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Cuba después de Fidel

Por: Mauricio Leandro Osorio | Publicado: 13.01.2017
Cuba después de Fidel |
Tras la muerte del líder de la Revolución, la isla se enfrenta a un futuro incierto. Esta es una crónica de cómo viven hoy los cubanos y qué esperan del mañana en un país donde Fidel Castro ya no está presente.

Este 2 de enero, frente a La Plaza de la Revolución en La Habana, se realizó el primer desfile cívico militar sin Fidel. En la avenida Paseo -donde se ubica la famosa imagen del Che- los cubanos conmemoraron el 58° aniversario del triunfo de la Revolución, lugar donde los vecinos de la capital comenzaron a agruparse desde las 4 de la mañana. La marcha empezó a las 7 en punto con 21 cañonazos de salvas. La caminata fue un breve paso por la plaza donde los casi 50 mil representantes del pueblo habanero saludaron a Raúl, a los dirigentes del gobierno y a las organizaciones políticas y de masas.

La mayoría de los asistentes estuvieron presentes en el acto junto a sus centros de trabajo y escuelas, pero pocos llegaron hasta allí a motus propio. Comparado con anteriores manifestaciones del pueblo cubano, la marcha contó con un número reducido de participantes, teniendo en cuenta concentraciones y marchas en esa misma plaza que años anteriores convocaron a casi medio millón de almas (según la prensa local, en 2005 se lograron concentrar en el Malecón habanero 1 millón de cubanos). Tras la muerte de Fidel un silencio absoluto se apoderó del archipiélago y durante varios días, pocos se atrevían a poner música.

«Lamentablemente la realidad es que la mayoría de las personas no sintieron ni alegría ni tristeza, simplemente indiferencia», es lo que dice Mercedes Rodríguez de 52 años, vecina de la capital ante la pregunta de qué se sintió tras la muerte del histórico líder de la Revolución.

El vecino del norte, la juventud y la Revolución

Desde el acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos, la población ve con esperanza una mejora económica. En los últimos años han proliferado los trabajos por cuenta propia, mientras que el Estado ha realizado una drástica disminución de la fuerza laboral en el sector público. Este paso se ha dado tras una serie de «rectificaciones» del modelo económico y tras la irrupción de Raúl Castro a la cabeza del país. Junto a estas modificaciones, algunos ex combatientes de la Sierra Maestra -incluso los ya retirados- fueron buscados para ocupar cargos en el gobierno (como es el caso del ministro del Interior Carlos Fernández Gondín fallecido este lunes 9 de enero a los 79 años) y es que ha sido difícil hallar jóvenes que continúen la obra de la Revolución.

Más de la mitad de los líderes de la Unión de Jóvenes Comunistas han caído en desgracia luego de ser descubiertos en casos de corrupción o ser acusados de conspiración contra el Estado, algo que ha ocurrido reiteradamente con otros dirigentes jóvenes en el país. Fue así el caso de Felipe Pérez Roque, ex Canciller de Cuba y Carlos Lage Dávila, vicepresidente del Consejo de Estado (quien se suponía ocuparía el máximo cargo de la nación en 2009). Ambos presentaron cartas de renuncia reproducidas muy escuetamente por la prensa local, sin explicar bien por qué dejaban el cargo o por qué señalaban sentir vergüenza por sus actos. En aquel momento el propio comandante Fidel escribió una reflexión en la que indicaba que “la miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno”, pero no se detalló nada más. Finalmente, El País de España publicó un artículo en el que detalló que ambos funcionarios del gobierno, junto al asistente personal de Fidel, Carlos Valenciaga, y una decena de dirigentes -los más jóvenes de la dirección política en la nación- preparaban una transición en el país a espaldas de los líderes históricos de la Revolución y en complicidad con el Centro Nacional de Inteligencia español.

/ Jennifer Astudillo

/ Jennifer Astudillo

El día a día en la isla

La Cuba después de Fidel es un lugar extraño, un país que construye el socialismo con características cubanas, pero donde los «nuevos pinos» prefieren ganar 2.400 pesos cubanos al mes en trabajos particulares no profesionales (68 mil pesos chilenos), que estudiar y titularse para obtener un sueldo de 500 pesos (13 mil pesos chilenos). Hay que tener en cuenta que el costo de la vida en Cuba es muy bajo, no se paga por salud ni educación, el transporte es de 10 pesos chilenos aproximadamente, y si bien el Estado asegura una canasta básica de comida con 200 ml de aceite por persona, la botella de un litro cuesta el 10% del salario de un profesional. Gran parte de esta situación se debe al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos desde el principio de la Revolución y que ha deteriorado la economía considerablemente desde la caída del campo socialista.

Como bien plantean los documentos desclasificados por la CIA, el objetivo del embargo es generar desesperación y descontento con el gobierno. Por esto es que Estados Unidos, a pesar del acercamiento diplomático, se ha negado a derogar la medida y si bien se han levantado algunas restricciones, el embargo sigue vigente. El bloqueo ha generado pérdidas millonarias al país y una situación económica denominada Periodo Especial, el cual -según las autoridades- aún no se termina.

A pesar de esta situación, los jóvenes entrevistados se niegan a superar la emergencia económica mediante una transición a una sociedad de consumo. “Esto tiene que cambiar, no podemos seguir con la misma situación, ni el mismo discurso de hace 60 años, pero tampoco queremos terminar siendo una nación más de Latinoamérica endeudada y perder los logros sociales de la Revolución en salud, educación y seguridad”, dice Rodrigo Hinojosa mecánico de 24 años residente en La Habana.

/ Jennifer Astudillo

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Esenet: Internet que no cruza fronteras

A simple vista, las nuevas generaciones casi no hablan de socialismo y sus aspiraciones se limitan a conseguir Internet. Acceder a este medio, puede ser una actividad complicada, pues sólo se encuentra en lugares específicos. Pocos y muy caros son los puntos determinados donde se puede conectar a la web desde la capital. Navegar por una hora cuesta 1.50 dólar (unos mil pesos chilenos) esto se concreta a través de la compra de tarjetas de Internet, adquiridas en sucursales donde el servicio es prestado por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba. Sin embargo gran parte de los internautas acceden al servicio sin hacer filas, mediante la reventa de tarjetas, cuyo valor se duplica a 3 dólares por hora (dos mil pesos chilenos).

La Esenet es el espacio virtual donde se encuentra la juventud habanera. Allí varios sitios hacen la función de Facebook (Wifinet), Instagram (I like, Súmate) u otras redes sociales existentes, pero en estos espacios sólo pueden acceder usuarios residentes en la capital. También existen páginas de compra y venta similares a Mercado Libre, entre la que está Timbirichi, la más utilizada por los usuarios. Estas redes cumplen la misma función que las mundialmente conocidas páginas sociales pero allí no se puede hablar de religión, ni política u otros temas que generen polémicas, el perfil del usuario que lo hace es baneado por el servidor.

En el espacio virtual generalmente se hacen promociones de eventos culturales o se juega en línea (Dota y Call of Duty, entre otros) con el resto de usuarios que pueden conectarse a la red mediante un “Nano”, un dispositivo que cumple la función de router, cuyo valor varía de 120 a 300 pesos convertibles cubanos (de 80 mil a unos 200 mil pesos chilenos).

/ Jennifer Astudillo

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«El Paquete»: La entretención que llega del exterior

Tras la caída del campo socialista, la economía cubana sufrió un colapso que tuvo como resultado la pérdida de cerca del 75% de su PIB. Fidel encabezó una resistencia a transformar el modelo económico y bajo la consigna de la Batalla de Ideas, Cuba no tranzó ante la política de asfixio de Washington.

Durante la década de los 90 los cubanos tuvieron que “inventar” para “resolver”. Surgieron los primeros trabajos por cuenta propia y varios oficios muy particulares: los fosforeros (reparadores de encendedores), reparadores de paraguas, vendedores ambulantes de pizza, las comidas en caja, la hora para jugar videojuegos en casa, los ventiladores hechos con motores de lavadoras, recogedores de latas de aluminio, etc.

Dos décadas después de la fase más crítica del Periodo Especial los cubanos han creado una alternativa de entretención muy popular conocida como “El Paquete”. Se trata de una recopilación de archivos digitales que se venden semanalmente entre 1 y 3 pesos convertibles cubanos (de 680 a 2 mil pesos chilenos). En unos 900 Gb se reune música, teleseries, películas clásicas, estrenos, programas de televisión (entre ellos Sábado Gigante y Caso Cerrado), vídeos de Youtube (como el de Hola soy Germán), aplicaciones, entre otros.

En los vídeos, teleseries o las películas más requeridas del Paquete, los trabajadores promocionan sus servicios en formato publicitario. En la televisión cubana no existen comerciales, pero en El Paquete, en medio de la reproducción de los vídeos se promocionan ofertas de productos y servicios: dulcerías, pizzerías, tatuajes, reparación de electrodomésticos, al más puro estilo capitalista de las ventas por televisión o el despacho gratuito.

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La Cuba después de Fidel

Cuba pronostica crecer un 2% este 2017, número poco ambicioso si se tiene en cuenta que el 2016 decreció 0,9%, pero la Revolución sigue en pie. Con dificultades y necedad, las maniobras por asfixiar al pueblo, si bien han generado descontento entre las nuevas generaciones, han sido poco efectivas con una gran parte de la población que se mantiene fiel al proyecto socialista.

Las reformas al interior del país han ido cambiando las relaciones económicas, pero los pilares del sistema social se mantienen innamovibles.

La Revolución deberá superar esa brecha entre la vieja y la nueva generación de cubanos que exigen mayores libertades respecto a sus pares en otros países. Asimismo, la dirección política tendrá que superar el miedo a los cambios y abrirse a las transformaciones que acarrean los nuevos contextos geopolíticos.

Tal vez como mencionara ya en los ’90 el trovador cubano Carlos Varela, es hora de que en Cuba, Guillermo Tell comprenda que “su hijo creció y le toca a él tirar la flecha”.

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