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El mea culpa de «Chiqui» Aguayo tras Viña: «Es vergonzoso haber transmitido que la violación es algo estético»

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 17.03.2017
El mea culpa de «Chiqui» Aguayo tras Viña: «Es vergonzoso haber transmitido que la violación es algo estético» unnamed (11) |
La comediante conversó con El Desconcierto y analizó las críticas tras su rutina en el Festival de Viña, reconoció cuál es el único chiste del que se arrepiente y aseguró estar convencida de que el próximo año serán más las mujeres que subirán a la Quinta Vergara a hacer humor.

En la edición pasada del Festival Internacional de Viña del Mar, Daniela Aguayo no solo se enfrentó al Monstruo. La comediante, guionista, actriz y directora teatral se subió a un escenario que los hombres han dominado por años para hacer humor, el mismo que en toda su historia -de casi seis décadas- solo ha presentado a siete mujeres humoristas, en medio de un amplio historial de risas y chistes masculinos.

Solo un año antes, su par Natalia Valdebenito había triunfado en la Quinta Vergara, dejando una tarea que «Chiqui» se tomó en serio: Defender ese espacio. Hacer reír a todos -desde su propia identidad-, correr los límites de lo posible y abrir aún más la puerta para las futuras comediantes.

-Cuéntanos cómo fue subirse a ese escenario y salir victoriosa.

-Fue intenso desde que me invitaron. Fueron unos 6 meses de preparación de esa rutina y, al contrario de lo que yo pensaba, que me iba a sentir mucho más nerviosa en los días previos, me fui empoderando, fui a la Quinta en los días previos a ver al Juan Pablo (López), que es amigo mío, y encontré que era todo más amable, uno se imagina una cosa mucho más tenebrosa de lo que en verdad es.

-Me subí bien empoderada al escenario y recibí un aplauso que nunca me esperé cuando entré. Ahí ya dije vamos con todo, mi rutina yo la había preparado así, partiendo con el chiste más fuerte que tenía. Yo dije si esto funciona, todo lo demás debería funcionar. Y si llegamos a cachar que esos chistes no fueron tan bien recibidos porque fueron muy fuertes o no, teníamos un plan B, que era saltarse un poco la rutina y aparecer en lugares más blanquitos.

-Pero no fue necesario.

-No, el plan A funcionó tan bien que en el fondo pude hacer todo lo que tenía presupuestado, tenía incluso cronometrada la primera risa, que tenía que ser después del chiste de la vagina y efectivamente fue la primera risa y el primer aplauso. Todo empezó a funcionar como yo la había trabajado.

-Después de la primera risa lo empecé a pasar muy bien, entre medio improvisé, me reía sola, tenía tiempo para conversar conmigo misma y decir qué bonito esto, mientras actuaba. Una cosa bien esquizofrénica. Me bajé feliz y la conferencia de prensa fue algo bien rudo.

-¿Te molestaron las preguntas sobre las críticas de Twitter?

-No, es que me pasó que me bajé con una sensación muy bonita de lo que había pasado y las tres primeras preguntas fueron respecto a Twitter. Entonces me pregunté por qué se hacen cargo solo de lo que pasa ahí, que es una inmensa minoría, versus lo que acababa de suceder, que fue contundente igual. Nadie puede decir que esas gaviotas fueron regaladas o que la risa no fue permanente esa noche.

-Yo en ese tiempo no leí casi nada lo que estaba pasando porque quería disfrutar algo que para mí había sido muy bonito. Ahora leí una columna de un señor en LUN que decía que siempre tiene que estar presente el buen gusto. Decía que en eso no hay machismo, porque las mujeres están liberadas desde hace mucho rato, cuando inventaron la píldora para que le pudieran poner el cuerno a los maridos y no quedar embarazada. Yo digo no, estamos todos muy locos.

«Para mí es un logro que se enoje Alberto Plaza, es una chapita que me pongo»

Aunque otras rutinas de humor en la Quinta Vergara contemplaron por años el denominado «humor vulgar», con alusiones al sexo y a los genitales, es probable que ningún otro comediante haya sido tan cuestionado por ello como Chiqui Aguayo. Las críticas, esbozadas desde el centro del alma conservadora y doble estándar de los chilenos, evidenciaron el castigo y la censura que aún pesa sobre las mujeres que osan reírse de lo que se les de la gana.

-Te pusieron la chapa de vulgar, pero hace poco hicieron un análisis de quién había dicho más groserías en el humor del Festival y estás en tercer lugar. ¿Por qué crees que quedó esa impresión? 

-Sabía que tomé hartos riesgos para el show. Había una cosa que me preocupaba que era en el fondo no ser la sombra de Natalia Valdebenito, que lo había hecho muy bien el año pasado. Entonces tomé más riesgos y quise alargar los límites hasta casi cortarlos. Siento que no fueron los garabatos lo que impactó más, sino llevar hasta el límite de lo gráfico ciertas cosas que no se deben decir. Y menos en una mujer.

-En el fondo se sataniza que las mujeres o un cierto tipo de mujeres no respondamos a ese rol establecido. Me parece muy curioso que todos estén preocupados de cómo va a salir esto al extranjero, porque hay un doble discurso. El mismo que te lee en una categoría casi de profesor, después dice que no es tan importante. Para mí es un logro que se enoje Alberto Plaza, es como una chapita que me pongo aquí (apunta a su pecho). Que se enoje Bianchi, Alberto Plaza y todas las personas que representan lo conservador que tenemos en Chile, todos los clasistas, racistas.

-¿Sentiste que le tocaste la oreja a todos esos sectores?

-Me parece que sí, porque yo me pregunto: ¿por qué Alberto Plaza no alega o se indigna por las cosas terribles que pasan en el Sename? Que me parece que es algo que me darían ganas como de mandar una carta al director, por algo tan indigno.

-¿Qué piensas de que a los hombres les moleste tanto que hablemos del pene? O que hagamos bromas sobre ser calientes y el sexo, por ejemplo.

-Ahí yo creo que se ve cómo está el machismo súper en los huesos, enraizado, tiene que ver con el doble estándar del chileno en general. Si tú preguntas en una mesa si alguien ha visto una porno, nadie dice nada. Pero las cifras dicen que sí se consume pornografía, por lo tanto uno podría ser caliente, pero no tiene por qué decirlo. Yo siento que en ese sentido traspasé un límite, que a mucha gente le encantó y otros lo odiaron y eso me parece increíble porque toca ciertos fibras sobre las cuales yo también pensé que estábamos un poco más adelantados.

-La discusión sobre la vagina y lo gráfico de ciertas cosas es una cosa antigua, en los años ’60 las mujeres en Estados Unidos empezaron a hacer stand up y a hablar de ciertos temas y eran criticadas en su momento, pero ¿nosotros estamos 50 años atrasados?

-Aparte, en sí el humor vulgar y la alusión a los genitales en chistes es algo muy antiguo y visto en Chile en rutinas como las de Dinamita Show y nadie se espantaba para nada.

-Es cosa de ver la rutina del año pasado no más de los Locos del Humor, donde se ríen de los homosexuales, de los peruanos y los bolivianos… a mí me parece que ahí hay ciertas cosas que no. Para mí el humor no tiene límites, pero hay ciertas cosas que no van conmigo, no voy a reírme de la homosexualidad, los chistes míos deben partir en mí. Si yo fuera homosexual, me permitiría reírme de eso.

La autocrítica de Chiqui: Bromear o no con la violación

Fue uno de los puntos más criticados de su rutina. Las mujeres feministas que siguieron la presentación de la comediante en la Quinta Vergara no pudieron obviar uno de sus chistes, que aludía a la violación. Para Aguayo, es la única broma que restaría de su exitosa intervención.

-¿Te arrepientes de algo de la rutina?

-Sí, solo una cosa, tiene que ver con el de la violación. Que nunca pensé que se fuera a entender así, porque en el fondo lo que yo estaba haciendo era aludir a cómo se ve esto desde la parte masculina, desde ese machismo que minimiza todo lo que tiene que ver con nosotras las mujeres. Desde la discusión que se ha alargado en el Congreso sobre si la causal de violación es aceptada o no porque las mujeres podríamos llegar a manipular esa información. Lo que yo quería hacer era reflejar cómo ese mundo masculino nos ve a nosotras, que en el fondo a las feas no nos podrían llegar a violar y que solo es una cosa de mujeres bonitas.

-Incluso estaba escrita en el libreto una acotación que yo hablé con Alex (Hernández), que fue que si la gente se ríe muy fuerte es porque entendió el chiste y no necesita una explicación. Y efectivamente eso pasó y hubo una risa grandota después de ese chiste y yo seguí de largo. No lo he vuelto a decir porque me parece que sí es vergonzoso para mí haber transmitido ese mensaje que tiene que ver con que la violación es algo estético, porque no es así, es un flagelo que las mujeres en Chile y en varias partes del mundo tenemos que vivir diariamente. Los hombres están preocupados de que nos ríamos de ellos y nosotras de que nos maten. Tomé consciencia de que lo que uno dice es importante.

-Hubo una discusión feminista muy interesante sobre si se puede o no bromear con esto. Algunas mujeres feministas dijeron que sí se pueden hacer chistes sobre violación, pero que no hay que reírse de las víctimas. 

-Sí, yo los leí y le tomé mucha atención. Yo creo que el discurso tiene que estar súper claro en ese chiste, entonces no puede quedar una ambigüedad como en este caso, donde en el fondo no se sabe si me río de la víctima o del victimario. Yo creo que sí se puede hacer humor de todas las cosas, pero dejar claro de qué te estás riendo. En este caso está claro que uno tiene que reírse del violador, no de la víctima. Así como también mañana me puedo reír de las mujeres machistas. Siento que hay temas que se pueden hacer pero dejando en claro tu postura sobre eso, que no haya ninguna duda porque ahí aparece este doble discurso donde se puede tomar absolutamente al contrario.

-Ese momento es lo único que sacaría de la rutina o lo explicaría efectivamente, porque basta con agregarle: un ‘esto no sucede, así nos miran ustedes, basta’.

-Encuentro interesante que le des una lectura autocrítica y hayas podido considerar esos comentarios. 

-Ahora tengo la oportunidad de seguir corriendo límites, porque a mí me gusta eso, hay un gran comediante que yo admiro mucho que se llama George Carlin que decía que encuentres dónde está la línea y la cruces. Entonces este monólogo que estoy haciendo va a correr límites en otros aspectos, abordando lo que tiene que ver con este espacio íntimo de los chilenos y con la memoria colectiva que tenemos tan corta… porque ordinario debería ser ir a comprar a La Polar po, y las tiendas están todas llenas y no ha cerrado ninguna.

La sororidad y el feminismo: «Cuando una se acerca al movimiento entiende cosas maravillosas»

La comediante asegura que siempre se ha sentido lejana a los estereotipos de género asignados tradicionalmente a las mujeres. Sin embargo, su experiencia con el feminismo es aún reciente y reconoce que le queda mucho por aprender y entender sobre estos temas.

-¿Cómo ves los desafíos próximos para las mujeres comediantes? Fue difícil para la Natalia el año pasado y a ti tampoco te la hicieron fácil. Parecieran tener un montón de obstáculos las mujeres para hacer humor.

-Por todas estas cosas, el Día de la Mujer fue muy significativo para mí porque fui a varios conversatorios y estuve con hartas mujeres feministas y mirándolas a ella encontraba que me faltaba demasiada información. Entonces les pregunté «oye, qué puedo leer», porque pese a que sí me considero feminista, no estaba tan informada de la causa. Me di cuenta que hay un montón de cosas donde uno se puede documentar mejor para estar más preparada.

-Ellas también me explicaban que hay diversas corrientes del feminismo, uno que es más hardcore y militante y otras donde uno puede elegir su trinchera. La mía es el humor y quiero empezar a aportar mucho más de lo que venía haciendo. Pasó algo curioso, porque ahora que tengo más audiencia también me importa mucho más lo que digo. Antes me parecía más importante hacer reír, ahora siento que tengo una responsabilidad y me tengo que empezar a hacer cargo, porque además yo escribo mis propias cosas.

-Me llamó mucho la atención que hablaras de sororidad en la Quinta Vergara, un concepto que no entendió ni el Rafa.

-De hecho me preguntó después si dije solidaridad y me equivoqué y yo le dije que no, que fue sororidad y me dijo que no conocía la palabra. Tampoco es tan terrible.

-No, de hecho mucha gente no la conoce. Por eso me pareció importante que lo destacaras, ¿qué opinas de esa idea?

-Cuando lo leí, me voló la cabeza, cuando uno se acerca un poco al movimiento entiende cosas que son maravillosas. El concepto de sororidad, que tiene que ver con que nos unamos las mujeres para propiciar cambios sociales, es una cosa muy bonita, que en el fondo yo lo sentí un poco así, con que la Natalia había dejado la puerta abierta de Viña y yo tenía que abrirla mucho más, porque estamos haciendo un cambio cultural: cuando se habla de que en 12 años no había ninguna mujer en ese escenario, es un ninguneo impresionante que tiene que ver con el machismo, porque no tiene otra explicación.

-En 58 años de Festival solo han habido 7 mujeres, entonces yo sentía que ese día, con mis compañeras comediantes que se portaron increíble antes y después, conociéndonos o no, estábamos todas paradas ahí, diciendo ese espacio también es nuestro, que lo vamos a defender y de aquí en adelante no se van a salvar de tener una mujer en ese escenario, la encuentren fome, rica o fea, horrorosa, grosera, feminista o no. Tengo la sensación de que el próximo año va a haber más de una, por lo menos dos.

-Es que además funciona, porque ustedes consiguieron hacer reír.

-Funciona. Y ahí da risa el doble estándar, porque me dicen Chiqui, te fue bien en la Quinta, pero en redes sociales fuiste muy criticada… y yo digo qué audiencia, si fueron 42 puntos de rating, eso es un partido de Chile. Si a ti no te gusta, tú cambiái la tele, entonces es como el fenómeno película porno, la ves, pero no lo cuentas.

-¿Qué te pasa en ese sentido con las críticas de mujeres que dicen que estás dejando en vergüenza al género o que no todas somos ordinarias?

-Claro, eso tiene que ver con que hay muchas mujeres que han sido criadas en el patriarcado y están felices con eso. Yo tengo mi espacio, me lo he ganado, tengo mi marido, mis hijos y soy feliz con estas normas que impone el patriarcado. Está bien, pero por qué te molesta tanto que exista una mujer distinta y que alegue. Tiene que ver con las estructuras de poder. Siento que nuestra lucha también es por esas mujeres machistas.

-Es asqueroso, por ejemplo, lo que ha pasado con Nabila Rifo. Lo que ha tratado de hacer la defensa al decir que es justificable que esa mujer haya sido golpeada porque le gustaba el copete, trabajaba mucho, no pasaba en la casa y no usaba ropa interior. Eso, avalado por hombres y mujeres, hay quienes lo tienen muy internalizados. Lo condenable es esta cosa medio fascista que tiene que ver con que tú no existas. Porque el nivel de comentarios en redes sociales era como «ojalá te violen, maraca, para que entiendas cómo sucede». Para mí fue un impacto bien grande.

-¿Te dio susto?

-Sí, me dio susto. Sobre todo la primera semana, así que lo hablé con mi marido que es mi productor también. Le dije que me acompañara a todos lados y tenía mucho miedo, porque era violento lo que me contaban que estaba pasando, así que quise tomar ciertos resguardos. Pero no pasó nada. Ahí te das cuenta que la violencia de las redes sociales tiene que ver con el anonimato también.

Las niñas Araña: «Queremos iluminar la marginalidad para que todo el mundo la vea»

Daniela tiene facetas que aún son desconocidas para algunos: como directora teatral, tiene a su haber la dirección de la aplaudida obra «Niñas Araña», que en mayo próximo será estrenada en la pantalla grande y donde Aguayo fue co-guionista. La delincuencia y la marginalidad son temas que requieren ser vistos, asegura la comediante.

-En mayo se estrena Niñas Araña, ¿cuáles son tus expectativas?

-Sin quererlo, mis trabajos más importantes han estado insertos en polémica. Cuando se estrenó Niñas Araña, el entonces diputado Monckeberg decía que el gobierno -a través de un Fondart- estaba financiado alegorías a la delincuencia. Me llamó la ministra para preguntarme qué estaba pasando, porque era el día que estrenaba, pero gracias a eso la sala explotó, llena de gente. Nos llegaban amenazas también, empezó toda esa cosa medio fascista y estuvimos unos tres meses en carteleras con funciones agotadas.

-La película la hicimos hace dos años. Todo este tiempo ha estado en producción y ya se estrenó el trailer, hay gente que dice desde ya que por qué los delincuentes, que por qué mejor no hacemos películas de gente que valga la pena.

-¿Y qué te parece eso? Porque haber elegido esta historia tiene que ver con una inquietud social. 

-Es que son historias marginales. La gente no entiende que la labor del arte muchas veces no es educativa, no hay una parábola en esta película. Queremos iluminar una situación muy marginal para que todo el mundo la vea y saquen sus conclusiones. Para mí es una reflexión muy importante que tenemos que hacer como país.

-El Sename no funciona, es terrible lo que pasa ahí y dan ganas de quemar todo. Seguimos siendo igual de clasistas que siempre, todavía en 2017 te siguen preguntando cuál es tu apellido, colegio u donde vivís, y si no cumples con eso ya estás excluida de entrar. ¿A quién le asombra que sigan existiendo delincuentes?

-Vi un video donde ellas estaban con las caras tapadas y les preguntan por qué roban y una de ellas responde con una tranquilidad brutal que para tener cosas bonitas. Me parece que eso refleja nuestro modelo, porque si la publicidad nos incentiva a tener esas zapatillas o ciertas cosas, y yo sé que no lo voy a poder tener,  cada uno verá como las consigue. No hago un juicio moral, pero es una realidad y eso le da mucho valor a la película.

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