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Opinión

José Antonio Kast tiene razón cuando llama a no politizar la política

Por: Alicia Gariazzo | Publicado: 24.08.2017
José Antonio Kast tiene razón cuando llama a no politizar la política politica | Foto: Agencia Uno
Para llegar a candidatos deben lograr ser digitados por los dueños de los partidos políticos y en eso ayuda el apellido y la pertenencia a las elites. Los advenedizos lo logran incorporándose a las redes de operadores de los Nuevos Líderes. Estos, desde cargos públicos, invierten los recursos fiscales en una estrategia comunicacional permanente, tanto para los líderes como para sí mismos con el fin de lograr la perpetuidad en las cúpulas.

José Antonio Kast tiene mucha razón cuando llama a no politizar la política, ya que, en verdad, la política es una técnica. La política es el vicio de la clase política, su forma de adicción a la adrenalina, su mayor entretención y su fuente de ingresos. Ese conjunto ideal no se encuentra en todas las actividades de la vida. La política ya no consiste en dedicarse oscura, paciente y pobremente a una causa, como Marcelo Mastroianni en Gli Compagni. No, para hacer política se debe ingresar a la clase política y para ello se debe estar en el Gobierno o en el Parlamento. Los que no lo logran “se van para la casa”, porque ya no tiene gracia hacer política en sindicatos, universidades, organizaciones sociales o barrios.

Para entrar a la clase política hay manuales de fácil lectura. Eso es lo más importante, que sean de fácil lectura para no agotar a nuestros nuevos líderes. Así podremos contar en el Parlamento con ex locutoras de farándula o actrices. Es raro que la Señora Bolocco, cuando no logró ser Primera Dama argentina ni disfrazándose de Evita, no haya ingresado directamente a Senadora por su experiencia.

El Manual nos enseña que en primer lugar el candidato a Nuevo Líder debe contar con plata. Debe tener un diseñador personal y, por ningún motivo, puede ser gordo. La gordura es la peor lacra para nuestra clase política y los cirujanos plásticos ya no dan abasto con los pacientes con vocación de servicio público. Se ponen ozono por el recto también. Cuando no lo logran, deben instruir que los pinten en las gigantografías finos, sonrosados y con 20 años menos, sin una mínima arruga. Les reflejan en el rostro el alma inmaculada y sin preocupaciones. Hay que contratar asesores de publicidad que los maquillen como travestis para los debates y que les expliquen cómo manejarse. Póngase solo del lado derecho que es su mejor lado, no hable de impuestos, sonría con el ojo izquierdo guiñado y lo que vende es hablar de la delincuencia. Así de paso se pone a la lata con los Edwards y la Fundación Paz Ciudadana. Por ningún motivo critique a los auspiciadores de su campaña. Los espectadores, que han esperado con ansias el debate, porque aún confían en que todo no está perdido, quedan perplejos ante tamaños engendros, solo aventajados por algunos de los llamados periodistas políticos, como Villegas, Melnick y otros similares.

Para llegar a candidatos deben lograr ser digitados por los dueños de los partidos políticos y en eso ayuda el apellido y la pertenencia a las elites. Los advenedizos lo logran incorporándose a las redes de operadores de los Nuevos Líderes. Estos, desde cargos públicos, invierten los recursos fiscales en una estrategia comunicacional permanente, tanto para los líderes como para sí mismos con el fin de lograr la perpetuidad en las cúpulas. La externalización de estudios a consultoras fantasmas es la gran herramienta de triangulación, que les permitirá armarse de un capital, pagar favores, o dar una buena vida a los adeptos más cercanos y obsecuentes. La inversión en imagen es cara.

Es necesario recrear un lenguaje que los periodistas de televisión se encargarán de reproducir. Hay que hacer “gestos”, enviarse “señales” y pensar en todas las “aristas” para lanzar en forma inteligente la frase que le dirá a un periodista para sacar otra del oponente. Al igual que las modelos y sus novios, no importa lo que se diga, la cuestión es aparecer.

La cultura y el conocimiento no son patrimonio de gran parte de los Nuevos Líderes. Algunos jamás han leído un libro, salvo un best seller en vacaciones, pero pese a ello se les ubica en cargos vitales para el manejo del país. Pueden ocupar cualquier cargo, independientemente del título o del área de especialidad. Se supone que en cualquier lugar pueden hacerlo bien, ya que el contenido básico que se les exige es su lealtad al régimen, su habilidad para la recolección y su capacidad “política”, que es como la fuerza madre de todo conocimiento y que se ejerce con la técnica previamente descrita.

Por lo tanto, deben ser muy solidarios a nivel de cúpula y jactarse de la rectitud de sus acciones, especialmente de las del Gobierno de turno. “Cuando se comete un error, se reconoce el error, y se sanciona el error”. Pero, si lo comete un pelao se le despide de inmediato, si lo comete un ministro se le envía de Embajador a Suecia.

Los parlamentarios deben dedicar la mayor parte de su tiempo al lobby y las comunicaciones. El celular es básico. Por ello deben correr de un lado a otro pudiendo permanecer el mínimo de tiempo en el Congreso y poco tiempo sentados en los lugares donde confeccionan las leyes que rigen nuestros destinos.

Los políticos abnegados y que entregan su vida al servicio de los demás, es decir los Antiguos Líderes que han pasado colados y que tienen el mérito de seguir como Marcelo en Gli Compagni, se diluyen en la avalancha de los Nuevos Líderes, porque se niegan a aplicar los nuevos manuales. A veces los ciudadanos los comprenden.

Los Nuevos Líderes de todos los partidos políticos tienen diferencias muy sutiles, pero deben especialmente coincidir en que hay que defender a muerte: el superávit estructural que se mantiene en los fondos soberanos que pierden plata a diario en las finanzas internacionales, el buen trato a los empresarios, sobre todo a las ocho familias que se encuentran entre las más ricas del mundo, los equilibrios macroeconómicos y la extracción de los recursos naturales para aumentar las ganancias de las grandes empresas trasnacionales. No pueden preocuparse del rol que jugará el litio pronto en el mundo con los vehículos eléctricos para que no recordemos que lo regalaron a Ponce Lerou. quien se esmeró en financiar campañas, también en agradecimiento por haberlo hecho rico durante la dictadura con las privatizaciones y los entuertos de Corfo.

Deben, por lo tanto, y para ello han establecido un “consenso transversal”, asegurar que los empresarios sean bien tratados para que inviertan y creen empleo. Ignoran que la mayor parte de las inversiones actuales, se llevan a cabo justamente para disminuir fuentes de trabajo.

Así, mientras la furia extractiva avanza y en su avalancha va dejando un borde de tierra sin vegetación, mostrándonos que no se necesitaba una guerra nuclear para obtener dichos resultados, los Nuevos Líderes toman decisiones que comprometen el futuro de la ciudadanía, aceptando la contaminación de las celulosas, la lixiviación de oro mediante cianuro, el traslado de glaciares.

Ningún Nuevo Líder debe preocuparse por los niños enfermos por la basura tóxica en Arica, las madres que abandonan en basureros o matan a sus hijos, el abandono de más de 60 niños al año, la elusión de impuestos, la inundación de cementerios indígenas, los niños menores de 14 años infectados con SIDA por la prostitución, los niveles de depresión de los chilenos, el suicidio adolescente, el desamparo de los viejos, el maltrato de niños vulnerables en el SENAME. Sólo se deben preocupar de la delincuencia.

Aunque hay que reconocer que los Nuevos Líderes más letrados ahora hablan de las desigualdades, porque el FMI, el BID y el Banco Mundial lo han destacado y la OCDE que fue, por un tiempo, el objetivo de sus vidas. Chile desarrollado y miembro de la OCDE.

Los que no leemos estos manuales estamos out. La política es cada vez más la entretención de unos pocos.

Es por esto que la única alternativa para compensar la estructura férrea a la que lleva la técnica política, es impulsar y desarrollar nuevas formas de organización a nivel local: especialmente en el barrio, dado que la precariedad laboral y la destrucción del movimiento sindical han atado de manos a los trabajadores en sus lugares de trabajo. Estimular en los barrios la solidaridad y generosidad, el trabajo voluntario para que los pobladores puedan ayudarse entre sí.

No debemos olvidar que, si no nos defendemos nosotros y no nos organizamos para hacerlo, nadie lo va a hacer y los períodos eleccionarios son útiles como instancias de unión entre los vecinos, donde debemos privilegiar los intereses comunitarios y aunar esfuerzos para exigir su resolución o resolverlos nosotros mismos. Lo importante es no perder las esperanzas y llamar a las cosas por su nombre.

Alicia Gariazzo