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Opinión

¿Qué hay que celebrar?

Por: Francisca Quiroga | Publicado: 19.09.2016
¿Qué hay que celebrar? fiestas |
¿Qué hay que celebrar: la pérdida de la soberanía, en cuanto a que no poseemos nuestros recursos naturales como el cobre y el litio?; o tal vez ¿la posesión de agua, la luz, las carreteras, la telefonía por parte de empresas transnacionales?.

Las mentadas fiestas patria chilenas conforman un eslabón más de la cadena con la que se le mantiene el sojuzgamiento sobre los cuerpos, mentes, conciencias, espíritus de las personas de carne y hueso, de Fulano hasta Merengano, que aparentemente han introyectado hasta el fondo el modelo de dominación. Como muestra de ello, un botón de rosa, a fuer de algunas preguntas espinudas.

¿Qué hay que celebrar:  la pérdida de la soberanía, en cuanto a que no poseemos nuestros recursos naturales como el cobre y el litio?; o tal vez ¿la posesión de agua, la luz, las carreteras, la telefonía por parte de empresas transnacionales?; o, si se quiere, ¿quizás deberíamos aplaudir la gracia del Piñera más sofisticado:  la perversión de las AFP, creadas por los arquitectos ideológicos  de la dictadura, y que permanecen vigentes e inalterables, haciendo un negocio redondo con miles de millones de dólares?.

O, por qué no decirlo: ¿las zarpas hundidas en la carne y el alma de cada ciudadano, ciudadana por parte de las bestias infernales de la banca, que una vez que se atrapan, te devoran vivo durante el resto de tu existencia, hasta que expiras el último suspiro?

O, ¿la muerte inevitable de la educación pública, que  otrora  fuera  un semillero de notables, fructuosos y combativos mujeres y hombres,  de  inteligencias, talentos y voluntades superiores, y que  fueron capaces de diagnosticar las complejidades  de la historia  de nuestro país, y rebelarse con un destino que parecía  imbatible, La Fata Morgana; y que hoy, en sentido contrario, languidece y agoniza en manos de corporaciones  que ha demostrado su ineptitud y corrupción crónicas, y dirigida por administrativos que carecen de cacumen suficiente para comprender los desafíos que depara el siglo XXI?.

O, probablemente, ¿los tumores malignos enquistados en el cuerpo y el alma del país, que han generado una dinámica perversa de círculo vicioso que se reproduce a sí mismo, para extender la metástasis por doquiera hasta provocar la muerte total: los señores políticos profesionales?; como decía el tirano execrable, “los señores políticos” … ¡Cuánto duele reconocer, sin rebozo, que tenía razón, por lo menos con respecto a esta casta maldita!

La gente ignara y miserable, ama lo que le oprime y estruja, y que se asea las llagas purulentas con su lengua, ha perdido toda noción y toda referencia de la dignidad.

Renunciaron a luchar, porque es más cómodo concurrir al mall de shopping; el abuso del teléfono Smart, para hablar una sarta de imbecilidades, aparato que por demás es más inteligente que él o ella; el sobreendeudamiento antes que la austeridad, en satisfacer necesidades naturales y necesarias, como decía Epicuro

O han consumado la abdicación de la lucidez, por pusilanimidad y por temor a abandonar la zona de confort, que permite darse cuenta de que cuando nos enfrentamos a la historia no confrontamos algo inmodificable, definitivo, congelado, sino que podemos transmutarlo en materia prima para la libertad. Pero ello son palabras mayores, para aquéllos y aquéllas que apenas entienden lo que leen.

Ni hablar de la grandiosidad de conciencia y espíritu, que alentaron la empresa titánica de los genuinos próceres del siglo XIX, y del siglo XX, al concebir la magna empresa de la liberación, política, social, económica e ideológica, para después dar curso al advenimiento de la integración latinoamericana, antes que ser vasallo de los imperios de ayer, ahora y siempre.

Ahora, me voy a tomar un terremoto, y a revisar la carne para el asado, que ya está a punto. ¡Viva Chile mierda!…

 

Francisca Quiroga