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Roxy Foxy, la drag queen argentina que desnuda el machismo de la escena: «Me han subestimado por ser mujer»

Por: Constanza Cabrera | Publicado: 02.03.2017
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En medio de la noche, entre las máscaras de fiesta capitalinas que abundan en pleno barrio Bellavista, una serie de espectáculos protagonizados por reinas de lentejuelas y pelucas exuberantes rompen con las reglas. Roxy Foxy irrumpe en el mundo del drag, que aguarda a espectadores ansiosos por el arte del movimiento.

Son las 11 de la noche en el camarín de la discoteque Bunker y Rocío Rodríguez (36), mejor conocida como Roxy Foxy, agarra la brocha y comienza a colorear sus mejillas. Los otros 2 compañeros que la acompañan hacen lo mismo. Ellos son los anfitriones del show que se concretará a media noche.

Roxy delinea sus labios de un tono rojizo. Su compañero, en tanto, se coloca relleno en el cuerpo para abultar sus caderas. La mujer que le sigue está vestida de un traje de seda brilloso y ligero. La media en su cabeza delata aún que no está lista.

La exagerada opulencia de los drag no es casual, pues la finalidad de este arte es, de algún u otro modo, burlarse de los tradicionales roles de género binario. Para Roxy Foxy, el arte del drag tiene el maravilloso efecto de barrer con todo lo negativo: «lo malo que sucede en el día, desaparece y me transformo en algo fabuloso, el escenario es un catalizador de energías drag al servicio de la locura del que está observando«, cuenta.

El camarín se hace pequeño entre las risas de la argentina y los demás artistas, quienes comentan los sucesos que han ocurrido durante el día. Rocío está en su salsa, buscando la túnica que corresponde a su show, en el cual representará a una virgen pecadora.

Las luces reflectoras se intensifican a medida que se acrecienta la noche, las personas comienzan a llegar expectantes del show que ocurrirá. Rocío queda atrás para dar paso a la carismática Roxy Foxy, quien se encuentra en la entrada recibiendo a los contertulios. ¿Qué sería de Foxy si no fuera por Rocío? La drag queen es el subproducto de todos los libros que leyó, de todas las peliculas que vió, de todas las semanas de trabajo hecho diversión.

Del cine independiente al drag

«Yo soy de Buenos Aires, la Capital Federal argentina», dice. Desde que era niña a Rocío le gustaba interpretar personajes. En ese tiempo solía ver los programas de Utilisma, ahí aprendió a coser. «Jugaba sola con la basura, por así decirlo», explica.

Mientras en su hogar habían problemas y sus padres discutían recurrentemente, Roxy se concentraba en ver las películas que pasaban por la televisión, a tal grado que llegaba a soñar que interpretaba los roles protagónicos de las cintas. Años más tarde, optó por estudiar actuación y también cursó «diseño de estilo escénico», que le sirvió para su carrera de drag queen.

Rodríguez comenzó su carrera participando en películas independientes. Para financiarlas, se solían hacer fiestas temáticas donde ella estaba encargada de animarlas, eso la acercó al mundo del espectáculo nocturno: «las fiestas me acercaron al mundo de la discoteque. Las drag queen vieron que yo tenía potencial espíritu travesti, entonces me llamaron, empecé a colaborar en sus shows y después desarrollé mi personaje», explica sonriente.

En medio de las actuaciones en las discoteques, las drag del ambiente la observaban. Sus histriónicos movimientos, su vestimenta exuberante y su estruendosa irrupción del escenario llamaron la atención del maestro del transformismo argentino, Walter Suárez, quien la ayudó e integró en su compañía durante una temporada.

«Tengo una madre drag queen y un maestro del transformismo como Walter Suárez, él me ayudó y me integró a su compañía. Me enseñó muchísimo», recuerda. Rocío protagonizaba shows inspirados en los años ’50 y ahí surgió la idea de nombrarse a si misma como «Roxy Foxy», alter ego que quedó en ella para siempre.

En ese tiempo, mientras se encontraba rodando el film independiente Daemonium, conoció al director de cine chileno, Esteban Rojas, quien se transformó en su pololo. Juntos fueron al Festival Internacional de Cine de Valdivia (FicValdivia), les gustó el ambiente, vendieron todo en un año y arriesgadamente se vinieron a Chile.

El arte no conoce límites

El rumbo de su carrera siguió la línea que había cosechado en Argentina. Hoy por hoy, Rocío suele trabajar en locales nocturnos como el Bal Le Duc y la Blondie, participó en los virales de Laf Producciones, actuó en el video de la canción «Hijos del Peligro» de (me llamo) Sebastián y protagonizó un documental ejecutado por estudiantes de Periodismo de la Universidad de Chile.

También colabora con la productora de eventos Honey Producciones, junto a personas que están encargadas de traer la esencia a Chile del mítico programa estadounidense Rupaul’s Drag Race. A pesar de todo, Rocío reconoce que existe machismo por parte de sus compañeros drag.

«Una es mujer, lo detecta al toque. Ahí se trasluce el machismo, me han subestimado por ser mujer, pero esas circunstancias te hacen más profesional«, explica. Hace décadas, la escena drag ha estado dominada por los hombres, pero poco a poco las mujeres han ido incursionado en los parajes del transformismo. Los escenarios queer de Londres también acogen a las féminas como Victoria Sin o Eppie.

«Conozco a una chica en Argentina, Gloria O. En Chile la que más resalta es Irina la Loca. Existen muchas mujeres interesadas en la creación personajes de drag queen, drag king y es algo que está creciendo», dice. A las mujeres se les suele denominar Bioqueens o Faux Queens (falsas drag), que son términos más bien despectivos, pero esta manifestación artística no conoce límites.

«Para mí el drag es show, es política, es glamour en lugares impensados. Es ser glamoroso con basura, con lo que se tenga«, afirma convencida.

Divas a la Deriva

Rodríguez tenía muchas ganas de formar una agrupación femenina de «divas pin up» y gracias a su paso por la discoteque Blondie conoció a un grupo de actrices y juntas impulsaron Divas a la Deriva. Con Natalia Dufuur, Fabiola Guzman, Kamila Melo y Karla Melo hacen performances de teatrales de burlesque, inspiradas en el Bim Bam Bum, con humor de los años ’50.

«Hace tiempo que quería hacer una compañía de teatro de diva, de diablas, de vicios. Las chicas prendieron y generamos un lenguaje nuevo», indica. Las obras están pautadas, pero  se basan mayoritariamente en la improvisación.

«Hacemos humor de forma solapada, pero de temas humanos con barniz de glamour», dice. Hace un año y medio que están juntas y en enero reestrenaron la obra «El Misterio de Merkén» en teatro Azares. Para Roxy no es fácil tener éxito en Chile, pero asegura que  «lo conseguirá de todas formas». El 10 de marzo inaugurarán una nueva temporada en el Teatro Bellavista, los viernes y sábado a las 21 horas.

«Las chicas son divinas, son diosas, esto es producto de hacer lo que uno quiere con todas las personas correctas para llevar a cabo los sueños«, sentenció Roxy Foxy.

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