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Sí al santuario de a naturaleza, no al complejo habitacional Maratué

Por: core | Publicado: 17.10.2017
Sí al santuario de a naturaleza, no al complejo habitacional Maratué maratue |
Las demandas de los vecinos de Horcón y Puchuncaví son: que las empresas inmobiliarias dejen de lado su ambición y permitan a la flora y fauna mantener su hábitat natural. Que retrocedan. Que dejen de cobrar hasta $8.000 por el acceso a la playa vía un camino ya privatizado del predio con el argumento de “seleccionar a quien entra” (según palabras de los representantes de la empresa).

El jueves 12 de octubre estuvimos junto a los vecinos de Horcón y Puchuncaví en la presentación organizada por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) del proyecto “Desarrollo Urbano Habitacional Maratué de Puchuncavi” que la empresa inmobiliaria “El Refugio Ltda.”, del empresario Oscar Lería, quiere instalar en el sector de Quirilluca (ubicado entre Ventanas y Puchuncaví). Este proyecto consiste en un complejo habitacional de más de 14.000 viviendas proyectado en al menos 6 etapas. La inversión aproximada, según informa la inmobiliaria, sería de USD $2.000 millones, y promete una zona de conservación de tan solo 125 hectáreas, menos del 15% del área total afectada. Sin considerar que los humedales con que cuenta el sector serán divididos por una carretera pronta a construirse por el MOP, según se informó en esta reunión, en un plazo aproximado de 2 años.

Quienes conocemos y los que han crecido en este sector tenemos claro el tremendo daño ambiental que se está generando al no considerar crear en esta zona un Santuario de la Naturaleza, protegiendo especies como, por ejemplo, el cururo y piquero.

Cabe señalar que dentro de las posibles medidas de “mitigación” poco claras que la empresa señaló en la reunión, estaría la “relocalización del cururo”. Sí, relocalizar a una especie endémica para acomodar un proyecto inmobiliario. Tampoco se entregó información concreta respecto al impacto ambiental en todas sus dimensiones, ni mucho menos se quiso responder a las consultas legítimas de los vecinos respecto al origen del agua que abastecería eventualmente a más de 14 mil nuevas viviendas, el tratamiento de estas mismas una vez utilizadas, acceso libre a la playa, aumento exponencial de turistas y caos vial. Ninguna de estas preguntas tuvo una respuesta concreta. Ninguna. Tampoco se consideró el alto nivel de contaminación de esta zona de sacrificio ambiental, por lo que no se entrega la totalidad de la información a los posibles interesados en adquirir una de estas propiedades, como bien señaló una de las vecinas y activista de la organización “Mujeres en Zona de Sacrificio”, Marta Aravena.

Es impresentable que el Estado haya pasado, ya desde hace décadas, a ser un mero espectador de procesos de evaluación ambiental pagados con fondos e intereses de las empresas que realizan los proyectos, los cuales deben ser revisados por organismos públicos como el SAG y privados como CONAF (sí, privados como CONAF) para contrastar los resultados de estos estudios, y ser evaluados finalmente por un Comité de Ministros, donde la “observación de participación ciudadana” no es vinculante, es decir, podemos opinar pero nuestra palabra no tiene ningún peso, por lo que deja una sensación amarga en los vecinos.

Las demandas de los vecinos son: que las empresas inmobiliarias dejen de lado su ambición y permitan a la flora y fauna mantener su hábitat natural. Que retrocedan. Que dejen de cobrar hasta $8.000 por el acceso a la playa vía un camino ya privatizado del predio con el argumento de “seleccionar a quien entra” (según palabras de los representantes de la empresa). Que el sector de Quirilluca se convierta en un Bien Nacional a través de su declaración como Santuario de la Naturaleza, para tener la oportunidad de preservar allí parte del legado natural a las futuras generaciones.

Nuestro compromiso es con la preservación de las zonas que creemos deben ser declaradas Santuario de la Naturaleza, con las y los vecinos de Horcón y Puchuncaví que ya han visto menoscabada su vida por el exceso de empresas contaminantes en sus costas y que quiere salvar el último pulmón verde que les va quedando. No podemos seguir haciendo de dicha zona un sector donde la vida de los habitantes locales valga menos que la de los visitantes de paso. Si queremos progreso que sea de la mano con las comunidades y no de la mano con los intereses económicos. Es el momento de dejar atrás el subdesarrollo, la depredación inmobiliaria y esta mirada consumista de plagar de concreto todos nuestros espacios naturales, es el momento de transformarnos en un país que realmente considere a la comunidad y al medio ambiente como parte de un desarrollo sustentable, teniendo como fin el bien común. Eso sí es desarrollo.

El dinero no lo es todo.

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