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Crónica de un Trawün, la asamblea donde se debate el presente y futuro del pueblo mapuche

Por: Javier Pineda Olcay | Publicado: 29.09.2017
Crónica de un Trawün, la asamblea donde se debate el presente y futuro del pueblo mapuche trawun3 |
Ante el impresionante Valle del Río Queuco y la mirada de la cordillera de Los Andes, cerca de 70 personas provenientes de todo el Wallmapu se reunieron en el territorio recuperado de Los Chenques, debatiendo sobre la huelga de hambre del «caso Iglesias» y la detención de Héctor Llaitul y otros comuneros. El cronista Javier Pineda pudo estar presente en ese espacio y relata en este texto el espíritu indomable de un pueblo que no se rendirá jamás.

A las 6 de la mañana llegamos a Santa Bárbara, el pueblo más cercano a Alto Bío Bío. El frío calaba en los huesos, pero estábamos más cerca de Ralco, la puerta de acceso a todas las comunidades mapuches-pehuenches que se encuentran en el Valle del Río Queuco, afluente del Río Bío Bío que nace en la Cordillera de Los Andes, en las cercanías del Volcán Copahue.

A las 8:15 am ya nos encontrábamos en el comienzo del camino a las comunidades mapuche-pehuenches de Alto Bío Bío. El bus pasa sólo una vez al día, durante la tarde. La única forma de llegar era haciendo dedo o caminar durante 4 horas. Finalmente, una camioneta manejada por una pareja de ancianos nos llevó hasta el territorio recuperado de Los Chenques, ubicado en la comunidad mapuche-pehuenche de Cauñicú. Eran las 10:00 am.

Este territorio mapuche-pehuenche es parte de la comuna de Alto Bio Bío, creada el año 2003 como forma de contener el conflicto producido por la construcción de la Central Hidroeléctrica de Ralco. El municipio se quedó en Ralco, desde donde el Estado extendió su brazo policial para responder a la rebelión que se gestaba en las comunidades del Queuco, quienes prácticamente habían sido inexistentes para el mismo Estado de Chile hasta los años ’70. Un chachay nos contaría más tarde que ese camino que tomamos para llegar a las comunidades, que hoy conecta con Argentina, comenzó a ser construido en el gobierno de la Unidad Popular, sobre la huella de los caballos que ocupaban dicha ruta hace centenares de años. Después, fue utilizado por los colonos llevados por la dictadura para extraer los recursos forestales de la zona.

El camino desde Ralco al territorio recuperado de Los Chenques es de ripio. Desde los primeros metros comienza a aparecer la majestuosidad del valle del Queuco, que se refleja en la inmensidad de las montañas de Pitril, donde aún hay huellas del frío invierno que recién pasó y dejó sus cumbres nevadas. Innumerables árboles nativos saltan a la vista, contrastando con los sectores que han sido deforestados, donde aparecen eucaliptos que desarmonizan el paisaje del valle.

El camino bordea el Río Queuco, atravesando la comunidad de Pitril, para luego llegar al territorio de Los Chenques, que es parte de la comunidad de Cauñicú. Más arriba sigue hacia las comunidades de Malla Malla, Trapa Trapa y Butalelbún.

Todas las vías al territorio de Los Chenques han sido cortadas. Para llegar, hay que cruzar el Queuco. Para hacerlo, existe un solo paso a través de una balsa que se mueve con la fuerza del río y la fuerza humana a través de poleas. Esta vez, el clima y el nivel del río permitirían que incluso pasaran camionetas hacia el otro lado, lo cual requería de fuerza y audacia para no hundirse con balsa y todo en el intento.

Los Chenques es un territorio que fue recuperado el 27 de febrero del año 2016 por un grupo de familias de la comunidad de Cauñicú con el apoyo de la comunidad de Malla Malla, cuyo longko es Segundo Suárez. La falta de territorio y la convicción de tomar lo que les pertenecía motivó a 10 familias para que se instalaran en el denominado Fundo Los Chenques, que estaba en manos del empresario español Pedro Esquerré, quien había inscrito ilegalmente dicho territorio debido a una cesión que obtuvo en tiempos de dictadura. Las familias Huenupe, Huenteao, Pavián, Maripil, Milla y Catrileo desafiaron al latifundista jurídicamente, invocando el Título de Merced que fue otorgado al longko Anselmo Pavián, lo cual hace dueño de ese territorio a la comunidad de Cauñicú y no al empresario español, quien pretendía construir centrales de paso y explotar la madera del Valle del Queuco.

Antes de comenzar el trawün -asamblea-, realizamos un llellipun –rogativa mapuche– frente al rehue -altar sagrado- de la comunidad, mirando al sol que se imponía a las 11 de la mañana por sobre las montañas de la Cordillera de Los Andes. Agradecimos por la vida y pedimos a Chau Ngünechen bienestar para la comunidad. Antes de empezar esta ceremonia llegaron los peñis y lagmienes provenientes de las Comunidades Mapuche en Resistencia de Malleko, encabezados por el longko de Temucuicui Víctor Queipul. Acudieron al llamado realizado por sus hermanos de Alto Bío Bío y su llegada evocaba tiempos ancestrales, cuando las comunidades mapuche se visitaban entre sí. El newen que traían irradiaba todo el territorio en el cual realizamos la rogativa.

Terminado el llellipun nos sentamos más de 70 personas a la sombra de un roble para comenzar el nütran trawün, espacio de aprendizaje, diálogo y reflexión, convocado desde tiempos ancestrales para discutir sobre temas importantes de las comunidades. Esta vez, la convocatoria al trawün fue para discutir dos temas de gran relevancia: la huelga de hambre de los presos políticos mapuches que para ese entonces ya superaba los 110 días y las experiencias de recuperación territorial para consolidar el proceso que se está llevando a cabo en Los Chenques.

Las primeras palabras fueron de bienvenida por parte de los werkenes de Los Chenques, tanto en mapudungun como en huinkadungun. Manifestaron su satisfacción por el alto nivel de la convocatoria, contando con visitas de todo el Wallmapu. Luego, el werken de Los Chenques, Nelson Maripil, nos contó la historia de esta recuperación territorial. El trawün tenía por objetivo romper el cerco informativo que afecta a las comunidades mapuche en resistencia; coordinar actividades de solidaridad con los peñis en huelga de hambre y compartir experiencias en recuperación de territorios por comunidades mapuche.

Mientras fluían las palabras también lo hacían los vasos de agua con trigo. A los minutos, se instalaba la mesa con alimentos traídos por los visitantes y los aportados por la comunidad anfitriona: Sopaipillas, pan amasado, pebre con merkén, carne, trigo mote con azúcar. Intervenían mapuches y huinkas. La papay Teresa contaba en mapudungun cómo le habían impuesto un nombre huinka, pero no sólo un nombre, sino toda una cultura y que la tarea de ahora era recuperar su identidad mapuche.

Lo mismo haría un chachay, quien a sus más de 70 años, con emoción en sus palabras, nos decía que ésta era una experiencia única para él, que al fin sentían que no estaban solos. La palabra de los chachay y de las papay son importantes para los mapuche, pues son la voz de los aprendizajes históricos y de la experiencia de todo un pueblo.

Luego vendría la intervención del Longko de la Comunidad Autónoma de Temucuicui, Víctor Queipul, quien transmitió su sabiduría y experiencia a los asistentes al trawün. Contó que el trawün es el espacio por excelencia para el diálogo del pueblo mapuche, pues se puede conversar, sin límites de tiempo y mirándose las caras, tal como lo hacían los viejos mapuche, quienes caminaban días y días para visitarse y conversar, cuestión que ahora es mucho más fácil, pero que se hace con menos frecuencia.

Destaca que decidieron venir como Comunidades Mapuche en Resistencia de Malleko y no solo como Comunidad de Temucuicui, por lo cual habían werkenes de más de 5 comunidades. Nos contaron de su trawün en diciembre de 2015, donde diversas comunidades de todo el Wallmapu se reunieron durante 4 días en las orillas del río Malleko para tomar acuerdos que se materializaron en el Pacto de Chiwaiwe.

Entre estos acuerdos, decidieron que no participarían más en la institucionalidad chilena, pues esto solo se ha traducido, una y otra vez, en derrotas. Saben que el Estado no solucionará nada y sólo responderá con represión. Y saben que la única forma de recuperar su territorio es a través de la fuerza mapuche. Esto es lo que les ha permitido ejercer control territorial con sus comunidades. El llamado, entonces, es a organizarse, pero no de cualquier forma, sino que organizarse como mapuches, como sus antepasados lo hacían. Esto significa una recuperación de su identidad mapuche, de su pensamiento mapuche. Los hombres deben volver a vestirse con el makuñ y trarilongko y volver a usar el wiño. Las mujeres deben volver a usar su küpam, su trapelakucha, su kelkantun.

El otro resultado del trawün en Malleko fue la decisión de solidarizar activamente entre las comunidades mapuche. Donde haya un mapuche dispuesto a recuperar la tierra hay que apoyar, en cualquier confín, cerca del mar, en los valles o en la montaña. Por eso, por primera vez, se encuentran visitando las comunidades de Alto Bío Bío.

Pasaron las horas volando. Llega la hora de almuerzo. Sopa con papas y carne. Ensaladas de lechuga y repollo. Vamos desocupando rápido los platos para que todos podamos comer. Un grupo se anima para jugar al palín, juego ancestral mapuche. Sin embargo, las voces de los mayores se hacen escuchar. Si bien el palín es una tradición importante para el mapuche, estamos en una situación excepcional. Hay muchos temas relevantes para discutir y el tiempo, a pesar de ser de dos días, se torna breve. Se privilegia la discusión sobre los presos políticos mapuche y las estrategias de recuperación territorial.

Los peñis y lamgenes nos cuentan sobre la huelga de hambre del longko Alfredo Tralcal y los hermanos Ariel, Benito y Pablo Trangol Galindo, la cual llevaba 110 días para ese entonces. Su estado de salud es delicado y la vida de ellos está en peligro. Se trata de una decisión que sólo lleva a dos resultados: triunfo o derrota. Se plantea la necesidad de solidarizar activamente con los peñis y no sólo a través de redes sociales. Se responsabiliza directamente al Estado y al Gobierno de Michelle Bachelet, pues de no haberse querellado bajo la Ley Antiterrorista los cuatro peñis estarían libres. La única prueba que los relaciona con los hechos –quema de una Iglesia en el sector de Niágara, Padre Las Casas– son los testigos secretos. A ellos los detuvieron cerca de sus casas, a 10 kilómetros del lugar, dos horas después del incendio. De no haberse aplicado la Ley Antiterrorista, el «caso Iglesias» no hubiera ni nacido. Llevan más de un año y tres meses en prisión preventiva, por lo cual la única medida de presión para luchar era la huelga de hambre.

Esta discusión inevitablemente nos llevó al debate sobre la criminalización del mapuche y la prisión política, como parte de la guerra de baja intensidad que lleva el Estado de Chile en contra del pueblo mapuche. El Estado dejó de tratar al mapuche como flojo y borracho, para pasar a tratarlo como un terrorista. Se fueron haciendo preguntas sobre cómo enfrentar la criminalización, lo cual fue respondido tanto por los peñis y lamgenes que han sufrido la prisión política, como también por los abogados y personas relacionadas con los Derechos Humanos que estábamos presente. El acuerdo fundamental fue que toda decisión jurídica debe estar subordinada a una estrategia política. El longko Queipul y su abogada nos contaban la forma en cómo enfrentan los juicios: defensa política-social, defensa cultural y, por último, la defensa jurídica.

En el mismo momento que discutíamos sobre esos temas nos enteramos que hace unos minutos había comenzado la denominada “Operación Huracán”, donde se llevaron presos a 8 peñis de distintas comunidades. Con tranquilidad, el longko nos decía que eran los costos de la lucha y que esto mostraba la desesperación del Estado y obligaba a tomar decisiones: las diferencias no pueden superar la necesidad de reconstruir la forma mapuche de organizarse para combatir al Estado.

El roble será testigo del memorable trawün. El longko, con convicción y seguridad, manifestaba la necesidad de seguir luchando y que no le tenía miedo a la prisión, a pesar de tener una orden de detención pendiente. Prefería que lo pillaran conversando con sus hermanos y hermanas de otras comunidades que acostado en su casa. El hecho de estar reunidos en aquel trawün valía mil veces el riesgo tomado.

Más tarde hubo palabras sobre los métodos para frenar la lucha mapuche. El Estado no sólo ha utilizado como método la criminalización. También han existido propuestas de soluciones “pacíficas”, estériles todas: un Ministerio de Asuntos Indígenas, que sería una Conadi más grande. Si antes el Gobierno llegaba a las comunidades con autos, ahora lo harían con camionetas. Más plata para más corrupción. Por otro lado, se propuso la creación de un Consejo de Pueblos Indígenas consultivo, que no puede decidir nada. Esto sólo servirá para una élite indígena que está acostumbrada a negociar con el Estado puras migajas. Esos que se acuerdan de que son mapuche solo para los we tripantu.

Entre mate y mate, no nos dimos cuenta cuando llegó la noche. Nuevamente apareció la comida. Se disuelve el trawün para dar lugar a pequeños grupos que conversamos alrededor de las tres fogatas, para amilanar el frío de la Cordillera que llego hasta los -2 grados Celsius esa noche.

La hospitalidad de la comunidad de Los Chenques no tiene límites. Pusieron a disposición todo lo que tenían. Como éramos varios, algunos durmieron dentro de las casas, otros en las cocinas. Frazadas y cueros de oveja no faltaron para pasar la fría noche. En el territorio recuperado aún no hay luz eléctrica, por lo cual la luna nueva y los celulares servían para iluminar las idas al baño y los lugares utilizados como dormitorios.

A las 7 de la mañana ya estábamos en pie. Seguían las conversaciones y el mate. Escuchábamos atentos las experiencias de lucha: mucho tiene por aprender la izquierda chilena del pueblo mapuche. Luego de desayunar, se inicia nuevamente el trawün. El werken realiza un resumen de la jornada anterior y nuevamente piden al longko que siga interviniendo. Podríamos estar semanas aprendiendo de sus experiencias y pensamiento político.

Reitera la necesidad de apoyar a los presos políticos en huelga de hambre y enfatiza en la importancia de la recuperación de territorios. Su comunidad decidió hace años que su lucha no era por un par de hectáreas, era por todo el territorio ancestral. Si hubiese sido por unas hectáreas, con 300 de ellas podrían haberse quedado tranquilos en sus casas. Sin embargo, hoy en base a la lucha ya llevan más de dos mil y siguen recuperando. También han apoyado a otras comunidades para que recuperen. En los últimos años han ido en aumento las recuperaciones territoriales, a pesar del cerco informativo. Esto le preocupa al Estado de Chile. Nos cuenta que aprendieron que para conseguir respeto tuvieron que hacerse respetar. Que en la prensa el Gobierno aparece como matón, pero que en la realidad están doblegados ante la acción de los mapuche.

La lucha por títulos merced se desbordó. Y quienes quieran recuperar territorios tienen que plantearse para qué quieren hacerlo. Porque si solo lo hacen para tener casas no vale la pena. La lucha tiene que ser por la autonomía y la autodeterminación política del pueblo mapuche.

Seguida de las palabras del longko vendrían las palabras de los werkenes, destacando las palabras de las lamgenes de Malleko, quienes posicionaron el rol de la mujer mapuche en la lucha por la recuperación de territorios. Reivindicaron a sus ancestras, quienes siempre han estado en la lucha. Esto provocó que las mujeres de Alto Bío Bío también contaran sus luchas. Una lamgen contó que, en las cercanías de Antuco, para cuando habían tomado presos a todos los hombres en dictadura, su madre armó un ejército de mujeres y niños para defender sus territorios e inclusive recuperar otros. La valentía no distingue género y sin mujeres no habrá liberación. Eso también fue un acuerdo del trawün.

Palabras de despedida y de agradecimiento. Varias cosas que sólo quedarán en nuestras retinas, en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos y otras tantas que quedaron en el tintero. Sin embargo, el retorno a casa no sería tranquilo. Bajamos en varias camionetas desde Los Chenques hasta Ralco, donde nos estarían esperando los Carabineros de Chile, quienes harían un “control de identidad” rutinario, portando fusiles de asalto y preocupándose de pedir sólo las cédulas de identidad de los peñis y lamgenes. Mientras controlaban nuestras camionetas y nos impedían el paso, dejaban pasar a otros vehículos que descendían desde el mismo camino por el que veníamos.

Luego de unos minutos dejaron que las camionetas siguieran su camino, para iniciar una persecución de película, portando armas y desplegando más de 10 efectivos y tres vehículos policiales. Al día siguiente nos enteraríamos que el Gobierno, a través de Carabineros, prefirió  allanar la casa del longko Víctor Queipul antes que detenerlo esa tarde, camino a su comunidad.

Lo valioso del trawün, además de toda la experiencia y aprendizaje de los kimche mapuche, fue entender que la represión es incapaz de hacerle frente al newen mapuche. Los mapuche están seguros que se vienen más conflictos. Se vendrá más represión, más montajes. La lucha se intensificará. Pero las comunidades mapuche se unirán. Como decía el longko, cuando el mapuche entiende que es mapuche no hay forma de frenarlos. Porque se puede detener a un dirigente, quizás a varios, pero no a un pueblo. A un pueblo con identidad no se le derrota. Y tal como sus ancestros, saben que vencerán. Más temprano que tarde vencerán.

Mil veces vencerán. Mil veces venceremos.

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