en 1940, el presidente Pedro Aguirre Cerda promulgó la ley 6.694 que autorizó la expropiación de las tierras de la isla Huapi. Allí se especificaba que las 813 hectáreas de la isla pasarían a formar parte de un parque nacional, lo que se explica por el hermoso paisaje que se puede ver desde cada rincón de la isla. Ranco proviene de la voz en mapudungún Rew-Ko, agua con oleaje, ya que el viento -que los huilliches llaman puelche- agita constantemente las aguas al bajar desde la cordillera hacia la costa.

Las familias mapuche huilliche que allí habitaban, identificadas por el gobierno de Aguirre Cerda como las reducciones de Manuel Manque y Juan Antillanca, cuya propiedad sobre las tierras estaba acreditada por títulos de merced de 1916, serían indemnizadas con terrenos de valor equivalente, pero en Rupumeica Alto, una de las localidades más desconectadas del país hasta el día de hoy. Sin embargo, las familias no se fueron a Rupumeica y mantuvieron tanto su forma de vida como la propiedad comunitaria del territorio de la isla Huapi. Fueron días difíciles, en que eran apremiados por matones contratados por colonos europeos, que «cazaban» mapuche y los castigaban corporalmente. Fue recién en el gobierno de Arturo Alessandri Palma cuando se revirtió el carácter «público» de la isla Huapi, volviendo legalmente a las manos de las familias. Pero de la mano del decreto ley 2.568 del año 1979, el régimen de Pinochet dividió y tituló las tierras mapuche, parcelándolas. 

El lago Ranco desde Huapi

El lago Ranco desde Huapi

No fue lo único que ocurrió por esos días: después del golpe de Estado, un bote con carabineros de Futrono arribó a Huapi aunque en la isla no había actividad política alguna. Los agentes se llevaron a Amable y Julio Antillanca a tierra firme, donde fueron torturados. En esos días difíciles se privatizaron los derechos de agua, por lo que debían pedir permiso y ocupar horarios para llenar sus fuentes en el lago y estaban sometidos a las arbitrariedades de Carabineros y la Armada.

Hoy los paneles fotovoltaicos inauguradas por Piñera dan energía a las bombas que sacan desde el lago Ranco y cada litro extraído es usado para abastecer el sistema de riego de las tierras agrícolas de la isla, donde se cultivan sobre todo papas, trigo y habas. Sin embargo, en pleno 2016 y a unas dos horas de la capital regional de Valdivia, la isla Huapi no tiene ni agua potable ni luz eléctrica. Actualmente 137 familias viven allí, y, tres veces a la semana, la barcaza «Valparaíso» cruza las aguas del lago Ranco hasta el muelle viejo de la isla. Los viernes suele volver con los adolescentes que estudian desde séptimo básico en adelante en el liceo de Futrono, los que traen sus teléfonos cargados para todo el fin de semana.

El viernes 9 de septiembre pasado la barcaza de la mañana llegó desde tierra firme con otros visitantes: el subsecretario de Servicios Sociales, Juan Eduardo Faúndez, el gobernador Sergio Gallardo, la alcaldesa de Futrono y distintas autoridades regionales que iban al encuentro de la comunidad. En su discurso en el gimnasio de la escuela básica local, la alcaldesa Sarita Jaramillo celebró la firma de un multimillonario plan de inversión para llevar agua potable y electricidad, criticando la existencia de ciudadanos de primera y segunda clase en la región. Eso no es novedad para los habitantes de isla Huapi: al frente tienen la isla Illeifa, propiedad del dueño de El Mercurio, Agustín Edwards. Además de helipuerto y muelle privado, tiene agua potable y electricidad desde hace veinte años, comodidades que han disfrutado invitados ilustres como el multimillonario estadounidense David Rockefeller. Es uno más de los contrastes que se dan en el lago Ranco, lugar de descanso de la élite.

El lago que grafica la desigualdad chilena

FOTO: MIGUEL ANGEL BUSTOS/AGENCIAUNO

En Ranco veranean muchas de las familias más poderosas del país. En la Bahía Coique, por ejemplo, está una de las residencias de descanso del ex presidente Sebastián Piñera, así como un resort vinculado a sus sociedades de inversión. Allí se realizaron cónclaves y encuentros programáticos de la Alianza por Chile. Cerca de Futrono los Covarrubias tienen un amplio terreno a las orillas del lago Ranco, con varios muelles privados, mientras que la familia Paulmann celebró hasta sus últimos días los cumpleaños de Jürgen, el hermano de Horst Paulmann y fundador de Sky Airlines en el fundo de 9 mil hectáreas que poseen en la comuna. La familia Ruiz Tagle, en tanto, es propietaria de la Fundación Ranco que administra las 15 mil hectáreas de bosque nativo del Parque Futangue, en las cercanías de Futrono. 

En contraste, las 380 personas que viven en la isla que se observa desde la «vista privilegiada» del parque Futangue no tienen las lujosas instalaciones de los refugios empresariales. Hace un año, el lonco de isla Huapi inició conversaciones de trabajo con la alcaldesa de Futrono, Sarita Jaramillo (PPD) y el Ministerio de Desarrollo Social. El objetivo era concretar las dos necesidades más urgentes de las familias que allí habitan: establecer servicios de agua potable y luz eléctrica.

Actualmente los habitantes de la isla recurren a distintas soluciones para suplir la falta de electricidad. La más común es usar motores o generadores que funcionan con bencina, que en esta, una de las localidades más pobres del país, consume más del 20% del ingreso mensual de las familias, sin contar los gastos extra en los que incurren por la falta de refrigeración, la compra de balones de gas o el traslado hasta Valdivia para atenderse con especialistas. Don Pedro, agricultor de la isla de 78 años, explica que «con agua y luz nos cambiaría la vida». «A veces, cuando viene la familia yo podría tirar un corderito, pero como no hay donde guardarlo preferimos comprar carne en Futrono, gastando cuando tenemos, y eso es por falta de refrigerador. Quien tiene un taller o sabe hacer un mueble, en invierno puede trabajar sólo tres o cuatro horas», señala. 

«Nosotros como Ministerio de Desarrollo Social estamos también por fomentar el desarrollo de la comunidad indígena en la zona», señala el subsecretario Juan Eduardo Faúndez, destacando la inversión de más de 5.900 millones de pesos a largo plazo y la coordinación entre organismos que significará el plan, donde interactúan también el INDAP, el SENCE, la Oficina de Asuntos Indígenas y la de Zonas Rezagadas. «Aquí el gobierno no impone, este plan de desarrollo está íntimamente ligado a las necesidades locales de la comunidad mapuche de acá», explica. 

Los niños de la isla están de acuerdo con esa priorización. En el gimnasio de la Escuela Básica Rural Isla Huapi bailaron nerviosos ante las autoridades que llegaron a firmar el plan y celebraron el acuerdo. “Voy a poder cargar mi tablet y mi hermano va a poder arreglar el hacha con su máquina”, cuenta Valentina, de 9 años. Consultados sobre qué van a hacer cuando tengan luz eléctrica las veinticuatro horas del día, la respuesta es unánime: todos quieren ver más televisión. También esperan usar más los computadores e instalaciones del colegio, cuya provisión eléctrica depende de un generador y un panel solar. Sin embargo, hay otras respuestas que retratan la precariedad que implica esta histórica exclusión de los servicios básicos. Antonella (11) y Rayén (9) explican que también esperan poder ducharse siempre en sus casas y no tener que bañarse más en el lago. Rayén, además, añade que «los abuelitos van a estar mejor porque en la noche van a ver más, porque cuando se les acaban las pilas de las linternas se pueden caer».

Las dudas en el territorio mapuche huilliche

La ruta para llegar a la inversión inicial de $1.979.000 millones de pesos no fue fácil. En las conversaciones primó la desconfianza de los dirigentes de la comunidad indígena frente a décadas de promesas de servicios básicos. «A nosotros antes nos venían a comentar ofertas, promesas, cosas que nunca se ejecutaron y seguíamos esperando. Ahora estamos con más confianza porque es más formal con la firma del plan», cuenta el lonko Héctor Ñancumil.

Pese a la confianza desarrollada, en la comunidad hay expectación. La primera partida presupuestaria ya está aprobada para el próximo año, y para 2018 la luz y el agua potable deberían ser una realidad. «Si no nos cumplen, tendremos que movilizarnos como en muchos otros lugares lo hacen. Pero esto se ha hecho dialogando y seguiremos así. Siempre hemos sido respetuosos de las autoridades en el sentido de que dialogamos con ellas, aunque últimamente no ha venido el intendente», critica Héctor. 

La relación con el gobierno regional ha pasado por altibajos: el 12 de agosto pasado, la comunidad mapuche de isla Huapi y vecinos de Futrono se manifestaron contra la presencia de hidroeléctricas y empresas de piscicultura en la zona. El 17 de agosto, una reunión con loncos, dirigentes mapuche, autoridades municipales y regionales terminó abruptamente cuando el intendente de la región de Los Ríos, Egon Montecinos (PS), se retiró ofendido por el tono que había tomado la discusión respecto a tales industrias.

A ese encuentro asistieron el lonco Héctor Ñancumil de isla Huapi, el lonco de Rupumeica, José Panguilef; lonco de Pitriuco, Juana Cuante; Lawentuchefe, Carmela Millaquén y decenas de asistentes que llegaron desde sectores como Rupumeica, Calcurrupe, Auquinco, Quimán, Pitriuco, Maihue o Curriñe, las localidades en lo alto y aislado de la zona de Ranco. «Siempre que nos juntamos hablamos de cómo podemos seguir protegiendo nuestro medio ambiente. Esa es nuestra más grande preocupación, el agua sobre todo. Mucha gente de afuera no sabe que hay gente que en las partes altas acarrea agua en carretas. Es por eso que nosotros hemos estado en discusión con el gobierno: por un lado nos ayudan, y por el otro lado nos dañan el medio ambiente», critica el lonco de Isla Huapi.

Para el lonco Héctor es irrisorio que desde el Estado se construyan Puntos Limpios -espacios de reciclaje- en la isla y al mismo tiempo se aprueben estas industrias. «Se van en estudios, estudios, estudios y no nos damos cuenta y las instalan igual. Se habla del Convenio 169 y la mayoría de las veces no somos consultados. Aquí para la piscicultura y la hidroeléctrica no hemos sido consultados para nada», señala. 

El lonco Hector Ñancumil

El lonco Hector Ñancumil

Pese a eso la comunidad en pleno llegó hasta el gimnasio de la escuela el viernes pasado para encontrarse con las autoridades y celebrar la millonaria inversión. En su discurso, el lonco Héctor recordó a los miembros de la comunidad que no pudieron estar presentes, antiguos dirigentes de isla Huapi que hoy están enfermos. «Estoy triste por nuestros peñis que están mal de salud. Hoy quiero hablar de peñis como don Amable Antillanca, todos lo conocen, un hombre luchador de su territorio, dirigente, pero que fue torturado por Pinochet, atropellado y discriminado. Hoy está en sus últimos días. Es por eso que lo estoy recordando aquí, el dio su tiempo por la juventud, por nosotros. Ellos trabajaron por la isla por años y eso retomamos nosotros hoy día». Minutos después estampó su firma junto a la del Subsecretario Faúndez, la alcaldesa Jaramillo y las autoridades regionales, a la espera de que a esta fecha del próximo año los anhelos de los huapicanos hayan sido concretados.

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