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Opinión

A ti siempre te gustaron las niñas o epifanía juvenil de un álbum sexual/afectivo a contrapelo

Por: Juan Pablo Sutherland | Publicado: 24.04.2017
Esta nueva novela de Francisco García Mendoza “A ti siempre te gustaron las niñas” Editorial Libros de Mentira (2017), es una novela que exhibe un paisaje escolar clase mediero que convoca esa moral tan chilena de las apariencias disfrazadas de protocolos, comportamientos frágiles, maquillajes sociales y confesiones representadas para fijar un álbum familiar del país, a estas alturas rosario creciente de una cultura chilena adicta de cierto sentido común conservador.

“Hasta que yo muera existirán esos momentos, momentos que parecen brotar del suelo, como las brujas de Macbeth, en los que aparecerá su cara, con todos sus cambios, en los que el timbre exacto de su voz y su manera de hablar estallarán en mis oídos, cuando recuerde su olor”

El cuarto de Giovani

James Baldwin

Un cuarteto de Alejandría adolescente (Nicolás, Cristian, Rodrigo y Andrés) es la polifonía de voces que pueblan esta nueva novela de Francisco García Mendoza “A ti siempre te gustaron las niñas” Editorial Libros de Mentira (2017), novela que exhibe un paisaje escolar clase mediero que convoca esa moral tan chilena de las apariencias disfrazadas de protocolos, comportamientos frágiles, maquillajes sociales y confesiones representadas para fijar un álbum familiar del país, a estas alturas rosario creciente de una cultura chilena adicta de cierto sentido común conservador.  En boca de uno de los personajes: “A los cuatro nos tienen identificados”, quizá sea la declaración-confesión que revela en algo el panóptico social que viven estos jóvenes que caen fuera de la normativa sexual, de la exigencia viril o masculina del liceo, de la escuela pública, del colegio religioso y “la familia chilena”. Como un manifiesto alejado de generaciones anteriores donde lo político configuraba el espacio, el discurso y la puesta en escena de las vidas, esta novela re-arma el paisaje de jóvenes que viven el detalle de sus vidas como una obscenidad permanente. Madres que vigilan hasta los bolsillos de los pantalones de sus hijos, profesores que vigilan hasta el hartazgo las señas de identidad sexual de sus alumnos y ellos mismos, ya habituados al panóptico diario, pagando la normalización de un tiempo banal, que curiosea sus intimidades para construir esa fantasía comunitaria de todos iguales. Los ochenta se ven lejanos, aunque existan señales como nombres de canciones, Estás llorando y no haces nada como anuncio de una epifanía retro que dibujan nuevas modalidades de ser jóvenes.

Francisco García Mendoza ha construido una novela que se aleja de aquella epicidad ochentera, lo que ha quedado es cierta opacidad, cierta espectralidad, cierta fijación por una cotidianeidad líquida, a lo Bauman, pero sobre todo, una construcción narrativa que juega con esa liquidez que marca el tiempo. Cruzando diferentes operaciones en el lenguaje coloquial juvenil las voces que aquí encontramos se conjugan en sintonía con la música, con el discurso fragmentario de un chat, con un diario de amor adolescente o un manifiesto marica que renueva las formas de pensar el cuerpo y la jerarquiza deseos, sensaciones y tics juveniles. García Mendoza ha optado por una sensibilidad generacional que exhibe la violencia de la normalización y por otra parte conjuga identidades que se esfuman de un megarrelato que todo lo domina. Más bien aquí las historias hilvanadas entre ellos cuentan cierta forma de amar, cierta forma de habitar en una cotidianeidad opaca que insiste en normalizarlos. La madre que le dice a su hijo que a ti siempre te gustaron las mujeres, título del libro que revela un pánico heterosexual por la diferencia.

Desde la perspectiva escritural o la artesanía de la escritura la novela trabaja sobre géneros menores, géneros bastardos o sucedáneos de los flujos comunicativos actuales,  leeremos cartas de amor o de la pulsión de existir en una sensibilidad que busca y no encuentra, el chat comparece como la nueva carretera juvenil de la comunicación, la brevedad, la síntesis, la abreviatura donde la sintaxis pareciera jugar a convocar gramáticas de vida que renuncian a lo grandilocuente y prefieren el fraseo fácil, la parodia adolescente y el amor precario o líquido que se desarma como el agua derramada al suelo. Manifiestos alejados del aura utópica, distantes de ese cielo rojo lemebeliano y su alita rota. Más bien aquí el sueño ya se rompió y solo se percibe lo más próximo y “real” que ese horizonte soñador de generaciones que no tenían nada, pero soñaban todo. Aquí el ánimo generacional es convivir con esa ansiedad permanente o ese entorno neoliberal de una banalidad que se rompe con resistencia a esa normalización.

La idea del amor

“Primer amor. Primer amor consumado. Primer amor consensuado. ¿Quién te llama? ¿A quién agregaste? ¿Quién es ese que te agregó? ¿Quién es ese a quien sigues? ¿A dónde vas después del colegio? ¿Por qué ayer llamé y no estabas? ¿Y si hacemos el trabajo juntos? ¿Y si me invitas a estudiar a tu casa? ¿Me bloqueaste acaso? ¿Por qué te escribo y no contestas? Andrés, te escribo y no contestas. Te escribo. No contestas.”

La idea del amor o de una subjetividad en proceso de constitución permanente se presenta es un amor adolescente cruzado por la insistencia y la fluidez de una comunicación infinita que tiene tope. Los personajes de esta novela juegan en la angustia del devenir tecnológico. Todo es ahora, todo requiere una respuesta inmediata, de alguna manera esa sobreexcitación por lo instantáneo vuelve frágil ese deseo, juego de chicos que se espejean en un permanente e incesante paisaje de citas, donde la materialidad es escasa, digo materialidad densificada por la experiencia.

La identidad

“CRIS/Algarrobo (Conectado) 165 cm. 70 kg. Pregúntame

PABLO/Algarrobo (Menos de 1 km.) 178 cm. 71 kg. Pasivo

Hola

Hola =) Cómo estás   Bien y tú Bien igual

De qué parte eres?   Algarrobo y tú

Stgo. pero estoy acá con unos amigos. Estamos cerca.

Mish

Qué buscai?

No sé po. Pasarla bn un rato, webeo

Buena Cómo eres?  Eres macho?

Macho?

See

Qué mierda es ser macho, weón?

??????    Estás? ??????

Alo? Hay alguien ahí?

?????? Conchetumare!

PABLO Algarrobo (Usuario BLOQUEADO)”

Este fragmento da cuenta de cierta idea que marca una post-identidad o que se resiste a caer en los estereotipos, es decir, internet o el chat de citas gays aparece con una serie de codificaciones que cosifican al otro, es decir que lo dejan anclado en un lugar identitario o con un rol posible. Por lo mismo no es menor que grindr (el paraíso gay por excelencia) el chat indique lo que debes marcar: tú rol, gustos, tu seropositividad, tu seronegatividad etc., es decir un cuestionario al que se somete el usuario de la aplicación. En el caso de estos personajes, hay resistencia a la normalización hegemónica y también a la identitaria entre pares, operación que los personajes de esta novela a veces quieren diluir.

Búsqueda de la caligrafía

Quizá un síntoma del tiempo sea el panóptico cotidiano al que son sometidos los personajes de esta novela. García Mendoza ha puesto el ojo en las gramáticas de opresión cotidiana, dos poderes, dos saberes que se conjugan en el control de la sexualidad en emergencia. Un profesor de religión y una profesora de psicología son los encargados para abrir las operaciones para descubrir la caligrafía de las cartas que lanza uno de los personajes. Caligrafía que juega a exhibirse y a develar la operación de persecución. En ese marco la caligrafía funciona como un señuelo de perturbación que no puede ser descifrado.

Por otra parte, la sexualidad se presenta no tanto como una utopía posible de vivir, sino más bien como una aventura que presenta cierta exigencia o dificultad, la relación de Nicolás con amantes adultos que se obsesionan de “pendejitos”, da cuenta de un paisaje donde el sexo no se ve placentero sino como transgresión, hay cierta tipología de personajes patetizados por su deseo adolescente, quizás esto revela una relación contradictoria entre deseo y distancia generacional. El sexo se asume como perturbación y desde la perspectiva generacional los pares se presentan en un devenir sexual afectivo que viven fugazmente sus tormentas afectivas y el abismo con el entorno adulto.

Un profesor de religión animalizado que se pasea como un cerdo en voces de sus alumnos, ocupa el lugar del vigilante sexual que perturbará con su olfato inquisidor ese paisaje adolescente en transformación, madres angustiadas por las señales no normativas de sus hijos asumiendo el pánico y repitiendo un mantra heterosexual que da el título a la novela: “a ti siempre te gustaron las niñas”.  Una historia construida desde la frescura y el arrebato juvenil, desde los deseos “aberrantes iniciales”, el chat como el nuevo oráculo virtual del flujo comunicativo entre ellos, el odio a las clases de educación física, arquetipo marica de un malestar corporal; son algunas de imágenes o cuadros que pueblan este texto. García Mendoza, deja a los personajes delirar, equivocarse, odiar deseando, buscando aquella utopía afectuosa-grupal-corporal que está diciendo algo de un tiempo, de una época. Estructurada como caleidoscopio, el fraseo, la escritura coloquial, el fluir interno, la carta escolar, las letras de canciones, los manifiestos intercalados, configuran un texto conmovedor, lucido, donde cada voz recibe el espejeo del otro como huella corporal de un discurso amoroso. Más allá de novela gay, este texto re-constituye un vértice donde la sexualidad y las subjetividades juveniles arman un nuevo mapa y deslizan nuevas formas de vivir en una sociedad normativa. García Mendoza esboza un pequeño álbum afectuoso-amoroso que derriba el antiguo encuadre para solo exhibir una epifanía juvenil perturbadora y deseante.

Juan Pablo Sutherland