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Niles Atallah estrena en FICValdivia su película sobre el hombre que se declaró rey de Wallmapu

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 14.10.2017
Niles Atallah estrena en FICValdivia su película sobre el hombre que se declaró rey de Wallmapu 151-frame1_Rey-1998×999 |
Es una historia aún desconocida para muchos. Orllie-Antoine de Tonnens llegó a La Araucanía convencido de transformarse en su rey y ayudar a la lucha contra la conquista. En entrevista a fondo, el director chileno-estadounidense abordó el camino de su película, recién estrenada en FICValdivia.

El realizador chileno-norteamericano Niles Atallah estrenó «Rey» la noche del pasado viernes en el Festival Internacional de Cine de Valdivia. Se trata de su segundo largometraje, una impredecible película que relata la historia del abogado francés Orllie-Antoine de Tonnens, quien se autodenominaba Rey de La Araucanía y la Patagonia en 19860.

Sometiendo el celuloide a diversas técnicas de experimentación, el resultado de más de siete años de trabajo del cineasta y su productora Diluvio termina conmoviendo e impactando con su astucia. Se trata de una historia casi desconocida para la mayoría de las y los chilenos y la forma en que Atallah decide explorarla es bajo su convicción de no exponerla como una versión definitiva.

En entrevista con El Desconcierto, el director habló en extenso de su visión acerca de este misterioso personaje que estaba decidido a combatir a los conquistadores españoles y renegaba del dominio del Estado sobre Wallmapu. Además, comentó las dificultades que enfrentan los realizadores que han escogido el cine experimental, especialmente en un país como Chile.

En 2007 creaste la productora Diluvio y en 2010 se presenta Lucía, tu primera película. ¿Cómo fue el camino recorrido hasta Rey?

Empecé trabajando mucho antes de hacer la productora. Formé Diluvio con dos artistas de Santiago amigos, pero había trabajado aproximadamente 10 años solo, de una manera muy experimental, y trabajé constante filmando cosas en súper 8, videos, editando solo, pero no estudié cine y sentí que cada intento de hacer una película fracasaba. Sentí que fracasé constantemente a lo largo de 10 años de trabajo solo.

¿Por qué? ¿Qué pasó en años?

Porque es muy complejo el cine y muy complejo hacer una película. Y tampoco me interesaban muchos las convenciones cinematográficas. Soy de California y no me interesó moverme a tratar de hacer películas en Hollywood, por ejemplo. Quería realmente desarrollar un lenguaje propio en el cine y no sabía si eso era posible. Me interesó mucho generar una relación personal con el medio y ver qué tipo de historias surgirían de mí. Por eso me inspiró mucho la historia de Antoine, creo que él era una especie de soñador que trataba de hacer algo imposible y que iba a fracasar desde el inicio, pero siguió y estuvo totalmente dedicado a ese sueño. Empaticé harto con esa energía.

¿Cómo conoces esa historia y por qué te dan ganas de filmar esta película sobre Antoine?

Lo que me pasó es que primero empecé a leer la versión Wikipedia de Antoine y varios libros, cualquier libro que pudiera encontrar, libros con historias de la época y contexto. Ahí nació un largo proceso de investigación. Leí de manera totalmente personal y reaccioné. Quedé muy sorprendido de ver los vacíos históricos y la forma en que los historiadores generan vínculos entre un archivo y otro y llegan a conclusiones narrativas. Me parecían básicamente obras de ficción, en gran parte.

¿No encontraste más referencias en la historia oficial?

Es que sí, pero siento que es igualmente ficticio al final. La historia se construye de manera muy ficticia, hay una necesidad de construir un personaje coherente con una linea narrativa coherente y logica que se puede seguir. Es un trabajo bastante literario. Ahora, hay grandes diferencias entre la literatura y la historia, pero en realidad hay muchas similitudes. Me interesó eso, esta sensación que me iba sucediendo cuando empecé a escribir el guión, que era como sentirme arrinconado en la necesidad de definir un personaje coherente y definitivo. Una versión de la historia.

Y al parecer tenía muchas versiones…

En realidad yo no vi solo una versión posible. Sentí que iba a enfrentar la historia así, evidenciando el proceso de cómo se escribe la historia. Esto se vincula con nuestra memoria y forma de crear nuestra propia identidad. Lo más obvio es que no había versiones de la época mapuche. No sabemos lo que pensó Quilapán o los lonkos mapuche. Intenté averiguar y no funcionó. La mayoría de la evidencia surge de él mismo: lo que él dijo que hizo. Y lo que dijo que Quilapán dijo, eso no es una fuente fiel. El resto de la evidencia viene de los opresores, del coronel Saavedra y las autoridades chilenas que lo veían como enemigo.

La historia en gran parte se escribe de esa manera, Antoine no es un caso aislado de esto. Si uno pudiera llenar un edificio de archivos sobre alguien siento que eso no es nada en comparación a toda la vida de esa persona, de lo que hizo en privado, de los deseos que no cuenta a nadie. Nosotros somos desconocidos para nosotros mismos.

¿Cómo resolviste eso de no tener una versión acabada de este personaje?

Hice mi propio archivo, que la película fuera una posible dentro de  muchas películas. Propone varias lecturas y miradas, que nosotros mismos dudemos de lo que vemos. Propone algo como una posibilidad y después lo deconstruye, vemos que las cosas son castillos de arena que mientras se construyen, se caen. No somos capaces de construir nada sólido en la película. Mientras navegamos este territorio de archivos en descomposición, vemos cómo en vez de aprender más sobre él, se pone más hueco por dentro. Se deteriora hasta que el final no es nada, es una ilusión, es una máscara básicamente.

Eso es interesante porque este rey es un personaje desconocido. No es que todos sepan en Chile acerca de esta historia. 

Eso también me interesó mucho. Porque siento que era un terreno muy fértil de proponer formas de verlo porque me cansé y me agoté de las versiones que leí de él: de un loco, un excéntrico, romántico, visionario de su época, de un opresor… creo que posiblemente era todas esas cosas y más. Quería hacer una película en donde el personaje principal fuera en el fondo desconocido. Y donde el acto mío de enfrentar el personaje en la historia negara esa posibilidad de conocerlo. Es inevitable proponer una versión de alguna forma, pero lo que sucede es que mientras la propongo, se deteriora. La pregunta es: ¿Con qué quedamos? Yo no tengo una versión al final, tengo múltiples versiones.

¿No tienes una versión sobre cuál fue su trato con el pueblo mapuche, por ejemplo?

Yo siento que lo conozco menos que nunca. Después de 7 años de investigación, siento que tenía una mejor idea cuando sabía menos. Era más sólido el personaje, mientras menos conoces algo a fondo, más uno siente que lo domina. Mientras más lo conoces, más difuso, grande y expansivo se pone. Y te das cuenta que no es algo que puedas dominar. La película propone ese juego. Se llama Rey, se trata de un hombre europeo, nuevamente un  colonizador… y es un chiste en algún sentido. No es un chiste liviano, sino que en el sentido de que lo absurdo y lo racional están profundamente unidas de manera que nosotros fingimos que podemos separar. Separar lo absurdo con lo serio, cuando en realidad lo serio está comportándose generalmente de manera absurda. Las autoridades en la película son totalmente absurdas y kafkianos.

¿Cómo fue ese proceso de 7 años de investigación y qué impresión te dejó su presentación en el Festival de Rotterdam y el premio que ganó?

Fueron varios años de filmación. Empecé filmando archivos falsos de la película antes de rodar y escribí un guión. Comencé filmando con Rodrigo Lisboa, que es un amigo mío, acá en los bosques de Valdivia. Filmé material, enterré los celuloides en mi jardín, las desenterré, miré cómo se fue descomponiendo el celuloide y eso fue el proceso de guión, mientras investigué archivos en el cine, hablé con expertos o autodenominados expertos en el tema y finalmente rodamos la película, fue un proceso de dos años de postproducción.

Cuando la estrenamos en Rotterdam fue muy emotivo, impresionante la experiencia. Me sorprendió el premio, estoy agradecido del jurado y del festival por haber reconocido esta propuesta. Siento que con la forma de la película y el método narrativo que estoy probando, es una apuesta que juega con las convenciones cinematográficas y se burla un poco de ellas. La película se puede interpretar de muchas maneras, se puede malinterpretar también, siento que enfurece a algunas personas dentro del mundo del cine porque evita ser un genero. También se burla un poco del cine arte.

Uno podría pensar que viene de esa tendencia…

Si, uno podría decir que tiene tanto del cine B como del cine arte, tiene que ver con películas de Steven Spielberg y con métodos narrativos. Escribí un guión bastante literario para trabajarlo en un formato muy experimental, donde la idea era que estos mundos no tienen que permanecer separados, sino que están en un constante enfrentamiento en el mundo del cine, donde el polo experimental y el polo narrativo no pueden funcionar juntos. Las películas que más me han inspirado son las que juegan con estos dos polos. Son totalmente compatibles.

Cuando recibiste el Premio Especial del Jurado en Rotterdam, una de las cosas que dijiste fue que habías recibido muy poco apoyo en Chile para hacer la película. ¿A que apuntaba esa crítica?

Es un tema polémico y es difícil resumirlo. Nosotros recibimos apoyo en Chile de Corfo, ahora del fondo de distribución. Lo que no recibimos es el apoyo del Fondo de Producción audiovisual. Nunca nos dieron el dinero para filmar acá. Tuve dinero para escribir el guión, pero no para filmar. Esa fue una razón de por qué demoró tanto. Tuvimos que hacer una co-producción con cinco países y al final Chile no es la mayoritaria. En rigor, no es una película chilena a nivel de producción, porque fue financiado principalmente de Francia y el extranjero. En Chile no logramos recibir ese financiamiento, entonces eso fue muy decepcionante. No sé bien si es un tema político por la forma en que estamos enfrentando la historia chilena y lo arbitrario del dominio de la región de La Araucanía y del pueblo mapuche. Es un tema complicado. Y también creo que la película fue encasillada con este título de ser experimental, que para el financiamiento es muy difícil si se nombra así.

Y creo que hay una obsesion con mirar lo que sucede fuera de Chile, buscar métodos y fórmulas ya probadas y exitosas en Europa y Hollywood y tener poca valentía de crear algo desde acá, desde una mirada particular, que propone otras formas de trabajar en el cine. Chile requiere más valentía cultural en los organismos para poder apoyar voces que están proponiendo una forma particular de trabajar y verlo como algo valioso y tener orgullo de eso.

¿Que conclusión te dejó esta historia sobre la relación de Antoine con el pueblo mapuche?

El hecho de que no conocemos bien, sabemos solo lo que él sintió que era su relación con los líderes mapuche, sintió que podía proponer ser su rey, que tenía una buena relación con ellos. Yo siento que es mucho más complicado y que antes que nada, no se puede resumir el denominado pueblo mapuche bajo una sola visión. No es un organismo. En realidad, yo no sé lo que es el pueblo mapuche, tanto como no sé lo que es el pueblo chileno.

Antoine no tuvo contacto con el pueblo mapuche, tuvo contacto con algunas personas mapuche. Y esas personas pensaron cosas particulares y eso de ninguna manera representa a todos los mapuche de la época. No sabemos lo que pensaban, es posible que algunos estuvieran de acuerdo y otros no. Creo que él tenía una compleja relación con el mundo mapuche, creo que algunos lideres en la frontera veían en él una posibilidad de trabajar en formas de resistencia diversas contra la conquista que estaban viviendo. Pero había muchos mapuche que vivían más al sur, más alejados de la frontera, que no sabían de él y no estaban ni ahí. Era muy posible que ningún mapuche viera realmente como un rey. Es posible que algunos sí, pero creo que la gran mayoría veía a este winka con sospecha.

¿Cuáles son tus expectativas tras estreno y qué opinas de esta versión del festival?

Me encanta este festival. Encuentro que es uno de los mejores de Latinoamérica y tiene mucha importancia en la región. Valdivia es un buen ejemplo de necesitar gente a lo largo de toda la cadena cinematográfica con una visión, coraje y valentía. Por ejemplo, mostraron Zama de Lucrecia Martel, que fue rechazado por otros festivales de clase A. Valdivia la exhibe y destaca. Me gusta mucho esa actitud, creo que hace falta punk rock en Chile. Sobre todo en el mundo del cine: decir nosotros no estamos de acuerdo con ustedes. Eso me parece espectacular. He visto algunas películas muy interesantes.

Creo que muchos la van a ver con indiferencia, seguro muchos la van a odiar, otros se van a sentir muy confundidos y ojalá muchas personas la van a amar y a sentirse inspirados. No creo que se pueda pedir mucho más que eso, así es el cine. No propongo hacer películas que van a complacer a muchas personas. Las películas tienen que provocar, generar discusión y reflexión. Y eso va de la mano con el rechazo y los enemigos, es parte de traer algo al mundo y exhibirlo ante otros seres humanos. Está bien.

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