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El Partido Socialista de Chile ya no existe

Por: Pedro Santander | Publicado: 17.05.2017
El Partido Socialista de Chile ya no existe allende |
La cúpula de los socialistas chilenos duerme con la clase dominante y no quiere, como algún ingenuo aún pudiera creer, combatirla. Esa cúpula PS no busca el poder del Estado para alcanzar la conciencia de los explotados y mejorar el lugar de ellos en el mundo, no le interesa la batalla social, sino consolidar la restauración capitalista iniciada en 1973.

Podemos distinguir cuatro fechas clave en lo que fue la corta, aunque intensa existencia del Partido Socialista de Chile. La primera es la que le da origen: 19 de abril de 1933. Ese día en calle Serrano, número 150 de Santiago, se fundó el Partido. Durante esa jornada se dio un extenso e intenso debate entre militantes de cinco formaciones distintas (Nueva Acción Pública, Acción Revolucionaria Socialista, Orden Socialista, Partido Socialista Marxista y Partido Socialista Unificado). A las dos de la madrugada, según consta en el acta fundacional, “la asamblea, convertida en una grandiosa Convención por la gravedad de los momentos que se vive, resuelve, después de un largo debate, llamar a la nueva entidad que nace: PARTIDO SOCIALISTA.”

En la ocasión Eugenio Matte declaró formalmente constituido el Partido y Marmaduke Grove, quien un año antes había encabezado la corta -pero histórica- República Socialista de los Doce Días, “exhorta a todos los camaradas presentes a luchar con fe inquebrantable por el triunfo de la causa socialista”. Ese triunfo y esa lucha culminan, sin duda, con la elección de Allende como presidente en 1970. Son años en que fundamentos revolucionarios y un horizonte de época socialista y anticapitalista guían la acción política. Es decir, la toma del poder del Estado está orientada por principios.

La segunda fecha clave es el 11 de septiembre de 1973. Ese día, el Partido Socialista dejó solo a Allende y junto con su muerte comienza la agonía del Partido. A las 9 am el alto dirigente del PS, Hernán del Canto, se reunió con Allende en La Moneda y le dijo: «Presidente, vengo de parte de la dirección del Partido a preguntarle qué hacemos, dónde quiere que estemos».

La respuesta de Allende fue cortante: «Yo sé cuál es mi lugar y lo que tengo que hacer. Nunca antes me han pedido mi opinión. ¿Por qué me la piden ahora? Ustedes que tanto han alardeado, deben saber lo que tienen que hacer. Yo he sabido desde el comienzo cuál era mi deber». En cambio,  el presidente mandó un recado al Secretario General del MIR, Miguel Henríquez: «Ahora es tu turno, Miguel». Luego de esto, fusil en mano, combatió junto al los hombres del GAP y dieciocho funcionarios de Investigaciones hasta su muerte. Salvo honrosas y heroicas excepciones como la de Arnoldo Camú, miembro de la Comisión Política, el PS no presentó combate.

La tercera fecha clave es la del 27 de diciembre de 1989, ese día el PS – dividido profundamente desde el Pleno de Argel en 1979- vuelve a unirse. Esa unión, protagonizada fundamentalmente por el PS-Núñez y el PS-Almeyda, implicó la aceptación de la salida institucional diseñada por la dictadura y, sobre todo, la renuncia a la lucha por el socialismo como horizonte utópico y modelo de sociedad. Lo que en ese momento se conocía en la jerga socialista como la “contradicción democracia – socialismo”, y que era doctrinariamente enunciada como la meta estratégica por la que había que luchar una vez superada la “contradicción dictadura-democracia”, simplemente desaparece de toda discusión y línea partidaria. Con ello comienza a desaparecer el carácter socialista, anti-imperialista y latinoamericanista que había caracterizado a ese partido. Los reemplaza la llamada “renovación socialista” como nuevo referente doctrinario, y, a la vez,  la adhesión al neoliberalismo como ideología de poder y como modelo de desarrollo al cual adherir.

A partir de ese momento, el PS de Chile opta por no cuestionar e incluso por profundizar un rasgo que es predominante e inherente al capitalismo: la excusión social que divide a las personas en virtud de la riqueza y de la propiedad y que excluye a “los no rentables”. Eso explica que con tres presidentes socialistas desde 1990, Chile se haya convertido en uno de los países más desiguales del mundo, y que militantes PS sean multimillonarios, integren directorios de AFP, de eléctricas, de bancos y sean amados por los empresarios.

La última fecha es la de la muerte definitiva del PS, 10 de mayo de 2017. Ese día Mega develó lo que, en realidad, ya todos sabían: la cúpula de los socialistas chilenos duerme con la clase dominante y no quiere, como algún ingenuo aún pudiera creer, combatirla. Esa cúpula PS no busca el poder del Estado para alcanzar la conciencia de los explotados y mejorar el lugar de ellos en el mundo, no le interesa la batalla social, sino consolidar la restauración capitalista iniciada en 1973.

Es cosa de leer su declaración pública ante el escándalo. Pareciera uno estar leyendo a Piñera dando explicaciones por su fortuna y conflictos de interés: el mismo estilo impersonal y ahistórico, el mismo léxico, idénticos tecnicismos y,  por supuesto, la misma ausencia de principios políticos en la declaración. Se habla de “Gestión financiera, transparencia autorregulada, gestión de fondos, administrador financiero externo, instrumentos de renta fija, mandato especial de administración de valores”.

El lenguaje, como dice Freud, a menudo devela el inconsciente. Y así, hoy leemos y vemos a un Partido Socialista que no sólo es amado por los empresarios, sino que también ama a los empresarios y su dialéctica de la ganancia a tal punto que si a las grandes empresas les va bien en el mercado, al PS le va bien. Se creó así un Partido Socialista que ama la lógica del capital por sobre la del trabajo, es decir, un Partido Socialista que no es socialista, y que, por lo tanto, ya no existe.

Pedro Santander