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Día de la Salud: Chile, un país deprimido y sin derecho a la salud

Por: Matías Fernández Hartwig | Publicado: 07.04.2017
Día de la Salud: Chile, un país deprimido y sin derecho a la salud salud |
En Chile el sistema público de salud debe proteger y financiar cerca de un 76% de la población la cual es mayoritariamente pobre, mayor de 65 años y con un elevado gasto de salud. Este problema se acrecienta cuando vemos en términos netos el gasto público de salud, donde el traspaso desde el sector público al privado alcanza hasta un 40% aproximadamente (por ejemplo, a través del pago a privados con el sistema de FONASA libre elección), mermando el fondo público y acrecentando la desigualdad en salud.

El 7 de abril se celebra el día mundial de la salud, conmemorando la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este año la OMS decidió enfocar este día a la depresión.

Según la OMS en el mundo se estima que hay 300 millones de personas con depresión y que es la principal causa mundial de discapacidad, además de contribuir de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. Además, según la sociedad británica de psicología en su estudio del 2010, existe una estrecha relación entre enfermedades crónicas y la depresión. Por una parte se ha establecido que la depresión es factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas, mientras que las enfermedades crónicas aumentan el riesgo de desarrollar depresión

En Chile el sistema público de salud debe proteger y financiar cerca de un 76% de la población la cual es mayoritariamente pobre, mayor de 65 años y con un elevado gasto de salud. Este problema se acrecienta cuando vemos en términos netos el gasto público de salud, donde el traspaso desde el sector público al privado alcanza hasta un 40% aproximadamente (por ejemplo, a través del pago a privados con el sistema de FONASA libre elección), mermando el fondo público y acrecentando la desigualdad en salud.

Y si bien en Chile hemos avanzado enormemente en algunas materias (sobre todo en el control de enfermedades materno-infantiles e infecto-contagiosas como la tuberculosis o el sarampión), el aumento en la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles (hipertensión, diabetes, trastornos nutricionales, depresión y ansiedad entre otras) avanza a pasos alarmantes.  El enfoque de prevención de enfermedades crónicas si bien no ha sido dejado de lado,  ha errado su mirada enfocando su prevención individualmente. En este caso las autoridades y el estado no han sido capaces de contextualizar local y socialmente enfermedades como la depresión, sumado a una estigmatización social por parte de la misma gente que rodea al individuo que las padece.

En Chile, según el estudio de Carga de Enfermedad y Carga Atribuible (Santiago: MINSAL; 2007.), la depresión unipolar es la segunda causa de años de vida perdidos ajustados por discapacidad (AVISA) en población general chilena y la primera entre las mujeres entre 20 y 44 años. En otras palabras, los años de vida saludables que uno debería tener se ven disminuidos por la depresión.

Estas cifras son más alarmantes aún, entendiendo que en la población chilena el 21% de los trabajadores refiere haberse sentido melancólico, triste o deprimido por un periodo de dos semanas los últimos 12 meses, lo cual es significativamente mayor en las mujeres (ENETS 2009-2010), síntomas depresivos que estarían ligados a la realidad laboral que hoy tenemos.

En la región de los Ríos se registra alrededor de 5.500 personas -lo que equivale a un 0.7% de personas mayores de 15 años del total de población regional- con depresión leve a grave en la región (REM Salud Mental APS, 2016). Considerando que la prevalencia nacional es de 17,2% y la regional de un 14,4% (Encuesta Nacional de Salud del 2009-2010), existe una gran diferencia entre la prevalencia regional (14,4%) y el porcentaje de cobertura (0.7%) entregado por la APS (Atención Primaria de Salud), lo que nos hace inferir tres premisas iniciales:

a) No existe cobertura suficiente para las necesidades de salud mental de la población;

b) Las personas con problemas de salud mental se atienden por fuera de la red de atención primaria de salud (por eso no aparecen en este registro);

c) Existe sub-diagnóstico de los problemas de salud mental por parte de los equipos de salud, asociado también al estigma del sufrimiento mental en las personas.

Entonces cabe hacerse la pregunta, ¿es solo carencia de cobertura y calidad de la atención lo que falta hoy en día en el sistema de salud chileno?

Creo que es hora de pensar un poco más allá, entender que la salud no se soluciona solo con más dinero o siendo atendido. Menos si nuestro sistema no integra a la gente en la conformación de planes avocados a las realidades locales que sufre nuestro país.

La salud mental hoy en día, si bien es prioridad dentro de los planes estratégicos de salud, carece -al igual que otras áreas de la medicina- de estrategias que busquen no solo la cobertura de la enfermedad, sino tácticas que ayuden a enfrentarla de manera distinta. De partida hay que conformar equipos de salud mental y entender que estos no solo se van a formar por profesionales asociados al área como psicólogos, médicos y psiquiatras, sino que deben ser conformados y abarcados por la mayor cantidad de trabajadores de la salud posible. A eso sumarle un punto prioritario que es la democratización de la salud. ¿Y a qué me refiero con esto? Me refiero precisamente a priorizar dentro de las distintas localidades de la APS entre los profesionales, trabajadores y las mismas comunidades (por ejemplo, a través de los Consejos Comunales de Organizaciones de la Sociedad Civil), las necesidades de las distintas comunidades para comenzar a abarcar estas materias de forma integral, democrática y no de forma individual.

En el día mundial de la salud debemos dar una vuelta al enfoque biomédico que centra la problemática en la enfermedad misma y no en la promoción y prevención en salud que deberían ser puntos prioritarios en las estrategias ocupadas y así enfocar nuestros esfuerzos por un sistema de salud que trabaje horizontalmente con las comunidades donde tanto los profesionales, trabajadores y usuarios de la salud sean partícipes de un nuevo sistema que sea digno para la gente de la Región los Ríos y de Chile.

Matías Fernández Hartwig