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Cuentas por cobrar: La mano dura del Sodalicio de Vida Cristiana con la familia que les heredó la UGM

Por: Pablo Álvarez Y. | Publicado: 14.04.2017
Cuentas por cobrar: La mano dura del Sodalicio de Vida Cristiana con la familia que les heredó la UGM baertl |
Al hacerse controladores de la Universidad Gabriela Mistral en 2013, el Sodalicio de Vida Cristiana no recibió precisamente un «regalo» de la familia Romo. En este reportaje se da cuenta de la millonaria deuda que el movimiento tuvo que cobrarle a los fundadores, de los aportes empresariales a través de la Fundación CEC que le facilitaron esa tarea y de los más de $4.256 millones que la agrupación ha tenido que inyectar para mantener de pie una universidad que parecía destinada a caer.

Alicia Romo Román, la primera rectora de la primera universidad privada de Chile, la Universidad Gabriela Mistral, se mostró tajantemente cortante cuando fue consultada para esta investigación por el Sodalicio de Vida Cristiana, que desde 2013 son los dueños del plantel que ella había controlado desde 1981.

«Ellos son un grupo amigo al que le regalamos la universidad y no tengo nada que decir de ellos, que los quiero mucho. Punto, nada más», dijo.

Había sido en 2012 cuando la familia Romo invitó a participar del proyecto de la UGM al Sodalicio de Vida Cristiana, una Sociedad de Vida Apostólica fundada en Perú, que llegó en 1999 a Chile invitada por el cardenal Francisco Javier Errázuriz y que desde 2015 enfrenta una crisis por denuncias de abuso sexual que alcanzaron hasta su propio fundador, Luis Fernando Figari.

En el mismo 2012 se unieron al directorio de la UGM cuatro sodálites. Pero la intención de la familia Romo, que durante más de treinta años tuvo una red de negocios relacionados en torno a la Universidad Gabriela Mistral, era deshacerse prontamente de una universidad que ya arrojaba una baja sostenida de matrículas.

El momento definitivo fue en la asamblea extraordinaria del 25 de octubre de 2013, cuando se produjo el cambio de estatutos de la universidad y quedaron al mando en definitiva el Sodalicio de Vida Cristiana y la fundación Centro de Estudios Católicos (CEC Chile).

En la escritura pública de esa reunión, revisada por El Desconcierto, consta que Alicia Romo partió planteando la necesidad de plasmar valores católicos en los nuevos estatutos. En ese sentido, recalcó la necesidad de seguir principios como los contenidos en el Ex Corde Eclessiae, de Juan Pablo II.

En los estatutos que se aprobaron ese día, se valoró la labor de la familia Romo durante más de tres décadas. En su apartado número cuatro, además, se siguió con la idea del «regalo».

«La familia fundadora, con el objeto de preservar y mantener en el tiempo el espíritu institucional y la identidad de la Universidad, invitó generosamente al Sodalicio de Vida Cristiana y a CEC Chile para participar en calidad de socios activos y asumir la conducción de la UGM», quedó registrado.

Luego, se terminó por designar el órgano superior de la universidad, la Asamblea de Socios. Entre otras cosas, ésta tenía el deber de «velar por orientar a la UGM en el marco de la misión del Sodalicio y de CEC Chile, en el horizonte de evangelizar la cultura» y la facultad de  nombrar y remover el directorio. Se conformaba de cinco personas -cuatro designadas por el Sodalicio, una por CEC Chile y con la salvedad de que el Superior General del Sodalicio podía renombrar a dos de los integrantes a gusto.

En ese entonces se nombró en la asamblea a Jaime Baertl Gómez, primer sacerdote sodálite y el hombre a cargo de los negocios de la agrupación a través de la empresa Inversiones San José; a Juan Carlos Len Álvarez, representante legal de la minera Alma Minerals Perú; a Alonso Quintanilla Pérez Wicht, pro rector en ese entonces de la Universidad Católica de San Pablo de Perú; a Sebastián Correa Ehlers, hijo de la ex alcaldesa de Lo Barnechea Marta Ehlers y primer sacedote sodálite en Chile; y a Pablo Jabalquinto Obrecht, ex presidente de la Fundación CEC. Por otro lado, la familia Romo renunció a la Corporación.

(Para ver cómo se instaló el Sodalicio de Vida Cristiana en Chile, revisa este reportaje de El Desconcierto)

Hasta ahí todo bien. Sin embargo, esta semana la periodista peruana Paola Ugaz -Gran Premio Nacional de Periodismo 2016 de Perú, publicó en el medio Altavoz las acusaciones de un miembro de la familia Romo -quien no quiso identificarse- sobre cómo el Sodalicio presuntamente hostigó a los fundadores para hacerse con la universidad sin ningún costo y además con un pago de $6 millones de dólares.

A partir del reportaje de Ugaz, coautora en conjunto a Pedro Salinas del libro Mitad Monjes, Mitad Soldados, que desató la crisis del Sodalicio al contener 30 testimonios de abusos de la organización, quedó instalada la pregunta si fue realmente un regalo lo que la familia Romo otorgó al Sodalicio de Vida Cristiana.

Controladores endeudados con su propia universidad

La situación financiera de la Universidad Gabriela Mistral entre 2012 y 2013 empeoró dramáticamente. Si bien los sodálites tomaron las riendas del plantel recién en octubre de 2013, la diferencia de los resultados de ejercicio de cada año fue innegable: Si en 2012 habían tenido un superávit de $62 millones, en 2013 presentaron un déficit de más de $2.332 millones.

La matrícula de alumnos de primer año entre ambos períodos había caído de 818 alumnos a 538, una diferencia de casi un 35 por ciento, lo que produjo una baja de ingresos por aranceles -según consta en los estados financieros de la UGM de ambos años revisados por El Desconcierto– de más de $417 millones.

Los costos de venta, por otro lado, aumentaron drásticamente. Solo en el ítem remuneraciones. hubo un alza de casi $700 millones, concentrados principalmente en pagos a académicos.

Finalmente otra explicación de la drástica situación financiera de la universidad era el aumento en los gastos administrativos, que pasaron de $2.289 millones a $3.494. El principal factor de ese aumento fue el alza de la «provisión de incobrables», que adquiere especial relevancia si se considera que, tal como retrata un reportaje de Ciper,  la familia Romo hacía funcionar la UGM principalmente con contratos con al menos cuatro sociedades relacionadas: Sociedad Inmobiliaria y Administradora de Establecimientos Educacionales Gabmi Ltda, Servicios Generales Ltda., Servicios Generales de Construcción Ltda. y Asesorías e Inversiones Alicia Romo EIRL.

Estas sociedades, controladas por los Romo, a 2013 tenían una deuda de más de $13.700 millones con la Universidad Gabriela Mistral, propiedad de la misma familia.

Finalmente cabe destacar la deuda hipotecaria con el Banco BCI de $6.110 millones que tenía la universidad.

Ese poco alentador panorama era el que el clan liderado por Alicia Romo le «regalaba» al Sodalicio de Vida Cristiana. Y se pondría peor. El 19 de diciembre de 2013, dos meses después de que la agrupación cristiana asumiera el control del plantel, recibieron otro ingrato regalo de vísperas de Navidad, cuando la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) informó que no reacreditaría a la UGM.

El plan de salvataje de la UGM

¿Cuánto puede afectar la pérdida de acreditación a un plantel? Si se tiene Crédito con Aval del Estado, puede tener efectos tan terribles como una baja de matrícula de más de seis mil alumnos a solo mil, como fue el caso de la Universidad de las Américas entre 2014 y 2015.

Pero la familia Romo -que calificaba como una «falsedad» el que la acreditación fuese un sello de calidad- siempre se opuso a recibir aportes estatales. A pesar de no tener CAE, su baja de matrícula no dejó de ser considerable: de los 2.459 estudiantes con los que contó la UGM en 2013, se bajó a 1.658 en 2014.

Con esas alentadoras de las cifras, era hora de que el empresario sacerdote de los Sodalicios, Jaime Baertl, empezara a operar.

Según otro reportaje de Paola Ugaz y Pedro Salinas, el otrora presidente del directorio de la UGM dirige la empresa matriz de los negocios del Sodalicio, Inversiones San José, tiene una fundación offshore en Panamá y además ha recibido una serie de préstamos de la empresa Costa Verde International del grupo Cueto, los chilenos dueños de Lan Chile, que se beneficia con lo que el Sodalicio no paga en impuestos en Perú por un acuerdo del Estado peruano y la Iglesia Católica.

En un reportaje de El Desconcierto, un exsodálite comentó cómo tanto al fundador del Sodalicio -hoy recluido en Roma tras una serie de acusaciones de abuso sexual-, Luis Fernando Figari, como a Jaime Baertl les gustaba frecuentar el Club House de Valle Escondido de los Cueto en Chile. Además, en ese mismo reportaje se menciona un presunto episodio de abuso que tuvo el sacerdote empresario con un exsodálite.

«Este personaje es increíble. Si no fuera sacerdote, como lo ve todo el mundo, se le vería como un empresario de primera línea. Tiene varias caras, porque con los políticos o con la gente que le quiere caer bien es encantador, pero tiene la formación de un Sodalicio», dijo Paola Ugaz consultada para esta investigación.

En el caso de la UGM, Baertl fue taxativo en aclarar que, si bien en 2012 y 2013 los miembros de la familia Romo eran sus socios, desde el momento en que dejaron la Universidad pasaron a ser sus deudores. Y tenían que pagar.

Según denunció un miembro de la familia Romo en el reportaje previamente mencionado de Altavoz, Baertl presionó a los fundadores para hacerse con la universidad, no pagar el arriendo de los terrenos donde funcionaba -a lo que supuestamente se había comprometido por palabra- y además recibió «un jugoso pago extra de dinero» de alrededor de seis millones de dólares.

Quizás habría sido prudente amarrar al Sodalicio a los acuerdos en alguna escritura porque, revisando tanto el documento de negación de la acreditación a la UGM de 2013 como los estados financieros del plantel, se ve que lo que hizo Baertl fue simplemente cobrar cuentas. Incluso perdonó una suma no despreciable de dinero.

Al 2013, la deuda ya mencionada de $13.000 millones de las empresas de los Romo con la universidad que controlaron por más de 30 años se desagregaba de la siguiente manera: Gabmi Limitada debía $4.859 millones, Servicios Generales Ltda debía la cuantiosa suma de $8.696 millones, y Sergenco debía un monto menor de $178 millones.

En la propia resolución de acreditación de 2013 de la CNA se consideraba que fuera la propia sociedad dueña de los inmbuebles la que pagara la deuda hipotecaria de más de$6.110 millones. «Tras el cambio de estructura de control de la Universidad, se contempla a futuro la novación de las obligaciones bancarias de UGM a la sociedad relacionada propietaria de los inmuebles», dice el documento. Algo que se concretó en junio de 2014, cuando se le traspasó esa deuda a Servicios Generales Ltda, disminuyendo en casi la mitad la deuda de las empresas Romo con la UGM.

Pero aún quedaban cerca de $7 mil millones por pagar. De esos, según consta en escritura de julio de 2015, efectivamente el Sodalicio cobró unos seis millones de dólares -el monto que denunció el miembro de la familia Romo-, pero del mismo modo asumió como castigo otro monto cercano a esa cifra.

Estados Financieros de la UGM en 2015

Tras asumir el castigo de esa parte de las deudas de los Romo, los resultados de 2015 de la UGM se desmoronaron, ya que pasaron a tener un déficit de más de $6.599 millones. Pero al menos ya no tenían ningún vínculo con la familia fundadora.

«En el 2015 hasta 2019 la Universidad seguirá contando con los aportes del nuevo controlador (…) con el fin de garantizar su continuidad», dice el final de las memorias. Apostando todo a la acreditación en 2016 -incluso sumando como rector al excomisionado de la CNA y Jefe de la División de Educación Superior, Alberto Vásquez-, el Sodalicio de Vida Cristiana aportó entre 2015 y 2014 más de $4.256 millones a la universidad.

La Fundación CEC, vehículo de los aportes de relacionados y del empresariado

Si uno revisara solo los aportes por donaciones legales hechas a la UGM, se llevaría una profunda decepción, al no ver ningún aporte en 2014 y solo un aporte de poco más de tres millones de de pesos parte del Banco Santander en 2015. Nada que se compare, por ejemplo, a los $7.257 millones que recibió la UC en 2015. (Ver reportaje de El Desconcierto: La Teletón de la Educación Superior: los aportes del empresariado a las universidades en 2015).

Sin embargo, la Fundación CEC ha servido como vehículo de deudas con partes relacionadas y el empresariado para traspasar dinero a la UGM.

Según una escritura pública del 29 de diciembre de 2014, CEC efectuó un préstamo a la universidad por casi seiscientos millones de pesos.

¿De dónde sacó CEC ese dinero? Revisando los balances de la fundación sin fines de lucro perteneciente al Sodalicio, pedidos por Ley de Transparencia por El Desconcierto, ese año se contó con al menos dos aportes significativos.

Uno fue el de la fundación relacionada también perteneciente al Sodalicio, María de la Caridad, por $202 millones. El otro, de una supuesta «Inversiones Caravaia S.A.», por $610 millones. Este medio buscó esta empresa en el Diario Oficial sin éxito. Sin embargo, si uno busca «Inversiones Caravia S.A.» aparece ni más ni menos que una de las empresa de Juan José Cueto, amigo de los sodálites que además forma parte del consejo consultivo del colegio Saint Joseph de Huechuraba, uno de los dos principales proyectos educativos de la agrupación en Chile.

Desde su fundación en 2013 a 2014, CEC Chile aumentó sus activos a más de diez mil millones de pesos, casi el doble de lo que tenía originalmente.

En la cuenta de 2015, además, se registran los aportes efectuados a la asociación civil argentina «Vida y Espiritualidad», perteneciente también al Sodalicio, y los aportes recibidas de la Fundación Santa Rosa de Lima.

Intentamos vía correo y teléfono preguntarle a Gustavo López, superior del Sodalicio en Chile y miembro de los directorios de CEC y de la UGM, por su opinión tanto respecto a la acusación del miembro de la familia Romo como de este eventual aporte del grupo Cueto, pero no hubo respuesta.

Acreditados, fusionados y con nueva sede

Luego de esta extensa gestión financiera, el Sodalicio logró el 21 de diciembre de 2016 que la CNA -por una votación de 5 contra 5, con el voto dirimente del presidente de la Comisión, Alfonso Muga-, volviera a acreditar a la UGM por dos años en las áreas de Gestión Institucional y Docencia en Pregrado.

Es por este factor que especialmente Muga se mostró sorprendido cuando, en diciembre del año pasado, la UGM anunció su fusión con la Ucinf. «El proceso de acreditación se funda en la confianza y ahora sentimos, respecto a la UGM, que hubo una forma de actuar que no reveló todos los antecedentes que tenía en consideración cuando presentó su informe de autoevaluación», dijo Muga.

Según una investigación de Ciper que ahonda la trama financiera detrás de la fusión, la Ucinf tuvo irregulares movimientos antes de unirse a la UGM ya que, luego de arrastrar una deuda millonaria con la empresa Proyectos SC S.A. -según consta en un informe de Feller Rate-, llegó a recibir milagrosas inyecciones de dinero, de origen sin explicar, antes de la fusión.

Cuando Ciper fue a hablar con Baertl, fue como si él repitiera las palabras que pronunciaron años antes al ser consultados de cómo se hicieron con la UGM, ya que dijo que no había ningún pago de por medio en la fusión con la Ucinf.

El Mineduc aún no tiene las cifras oficiales de cuánto aumentaron las matrículas de la Universidad Gabriela Mistral en 2017, pero los directivos esperaban que los 927 estudiantes de pregado que tuvieron en 2016 se cuadriplicaran con la fusión y la acreditación.

En un esperanzador panorama económico, el Sodalicio ya hizo una nueva inversión de más de cuatro mil millones de pesos para adquirir un terreno propio para la universidad en El Salto. El proyecto, ya aprobado por la Dirección de obras Municipales de Huechuraba, fue hecho a través de cCe Arquitectos Limitada por Cristóbal Correa Ehlers, hermano del sacerdote sodálite Sebastián y de Carlos, abogado hoy miembro del directorio. Iniciarían las obras este mes.

*Parte del reporteo de para este artículo fue originalmente hecho para el diplomado de Periodismo de Investigación de la Universidad de Chile, dirigido por la profesora María Olivia Mönckeberg.

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