Avisos Legales
Opinión

Vida, valores y la libertad de decidir

Por: Catalina Baeza | Publicado: 21.07.2017
Vida, valores y la libertad de decidir apoyo tres causales | Agencia UNO
Cuando un legislador considera, como afirmó Alberto Espina, que hay un tipo de “violación común y corriente” nos muestra que la cultura de la violación es pan de cada día entre nuestros parlamentarios y, siendo así, nos continuarán violando y asesinando.

Vergüenza es la emoción con la que me identifico después de haber escuchado a algunos parlamentarios y parlamentarias de nuestro país legislando contra el derecho mínimo de una mujer o una niña decidir libremente sobre su vida en tres causales.

Vergüenza por haber sido humillada como mujer, por imaginar que niñas los podrían estar escuchando, por el maltrato y la indignación que me provoca la certeza de que aún en Chile, en 2017, hay personas que piensan que las mujeres y niñas somos objetos, como afirma el parlamentario Ulloa. Para él, la mujer no es dueña de su cuerpo «sino una mera administradora o tenedora. Objetos sin derecho a decidir y condenadas por hacerlo, como afirmó el senador Coloma cuando se refirió a la prisión de mujeres que optaron por interrumpir su embarazo: bien presas están”.

Vergüenza por la violencia de las declaraciones contra niñas violadas, porque dudan de su palabra. Violencia reflejada en afirmaciones decoradas de moral y preocupación.

Vergüenza y miedo porque me doy cuenta que nuestras vidas dependen de legisladores que, al no sentir vergüenza, nos violentan, humillan y nos quieren presas.  Presas a sus religiones, presas a sus convicciones, presas y sometidas a lo que estos legisladores imaginan que es mejor para nosotras.

Cuando un legislador considera, como afirmó Alberto Espina, que hay un tipo de violación común y corrientenos muestra que la cultura de la violación es pan de cada día entre nuestros parlamentarios y, siendo así, nos continuarán violando y asesinando. Para algunos diputados y senadores, hablando con la biblia en sus manos, la vida de mujeres y niñas pierde valor cuando se trata de legislar sobre nuestro derecho a decidir.

La vida de mujeres que sufrieron por haber sido obligadas a parir, incluso cuando su vida estaba en riesgo o cuando su embarazo era inviable, no fueron consideradas por estos legisladores. Una vez más la vida de las mujeres no es considerada digna de ser vivida libre y conscientemente.

Nos hablaron de vida, de proteger la vida, cuando en realidad no les interesa. La vida humana no es un momento estable y sí un largo proceso continuo de relaciones, cambios e interacciones con otros. Solo existe en el vivir cómo y entre humanos. Pero para algunos parlamentarios, esta vida vale menos que la que dicen defender, llegando al punto de considerar que un violador es un progenitor» con derechos sobre la vida de su víctima.

Ninguno de nosotros tiene el derecho de quitarle la vida a otro y yo no tengo el derecho de quitarle la vida a un niño que está en gestación por el hecho de que un violador abusó de una mujer”, dijo Andrés Zaldívar, olvidando que obligar a una niña a parir a los 11 años el producto de su violación es quitarle la vida. Es matarla, aunque continúe viva. Obligarla a parir es torturarla en vida.

Vergüenza, rabia y miedo son las emociones que siento cuando pienso que mujeres y niñas vivas merecen morir porque legisladores insisten, basados en sus creencias, que no somos seres humanas legítimas con derecho a continuar este largo proceso de cambios que es vivir.

Felizmente también votaron legisladores que comprendieron que la vida es más que un corazón latiendo, es más que órganos funcionando o algunos escasos momentos respirando.  Comprendieron que la vida de mujeres y niñas merece ser vivida con la dignidad que implica poder decidir sobre sus vidas. Estos legisladores y legisladoras votaron a favor de la vida y a favor de la libertad de decidir.

La libertad de decidir sobre nuestro cuerpo es un valor tan grande como la propia vida y, a pesar de que este valor no existe sin vida, el tener derecho a la libertad de decidir siendo humilladas y violentadas, tampoco es vida.

Catalina Baeza